Cap.19 Entérate

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<<Narra Nathaniel>>
Desperté cubierto por la capa de Félix, no podía creer lo que había hecho, estábamos acostados sin ropa en el césped, ambos estábamos despeinados y teníamos unos pocos rasguños por alguna que otra rama que había cerca, no quería arruinar esos hermosos momentos con él, así que en lugar de levantarme, me quedé acostado a su lado y acaricie su mejilla un poco antes de volver a besarlo.

- ¿Ya estás despierto otra vez? ¿Acaso nunca duermes? - preguntó Félix quien se despertó por el beso que le di

- Dormí demasiado bien en tus brazos, y quería verte descansar, pareces un ángel durmiendo -

- Y tú pareces un ángel hagas lo que hagas, será mejor que volvamos antes de que los sirvientes se preocupen si no nos ven, aunque te soy sincero, desearía quedarme aquí por siempre contigo - quitó un mechón de cabello de mi cara con delicadeza antes de besarme

- Deseo lo mismo, pero tienes responsabilidades, y yo siempre estaré a tu lado para ayudarte a cumplirlas -

- No deseo nada más que eso -

Félix me volvió a abrazar y comenzó a llenar de besos mi cuello otra vez, se sentía maravilloso, aunque justo antes de que nuestros labios hicieran contacto otra vez, mi pecho comenzó a dolerme, como si hubiera recibido un golpe demasiado fuerte, eso hizo que mi enamorado se preocupara, me vistió  para luego él también ponerse su ropa, yo seguía quejándome por el dolor, así que me subió a su caballo y me llevó de regreso al castillo, afortunadamente había médicos esperando revisar a Félix de que no tuviera una recaída pero no le importó y los mandó a todos a revisarme.

Comencé a toser y cada vez que lo hacía me dolía más y más, hasta llegar al punto en que comenzaba a escupir algunas gotas de sangre, traté de ayudarme con mi libreta dibujando algunas pastillas pero no surtían tanto efecto, aunque calmaban un poco mi dolor, ahora era yo el que tenía fiebre, me sentía muy mal, pero lo que más me dolía era ver a Félix angustiado y temeroso sin saber que hacer, incluso amenazó a los médicos de que me curaran o les costaría la vida si yo perdía la mía, abogué por esos pobres doctores que no tenían conocimientos de lo que me sucedía.

La preocupación de Félix fue tal, que mandó a llamar espiritistas, gente de religión, chamanes y otros magos, aunque estos últimos se negaron a venir por qué según ellos, yo era el mejor mago y si no podía ayudarme a mi mismo, ellos no podrían hacer nada; la gente de religión me llenaron de amuletos con varios símbolos representantes de los dioses en los que Félix creía y rezaron varias oraciones al rededor de mi cama, y yo seguía igual; los chamanes y espiritistas no pudieron hacer más que los de religión, según era algo que yo había invocado, pero entre uno de los espiritistas, hubo uno que solicitó que se me dejaran solo con él, todos aceptaron tal petición y Félix lo hizo a regañadientes porque no confiaba mucho en esas personas que en su mayoría eran embaucadores, aún así, lo que me dijo fue interesante, ese espiritista traía un libro consigo.

- Mi señor, perdone el atrevimiento pero usted posee este dije, ¿no es así? - señaló el dije donde se encontraba Vinx antes de abandonarme

- Así es, ¿como lo sabe? - le pregunté a este peculiar espiritista de cabello negro

- ¡Al fin te encuentro! - me abrazó - Vinx muere de preocupación por ti, y te tengo malas noticias del mundo que dejaste atrás

- ¡Espera! ¿¡Quién eres tú!? -  exclamé

- ¡Soy Hei! Aunque tomé esta forma humana para poder regresar a París y encontrarme con Vinx. Soy el único que puede viajar entre mundos, y las cosas allá no van nada bien -

- ¿Sucedió algo importante o de pronto todos me extrañan? - dije un poco apático

- Solo tus padres, Vinx y Adrien te visitan diario, bueno, Vinx se suele quedar contigo pero sabe que es peligroso porque lo pueden ver, y hace un par de días que no come nada, así que, como te dije antes, con esta forma humana pude ir por él y me lo llevé con el señor que te dio el dije, él sabe cuidar bien de los kwamis -

- ¿Y que demonios eres tú? Eras un gato cuando te conocí - exclamé con mi ronca voz, dañada por tanto toser

- Soy un ayudante del que creó los Miraculous, no soy un Kwami ni mucho más que eso, pero me mandaron a vigilarlos y a cuidarlos a todos, y desgraciadamente eres tú el portador problema esta vez, pero... estoy olvidando algo... - se quedó pensante unos momentos - ¡Ah, sí! Ya sé, traía las malas noticias, tu cuerpo allá afuera está muriendo y por eso, cuando mueras allá, morirás aquí igual -

Mis ojos se abrieron lo más que pudieron y no podía terminar de digerir toda la información que me había dado, era poca, pero demasiado impactante... moriría igualmente aquí... no podría quedarme con Félix jamás... sabía que todo había sido demasiado bueno para ser cierto, debí suponer que el precio de mi pasajera felicidad sería demasiado alto, pero nunca pensé que me costaría la vida.

- ¿¡Y no hay manera de salvarme!? - lo tomé por los hombros, grité pero eso rasgó un poco más mi ya destrozada garganta

- No lo sé, odio decirlo pero eres el primero que cae en la maldición de Nefertary, oh espera, ¿besaste ya a la persona a la que amas de este mundo? -

- Infinitas veces -

- Mala idea, de hecho, esa es la causa por la que estás muriendo, hubieras tenido salvación si no lo hubieras besado - odiaba la manera tan despreocupada que tenía Hei de ser, como si no hubiese algo importante en juego

- Mencionaste una tal maldición de nefra... nefri... lo que sea, ¿qué es eso? -

- La maldición de Nefertary, resulta que antes que tú, una de las primeras portadoras del Miraculous de las mariquitas se enamoró de un chico que también era de este mundo, no pensamos que fuese algo grave, pero resulta que ella hizo lo mismo que tú, intentó suicidarse para quedarse aquí pero el tipo que amaba la engañaba con otra y ella rezó a sus dioses para hacer una maldición que afecta a cualquier persona que se enamore de alguien de este mundo y morirá si se besan -

- ¿¡Por qué ni tú ni Vinx me dijeron!? - lo sacudí, estaba desesperado y angustiado, saber que mi amor por Félix iba a ser tan caro, me hubiera conformado con un abrazo y que me dijera mil veces que me ama

- Porque Vinx me lo pidió y él quería protegerte, y pensó que Félix al final se quedaría con Bridgette a cumplir un cliché muy clásico -

- ¡Pues no! Ahora dime, ¿¡Donde rayos esa tal Nefertiti hizo el conjuro de la maldición!? -

- Es Nefertary, no Nefertiti, y está a cuatro días de aquí si es que descansamos y comemos apropiadamente, pero el lugar es una zona fría de Daetria, no sé si tu tos te deje ir ahí - replicó Hei

Y de pronto se abrió la puerta de la habitación donde Félix me estaba cuidando.

- No iras, en su lugar iré yo, pero por favor, dime más sobre esa tal maldición que ha caído sobre mi amado Nathaniel - Irrumpió Félix

Hei y yo mirábamos a Félix con los ojos abiertos como platos, yo estaba muerto de miedo, además de saber que yo tenía una maldición, Félix ahora tendría que saber sobre que vivo en otro mundo y que por eso me iba todas las noches, no sabía lo que haría Hei, ni sabía cuánto tiempo me quedaba, estaba ansioso por saber todo, pero solo puedo dibujar, no ver el futuro... aún así, si he de morir, al menos pude probar los dulces labios de mi amado amigo rubio.

Magic and CatsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora