Arpía-.
El aire a nuestro alrededor se vuelve más cálido. Bajo la vista a Becca aún aferrada a mi torso. Una pequeña sonrisa tira de mis labios, aunque mi subconsciente se niegue a aceptarlo, me encanta la sensación de su cuerpo contra el mío. Y por primera vez en muchos años, siento el calor desprender de mí. Una ráfaga de fuego naciendo desde mi estómago. Lujuria. Mierda, deseo a una mujer. A una mujer humana. Deseo a Rebecca, con cada parte de mi cuerpo, con cada célula de mi ser.
Fijo mi vista en el cielo, tratando de olvidar aquel sentimiento tan carnal que parece aferrarse a mi mente. Pequeños números se forman en él. Son coordenadas. Ejerzo un movimiento fugaz para ubicarme en la latitud y longitud correctas. Siento a Becca ejercer más presión a mi cintura y enganchar sus brazos más fuertemente en mis hombros y cuello, sus dedos se enredan en la parte baja de mi nuca y rozan esa zona acariciando levemente el cabello de ese lugar.
Joder, esta mujer no me la hace fácil.
Bato mis alas y el halo que antes nos envolvía se fortalece. A una velocidad extraordinaria ya nos encontramos en medio del Atlántico.
Es ahí cuando lo siento. Es otra presencia, cerca, muy cerca. Otro jodido ser del Olimpo.
Os advertí, esta chica ya te ha pegado su lenguaje.
Me detengo y al hacerlo, Becca parece tensarse entre mis brazos. Levanta su cabeza rápidamente de mi hombro y sus obres verdes me enfocan debatiéndose.
—Hay otro —su voz sale como un susurro. Esta chica cada vez me sorprende más ¿También puede sentirnos?
Un breve asentimiento de cabeza en lo único que doy como respuesta antes de que una con una fuerza sobrehumana algo se estrelle contra nosotros.
Giramos en el aire sucumbiendo por un momento al impacto. Eso dio de lleno en mis costillas y en las de Becca y, si a mí me dolía como el demonio, no puedo imaginar cómo ha de estar sintiéndolo ella. Bajo la cabeza buscando su mirada. Sus obres conectan a las mías. Un miedo casi arrollador es lo que sobrepasa al dolor. Mierda.
Un cabello rubio largo y ondulante al viento se acerca hacia nosotros. Plumosas alas se envainan detrás de sus brazos extendidos al aire, poderosas zarpas que con un solo toque podría desmembrar un cuerpo normal están donde comúnmente hay manos. Brillan a la poca luz del sol. Está anocheciendo.
Con firmeza tomo a Rebecca bajo sus brazos y atrayéndola a mí esquivo en una elevación hacia la izquierda el segundo intento de la Arpía por golpearnos.
Al pasar la distingo con más detalle. La desnudez de su cuerpo, la deformación de lo que para un ser humano serían pies y una cola larga, delgada y escurridiza.
No lo comprendo.
Las arpías fueron encerradas por los Dioses hace milenios. Un solo berrinche de esa ya casi extinta raza era como perder a un país completo. El caos y la agresividad irracional eran los adjetivos perfectos para ellas. No pueden andar sueltas, el Olimpo las tiene firmemente custodiadas y ocultas de los humanos en lo profundo de la misma montaña Olimpo. Es prácticamente imposible que una saliera de esa clase de encarcelamiento.
Un segundo intento de embestida la atrajo hacia nosotros, era rápida. Pero esta vez no nos pasó, se quedo allí a pocos metros de nosotros. Ojos completamente oscuros me devolvieron la vista, ni iris, ni pupilas, ni contorno blanquecino. Era como ver la una profunda noche sin estrellas, sin luz, sin vida. Era como ver el final del túnel de luz al que llamaban muerte.
En un nuevo abatir de alas vi su rostro acercarse, sus brazos por delante, y por consiguiente sus garras. El casi nulo peso de Rebecca se acentuó como una gran preocupación sobre mis hombros, sacando el aire de mis pulmones. Ella estaba por delante, su corazón latiendo a grandes velocidades cubriendo el mío con su propio cuerpo. Demonios.
No podía defenderme así, no con ella en medio. Una desesperación se acrecentó de lo profundo de mi ser. Los ojos de Rebecca se acrecentaron a los míos. Como si tratara de descifrar los engranajes de mi cabeza. Y yo también trataba de hacerlo.
Con un zumbido del aire vi como las garras de la mano derecha de la arpía soplaban por ese mismo costado de mi cabeza y hacia abajo. Hacia ella. No podía permitirlo. Me moví hacia la izquierda evitando el toque del filo y, en un giro veloz, propio de un Dios, envolví mis alas a nuestro alrededor de tal forma que al abrirlas nuevamente mi pie envuelto en una bota negra se estrellara, de lleno, contra su columna, mandándola varios metros hacia el frente.
En algún momento de ese ataque el casco negro de Rebecca había volado por los aires. No perdí el tiempo y verificando con una rápida mirada el estado de la misma volé hacia abajo, hacia el océano. En un intento por perdernos en la neblina marina de la mitad del Atlántico.
—¿Te encuentras bien? —lo sé, una pregunta estúpida, pero en esos momentos no tenía el tiempo ni la cabeza como para maquinar algo más sensato.
—Sí —corroboró sus palabras con varios asentimientos de su cabeza—. ¿Eso era una Arp-
Un nuevo zumbido atravesó el aire a nuestro alrededor cortando sus palabras. Una nueva avalancha de golpes tanto de alas como de sus manos en forma de zarpas nos acrecentó. Y yo sólo podía esquivar, moverme y evitar los daños. No podía seguir así y la mirada que me dieron esos ojos verdes tras una breve brecha de tiempo producido por un precario intento de defensa de mi parte me lo comprobó, Becca también lo sabía.
Mediante el movimiento de sus labios y un susurro al aire, una idea vio la luz del entendimiento. Y era una estúpida idea.
Suéltame.
Con una inhalación de mis pulmones, Becca cayó.
Hola c:
No soy muy buena con estas cosas de las Notas de autor (?) pero esta vez quise hacerlo por alguien que ha estado dándome sus votos y ha insistido por mi actualización xD Realmente lamento las demoras a todos <3
Los quiero muchote y éste cap va por ti <3
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Cupido
Short StoryÉl no puede enamorarse. Porque no recuerda cómo. Su vida se basa en observar a los demás y darles el amor que él olvidó como utilizar.¿Cómo sobrevivir a la inmortalidad en una soledad donde no puede amar? Él es Cupido, él es Eros. Él es el Dios mit...