Parcas.-

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Parcas.-

—¿Qué significa esto? —la confusión se mezcla con mi ira denotando un flujo de voz que desconocía en mi.

Volteo a ver a la aprendiz de Parca, pero lo único que me encuentro es a mi solo en la habitación.

No lo entiendo.

¿Por qué querrían mostrarme esto? ¿Dónde cojones está Becca? ¿Qué significa?

Me devuelvo sobre mis pasos para buscar respuestas con la primera persona que pueda encontrarme. Paso una vez más por el lúgubre pasillo que me lleva de nuevo a la puerta roñosa por la que entré. Nadie irrumpe en mi camino, agudizo mis instintos para tratar de detectar algún indicio de que hay alguien más en la torre.

Trato de calmarme en el proceso. Necesito tranquilizarme y rememorar los hechos para poder pensar con claridad.

Conocí a una chica. Estudia en Yale. Puede ver Dioses y presencias sobrenaturales. Su cabello es negro, y sus ojos increíblemente verdes. Huí de ella las primeras veces que noté que podía verme. Le gusta el amarillo. Conduce una moto. Viajamos a España. Su cuerpo pegado al mío. Una arpía nos atacó. Becca cayó al océano. Invoqué la armadura de Dios. Desperté en la cama de Afrodita. Salí a ver a las Parcas, una tenía el abrigo de Rebecca. Había un libro con su nombre. El libro estaba en blanco.

Sé que son efímeros momentos, pero los siento como si fueran una eternidad.

Un crujir de madera se siente por sobre mi cabeza. Camino de prisa hacia un pasillo más luminoso que el anterior. Una escalera de caracol. La subo a prisa saltándome algunos escalones.

Al llegar arriba me sorprendo al encontrar un espacio completamente limpio y luminoso y, en hileras, estaban perfectamente ubicados seis grandes telares. Cada uno en funcionamiento a manos de una parca. Sus dedos se movían con destreza por entre los hilos. Cada hilo representando a una persona. Si bien puede haber hilos más gruesos o delgados todos conforman un mismo tapiz. Y cada tapiz, un continente.

Vuelvo bruscamente mi cabeza hacia el toque que siento a mi derecha, es la aprendiz de parca. Me extiende el abrigo de Becca.

Lo tomo de manera torpe.

»Necesito saber qué está pasando —las palabras salieron como un susurro de mis labios.

—Debes hacer las preguntas correctas, para tener las respuestas que deseas.

Una anciana de las que estaban los telares hizo resonar su voz por sobre el sonido que hacían los telares a la par. Caminé hasta ella, aferrando el abrigo amarillo a mi mano, y haciendo resonar el sonido de mis botas en la madera del piso. Justo por sobre el telar había una inscripción que se cernía aferrada al muro.

Αμερικανική ήπειρο.

Continente Americano.

Sinceramente hablar con seres tan amarrados a las antiguas costumbres me confundía. ¿Cuál es la pregunta correcta? ¿Por qué algo siempre tiene que ser correcto o incorrecto?

—¿Quién es Rebecca Hunter?

—Esa si es una pregunta correcta —su voz ya no sonaba tanto por encima del trabajo de los demás telares, por lo tanto tuve que esforzarme por escuchar. El trabajo de sus manos con los hilos jamás se detuvo—. Cada uno de estos hilos es la duración de la vida de cada individuo existente en el mundo. Cada hilo es el destino de una persona humana, Dios, planta, animal o insecto. El hilo puede mantenerse solitario, puede trenzarse con otros, puede enredarse, cortarse y, en casos especiales, incluso enmendar ese corte. Cada uno de estos hilos conforma el telar. Y, por consiguiente el tejido. Es, justamente, este tejido lo que pasa a ser lo más preciado de la humanidad; sus recuerdos y memorias. Su historia. La historia de la humanidad y las eras antes de ella.

Sus dedos seguían el trabajo. Fijo mi vista en el tejido que sale por la parte posterior del telar. La tela, conformada por los blancos hilos de las personas, comienza a tomar colores, dibujos y formas. Es... hermoso.

»Pero, —continúa —hay casos, en los que algo impensado ocurre y se genera un hilo incoloro —sus largos dedos y de uñas largas detienen el movimiento de los hilos, tomando ahora, el tejido. Lo acerca a mi rostro. Veo la hermosa tela conformada con las miles de vidas de los ciudadanos del continente americano —Por más que lo enredes o entrelaces... no puedes. Y permanece allí, siendo parte de todo y nada a la vez. Esperando ser arrancado.

Señala con una de sus uñas una parte específica. Fijo mi vista en ese lugar. Un hilo blanco atraviesa rectamente el hermoso telar los dibujos no lo tocan... los colores tampoco, pero estando allí. Siendo parte de todo y nada a la vez.

»Este hilo, es Rebecca Isabel Hunter.

CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora