Esmeralda:
Mentiría si dijera que Amber no pega con fuerza. Pero no lo suficiente como para hacerme retroceder.
La miré un par de segundos y pensé en la distancia que había entre nosotras y en qué manera debía golpearla para que se acordara siempre de mí. Ella sonrió, supuso que era lo suficiente cobarde como para no hacer nada.
Cerré con fuerza mi puño y la golpeé en medio del rostro, inmediatamente se llevó la mano a la nariz.
—Y como no especificaste si sólo debía responder con un golpe... —le regresé la cachetada que me había dado.
—Esmeralda, ya. —dijo Sara echándome hacia atrás.
—¿Qué demonios te pasa? ¿Estás mal de la cabeza? —preguntó Amber aun con la mano en la nariz.
—Me golpeaste, ¿pensabas que iba a quedarme como una estúpida sintiendo mi cara arder? —dije con obviedad.
—Es tu maldita culpa, me provocaste. —respondió apretando la mano libre.
—Si intentas golpearme, responderé peor Amber, tú decides. —dije apretando ambas manos también.
Me miró con seriedad y se quitó la mano de la nariz. Estaba sangrando. Un segundo después sólo pude ver y sentir sus puños en mi cara.
—¿También debía quedarme de brazos cruzados? —preguntó mientras yo todavía tenía los ojos cerrados.
—Mierda. —me llevé las manos al rostro— Suéltame, por favor, Sara. —ella me soltó con preocupación— Recuerda que yo no tengo la culpa de que mi auto sea más caro que el tuyo y que por eso me dieras una bofetada, Amber.
Fue lo último que dije y le devolví el par de golpes que me había dado, pero por ser ella, se los había duplicado.
—Basta, no es conmigo con quien debes pelear, maldición. —dijo empujándome.
—¿Con quién entonces? —pregunté frunciendo el ceño
—No lo sé, con la persona que se encargó de difundir en el periódico escolar que eres una maldita traficante de drogas y así es como consigues tus cosas. —mi cuerpo se tensó y Sara volvió a echarme hacia atrás.
—¿Qué? ¿Eso era lo que tanto querían publicar? —preguntó Sara con enojo. Eduardo me miró con las cejas alzadas y lo ignoré. Él ya lo sabía y yo lo había notado. Vi de reojo a Evelyn y me le acerqué.
—Esmeralda, déjala tranquila. —pidió María, pero también la ignoré.
—Sí, fuiste tú quien se las arregló para difundir eso, ¿no? —pregunté con dolor en el rostro.
—¿Y qué si lo hice? ¿Te afecta? ¿Es cierto? —preguntó con una sonrisa de satisfacción.
—Sí, preciosa. Pero también es cierto que la droga que vendía, tú la consumías, porque tus padres nunca estaban contigo, y te gustaba que te la vendiera, ¿o no? —intentó golpearme y detuve su puño— No, tú no me vas a golpear.
—Eres una desgraciada. —reí.
—Vendí drogas y nunca la consumí, sin embargo, tú que tienes más dinero que todos nosotros me la pedías. Sí, ahora entiendo porque te fuiste de la secundaria. Estuviste en un centro de rehabilitación, maldita drogadicta.
—Esmeralda, ya basta. —dijo Sara separándome de Evelyn— Este no es momento de hacer escándalo, vamos a limpiarte esos golpes y a entrar a clases.
—¿Ustedes qué carajos miran? —preguntó Amber y todos comenzaron a marcharse— Lamento que las cosas hayan terminado así.
La miré mientras Sara me limpiaba con cuidado el rostro con unas toallitas húmedas y rodé los ojos.
—¿Por qué rayos no te pusiste del lado de Evelyn? ¿Acaso no quieres destruirme? —pregunté adolorida.
—No lo digas como si estuviéramos en una película, y no, no quiero destruirte, esa etapa pasó. Vine calmada, quería hablar también sobre tener un vehículo. Pero tu amiga se alteró y empezó a hablar de precios y marcas. —dijo con tranquilidad mientras entrabamos a la preparatoria.
—Bueno, no es un tema que debamos discutir ahora. —dijo Sara dándole unas toallitas.
—Exacto, si ya no tienes ganas de romperme la boca podemos hablar después. —entré y caminé hasta mi casillero, vi una página de un periódico con mi nombre y el tema de las drogas, lo arranqué y tomé mis libros. Eché el pedazo de papel en la basura y me dirigí hacia mi clase.
La maestra me miró entrecerrando los ojos y luego miró a Amber.
—¿Ustedes dos se pelearon? —preguntó y curiosamente Amber y yo respondimos al unísono:
—No.
—¿Y esos golpes? —preguntó esperando una explicación.
—Al parecer Esmeralda quiere copiarme en todo, porque hasta imita mis moratones. —dijo Amber y la fulminé con la mirada y ella se encogió he hombros y me dio una mirada dándome a entender que debía inventarme algo— En un juego de voleibol me golpearon con la pelota.
—Pues yo me apunté en una clase de boxeo, por si algún día alguien se las quiere ver conmigo. —dije jugando con un lápiz y sin mirar a nadie.
—¿Esmeralda? —preguntó la maestra con asombro.
—No, es una broma maestra, sólo lo hice porque me parece interesante y así resultó una pelea de práctica.
Me miró con una ceja alzada y desvié la mirada.
—Bueno, empecemos con la clase... —dijo y tomó uno de los libros.
Ahora tenía muchos problemas que resolver.
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Las típicas nerd's ✓
Teen FictionEsmeralda Carpenter, una rubia teñida a la que le apasionan los estudios y la tranquilidad. Se deja catalogar por años como "nerd", sin embargo, es porque tiene secretos que como a todos los que también tienen, no le gustaría que fueran liberados. T...