Capítulo 35

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La cena se me estaba haciendo interminable. Había quedado con Oliver en que pasaría a su casa vida cuando todos estuvieran dormidos, pero no eran más de las diez. Aún quedaban al menos dos horas para poder estar otra vez con él. La lentitud con la que pasaba el minutero del reloj de la cocina me estaba sacando de quicio.
—Haz el favor de comértelo todo —dijo mi madre mientras me servía una ración de ensaladilla rusa. Sólo podía juguetear con la comida. El descubrimiento de esa mañana me había cerrado por completo el estómago.
Cenamos en silencio. Me extrañó que nadie hubiera encendido la tele y que mi madre no hablara por los codos, pero estaba tan absorta en mis pensamientos que no le di mayor importancia. Estaba a punto de meterme el último bocado, cuando fui consiente de mi error. Se avecinaba bronca, por eso nadie decía nada.
—Alexia, tenemos que hablar contigo.
Ahí estaba: tenía la tormenta encima. ¿Qué podía ser? No podía saber lo de la caja y el dinero. Había escondido la llave detrás de un rodapié situado debajo de la cama que estaba suelto por un lado. Por muy buena que fuera, era imposible que la hubiera encontrado. Además, en apariencia, sólo era una llave. ¿Quizá quería sonsacarme porque había averiguado con sus poderes sobrehumanos que estaba con Oliver?
—¿Qué pasa?
—Me llamó tu padre para contarme que estás pensando volver a Estados Unidos...
¡Uffff! Era eso. Intenté que no se me notara mucho la sensación de alivio, ya que, si no, sabría al instante que había algo más. Bajé la vista como si me sintiera culpable y esperé.
—¡No te quedes callada! ¿Cuándo pensabas decírnoslo? ¿Qué pasa con la universidad?
Me tomé un rato para responder. ¿Qué iba a hacer ahora que todo había cambiado? Aún no le había contado nada a Oliver. Para mí era muy importante lo que él tuviera que decir, infinitamente más de lo que m madre opinara.
—Mamá, no te había dicho nada porque aun no lo tengo claro. No sé qué quiero estudiar. No tengo ni idea.
—¿Y eso qué quiere decir? ¿No vas a ir a la universidad?
—No, claro que no. Sólo necesito un poco de tiempo. Puedo matricularse el año que viene. ¿Qué es un año en la vida, mamá? Quiero pensarlo bien. Se me había ocurrido que podría pasar unos meses trabajando con Rick y Stacy y perfeccionar el inglés... No sería mucho tiempo, tal vez hasta Navidades...
Mi madre miró a Eduardo inquisitivamente para que dijera algo.
—A mí no me parece mala idea...
¡Pobre Eduardo! Le iba a caer una buena por haberse puesto de mi lado. Para mi sorpresa, mi madre no se puso como loca ni se echó sobre nosotros como una aplanadora, sino que se quedó en silencio. Eduardo y yo nos miramos alucinados.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó él inquieto.
Le llevó un momento responder.
—Supongo que te has hecho mayor —su voz era tan tierna que me encogió el corazón—. Puedes tomar tus propias decisiones, pero soy tu madre. No me apartes de tu vida. Sé que hay muchas cosas que no quieres contarme y que tienes que empezar a seguir tu camino, pero déjame acompañarte...
Se le quebró la voz. Eduardo y yo nos levantamos a la vez para ir a consolarla, aunque él se hizo a un lado u dejó que fuera yo quien la abrazara.
—Te quiero mucho, mamá, y te necesito. No quiero alejarte de mi voz da, de verdad que no.
Ahí estábamos las dos, llorando como tontas... ¡Hasta Eduardo tenía los ojos vidriosos! Éramos una familia, una gran familia, y de no haber sido por Oliver, tal vez nunca me habría dado cuenta.

                   *************

Estaba tocando la guitarra cuando pasé a su dormitorio. Como llevaba los audífonos puestos, no me oyó, así que me recreé mirándolo hasta que reparó en mi presencia.
—¿Qué te pasa? —de deshizo de los auriculares alarmado al ver mis ojos rojos.
—Nada. Es que he tenido un momento de llorera con mi madre.
—¿Y eso?
—Pues... es algo de lo que quería hablarte.
Se sentó expectante en la cama. Me miraba con el ceño fruncido, a la espera de que lo soltara.
—Hay algo que no te he dicho y es importante, muy importante. Ya tenía la decisión tomada, pero al volver contigo, todo ha cambiado. Quiero decir que..., en fin, que es mi vida igualmente, pero tu opinión es importante, aunque la decisión tenga que tomarla yo.
Comencé a pasear de un lado a otro de la habitación. Él me seguía con la mirada, sin decir nada.
—Todo era más fácil cuando estábamos separados, porque sólo contaba yo. Pero ahora no puedo hacerlo sola. Necesito que me apoyes, porque, en definitiva, se trata de nuestro futuro...
Estaba tan inmóvil que me asustó.
—¿Qué te pasa? —pregunté al ver que se había puesto pálido.
—¿Me estas diciendo que...? —se le ahogó la voz antes de terminar. Me senté a su lado y le acaricié la mano. Cosa extraña en él, las tenía heladas.
—Es que tengo que hacerlo. Por primera vez en mi vida, sé lo que quiero. Ahora que estamos juntos, va a ser mucho más difícil, pero sólo serán unos meses. Hasta Navidades más o menos. Tenemos Skype y, con toda esa pasta que ahora tienes, hasta podrías ir a verme y...
—Alexia, ¿de qué carajos me estás hablando? —me interrumpió.
—Pues de eso, de volver a Estados Unidos...
Cerró los ojos y emitió un fuerte suspiro.
—Tú... tú... ¿tienes idea del susto que me has dado? —estaba completamente descompuesto.
—¿Yo? ¿Por qué? —no entendía nada.
—¡Mierda! Pensé que me ibas a decir que estabas embarazada.
—¿Quéeee? Pero ¿a qué viene eso?
—No puedes usar "importante", "decisión" y "futuro" en la misma conversación... ¡Dios! Estoy a punto de echar el hígado por la boca.
No sabía en qué momento de la charla me había perdido. Quería retomar cuanto antes el asunto de irme, pero le veía tan alterado que no sabía si estaba entendiendo algo de lo que le decía.
—Pero ¿qué estás diciendo? ¿Me estas escuchando? —después de la sesión de llanto con mi madre y locuras de Oliver, no podía evitar levantar la voz.
—Sí, te estoy escuchando. Quieres irte a Estado Unidos unos meses, ¿no? —me atravesó con una mirada que no supe identificar.
—Sí —admití cohibida.
—Me parece más que perfecto. Pero no hay nada más, ¿verdad?
—No, claro que no. ¿Seguro que te parece bien?
—Pues claro que sí —respondió con ligereza, como si no le importaran las implicaciones que tenía.
—Es que ya no estoy segura... Antes, como lo estaba pasando tan mal, quería huir, pero ahora mi única prioridad estar contigo.
—Son sólo unos meses. Además, me gusta la idea de ir a verte, aunque no sé si le dejarán entrar a Estados Unidos con mis antecedentes...
—¿Y me esperarás? —tenía tanto miedo de que se repitiera la historia que estaba dispuesta a sacrificar mi proyecto para no jugármela.
—Esperar, esperar... ¿Laura sigue libre? —su habitual sonrisa burlona desapareció enseguida al ver reflejadas las dudas en mi cara—. Alexia, ¿de verdad te dan miedo unos meses? Poco futuro tendríamos juntos si esta nimiedad pudiera con nosotros. Esto es importante para ti. Has tomado una decisión y es perfecta.
Me retiró cariñosamente el pelo de la cara y me besó en los labios.
—Oliver...
—¿Sí?
—Has usado "importante", " decisión" y "futuro" en la misma conversación.

Pero A Tu Lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora