Cap.24 Intentar

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Al despertar, se veía una parte del cielo rosado y otra parte se veía aún muy obscura, ya estaba amaneciendo y tenía a Félix dormido junto a mi, pero dormía muy ligeramente porque de inmediato despertó.

- Ah, has vuelto Hei, ¿lograste algo? - me preguntó el príncipe Daetriano un poco adormilado

- No lo sé... me pidió regresar en la mañana, cosa que es ahora... ¿me matará? -

- Depende, ¿qué le has dicho ayer? -

- Muchas cosas... será mejor que vuelva, ya sabes niño, si no vuelvo para el atardecer, regrésate al castillo... o no... espera, mejor vete de una vez, solo te estoy quitando tiempo con Nathaniel, déjame un caballo, tu regresa... si no vuelvo, no hay nada que puedas hacer -

- Eso lo habría hecho ayer, pero no sé cómo volver -

- Lo olvidaba... maldición, creo que no tengo muchas opciones entonces... deséame suerte -

- Le deseo la mejor de las fortunas y que regreses con bien... de ti depende la vida de Nathaniel ahora -

<<Narra Félix>>
Me quedé a esperar a que Hei volviera a la superficie, no había mucho que hacer, y ni siquiera podía caminar por mi pierna rota, así que me puse a hacer trazos en la tierra con una pequeña piedra, solo podía pensar en Nathaniel.

Mi única compañía ahora eran los caballos que nos habían traído, no se veían cansados, los acaricié un rato y me consideré un loco por hablar con ellos, era más bien como hablar solo, no iba a recibir ninguna respuesta, les conté a los caballos de mis intensos sentimientos por Nathaniel, la extraña manera en que lo conocí, y cuando hicimos el amor por primera vez, como sus besos eran mi nueva adicción, que no podía imaginarme amando a nadie más que no sea él, incluso les mencioné a mis dóciles bestias mis celos hacia aquel otro hombre que celaba a mi pareja, aquel que se encontraba en el mundo de donde viene mi amante.

Seguí hablando hasta que se abrió un agujero en el templo en la parte en la que me estaba recargando y caí de espaldas, se abrió tan rápido que no pude tratar de agarrarme a algo. Al caer, aterricé sobre mi pierna rota, di únicamente un grito ahogado y luego pude recuperarme un poco, mi caída juraría que fue más corta, pero al darme cuenta, estaba en el último piso del templo, sentí como una fuerte ventisca me levantó y sentí un momentáneo pero intenso dolor, el más grande que había experimentado, y de un momento a otro, me encontraba de pie, mi pierna estaba curada, mi mirada se fijó en un cuerpo que se encontraba en el piso y vi el cuerpo de Hei, de inmediato corrí a él, acerqué mi oído a su pecho pero no había ningún palpitar, me temía que lo peor le había ocurrido, estaba muerto, antes de poder siquiera lamentar su muerte sentí una mano en mi hombro, helando mi cuerpo por completo.

- No temas más joven príncipe daetriano, estoy bien, he podido hablar con Nefertary y me ha escuchado, mis sentimientos hacia ella no han cambiado en lo más mínimo y quiero quedarme con ella, nuestras almas están malditas por nosotros mismos ya que las llenamos de tristeza y otros sentimientos negativos, ahora vagaremos juntos para la eternidad con la esperanza de que nuestros dioses nos perdonen... su maldición no puede ser retirada pero puede hacerse algo, Nathaniel morirá en el mundo de donde viene, pero se quedará en Daetria contigo si lo besas cuando la luna alcance su punto más alto está noche, y ambos deberán jurarse amor eterno, si uno de los dos no lo hace, el mago de cabellos rojos morirá, y su alma desaparecerá, vuelve ahora Félix Agreste, sigue el río y su corriente y volverás a la ciudad en poco tiempo. Buen viaje amigo mío, y gracias por traerme a ella nuevamente - esa voz... era Hei, no pude voltear en ningún momento, quería despedirme para agradecerle lo que había hecho, pero cuando pude voltear, no había nadie ahí, sentí de nuevo la corriente de aire y ahora me encontraba de nuevo fuera del templo, subí a mi caballo y al otro lo venía jalando, busqué el río y lo encontré, mis caballos corrieron velozmente y tenía razón, llegué a la ciudad.

Ya no estaba perdido, y parecía que mi viaje de tres días era únicamente para llegar al templo, regresar parecía ser más sencillo, vi que el atardecer comenzaba a llegar y mi angustia creció un poco más, tenía miedo de no llegar a tiempo, aunque mi angustia por esto desapareció cuando pude llegar al palacio.

Dejé mis caballos en la entrada, no me importaba nada más que ir a la habitación donde se encontraba Nathaniel, corrí hasta ese lugar y me encontré con mi pareja debilitado, sumamente pálido y delgado, parecía que fallecería en cualquier momento, aunque cuando me vio, vi una inmensa felicidad en sus ojos.

- Félix... volviste - una débil sonrisa apareció en su rostro

- Tenía que volver por ti, ¿qué te ha sucedido? Parece que no has comido en días ¿te han estado cuidando bien? - me aproximé a él

- B-Bridgette... ella ha prohibido el paso a los sirvientes y ella raciona mis alimentos... mis libretas no has ha tocado por lo que he podido dibujarme lo necesario pero estoy muy débil para dibujar... -

- Maldita sea, ella no va a matarte, seré yo quien la condene a ella, lo lamento tanto... pero ya estoy aquí - besé sus labios y escuché como la puerta se abrió de forma brusca

- ¡Félix, suéltalo! ¡No es un mago, es un brujo y te tiene bajo un hechizo! - era Bridgette, vi lágrimas en sus ojos y también pude ver que tenía con ella una daga

- ¡Lárgate Bridgette! Lo escogí a él, ¿por qué es tan difícil aceptarlo? ¿No deseabas mi felicidad? -

- ¡Tu felicidad junto a la mía! -

- Imposible, tu y yo nos lastimaríamos mutuamente y de manera constante, eso no es vivir, moriríamos en vida -

- No me importa... quiero que seas mío, Félix, quiero demostrarte que te amo, quiero que me ames como amas a Nathaniel, que me beses como a él, que mires, que me acaricies, todo lo que le haces a él quiero que me lo hagas a mi y a nadie más... yo te amo desde que tengo memoria, ¿por qué no me amas? ¿Es por él? Es su hechizo, yo lo sé... tengo que matarlo para que me ames... - Bridgette había dejado de ser ella misma, tenía poco tiempo, los rayos de sol comenzaban a ocultarse

- Te lo imploro Bridgette, vete y no hagas más daño del que ya causaste... pudiste matarlo en mi ausencia, necesita atención y cuidado, está enfermo y es mi culpa, tengo oportunidad de hacer que se recupere -

- No me importa... debe morir, tienes razón... debí matarlo mientras no estabas - Se acercaba más a nosotros

- D-deténganse... por favor... - dijo Nathaniel - Es mi culpa... debí aceptar mi destino desde un principio... yo jamás podré ser feliz y traté de probar esas dulces mieles que para mi son prohibidas... lo lamento Bridgette... me interpuse entre ustedes... -

- Así es, nos mentiste a ambos... ahora pagaras las consecuencias - antes de que yo pudiera reaccionar, ella se abalanzó sobre Nathaniel con la daga en la mano

Ambos tenían los ojos sumamente abiertos, la luz de la habitación era más tenue porque ya quedaba apenas un último rayo de sol, no sabía lo que había ocurrido, pero mis lágrimas comenzaron a salir cuando noté como sangre brotaba de la unión de los cuerpos de mi amado Nathaniel y Bridgette, temía lo peor.

Magic and CatsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora