No quiero morir.-

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No quiero morir.-

Rebecca.-

—¿Estás de joda? ¿Crees que es muy gracioso? —mi voz sale con los tonos más sarcásticos e irónicos que me es posible generar. ¿En serio espera que me crea eso?

Amiga, pasó de ser un pulpito a un sexy hombre desnudo frente a ti con un ¡Puff! ¿Qué crees que es más incrédulo?

—Eres graciosa, esta versión de ti me agrada —grácilmente se acuclilló, su rostro quedando a escasos centímetros del mío—. Belinda, tu antepasada, también lo era. Selina no tanto, ella era más seria, excepto quizás con Eros. Todas son corazoncitos cuando están con él. Siento algo de envidia sabes.

Su mano se estira acariciando la superficie de mi mejilla, el es frío. Su pulgar comienza a trazar círculos en mi piel, un escalofrío me recorre. No puedo moverme. Esto no me gusta.

»Tus versiones siempre son tan lindas..., que me dan ganas de robarte —su palma estendida desciende llegando a la superficie de mi cuello—. Rebecca, Rebecca, Rebecca, incluso tus nombres son lindos, es una lástima.

Sus dedos se aferran a mi garganta cortándome la respiración. Mis manos logran responderme cuando la desesperación me invade. Araño y me sacudo intentando liberarme. Veo como los músculos de su brazo se contraen apretando más su agarre. Un intento de jadeo se escapa de mis labios.

—Mira eso, incluso con tu cara de pánico te vez linda.

Voy a morir, a morir. Genial, sobreviví a ese puto hielo llamado océano para terminar aquí siendo asfixiada.

Intento desesperadamente tratar de conectar patadas a alguna parte de su cuerpo, mientras mis manos, aún congeladas, continúan tratando de devolverme el aire. Escucho las palpitaciones de mi corazón en mis oídos, y los ojos se me llenan de lágrimas.

—¡Vas a llorar! Que tierna eres, Becca. Lástima que él no te quiere aquí.

Se levanta del suelo llevándome consigo. Ya no tengo fuerzas, pero me niego a rendirme. No quiero morir aquí. ¡No quiero morir aquí! Mis dedos se entierran en la carne blanda de sus mejillas, buscando sus ojos. Pero él ni se mueve, ¡demonios!

Lágrimas corren por mis mejillas al momento que mis brazos caen a mis costados. No puedo más. Estoy perdiendo la conciencia.

Y seguramente debo estar boqueando como un pez.

—Oh querida, fue un placer conocerte.

Acerca mi rostro al suyo, y toma mis labios en un beso. Su agarre en mi cuello se suelta, y lo veo desaparecer.

Eros.-

Es parte de todo y nada a la vez.

Cierro mis ojos mientras intento volar con mayor rapidez alejándome del Olimpo. ¿Todo y nada a la vez? ¿Qué podía significar eso?

Me encantaría decir que a la vieja parca me ha dado con lujos y detalles todo lo que quería saber. Pero no, prácticamente me echó alegando que era todo lo que necesitaba saber por el momento.

Una neblina fría me recibe cuando bajo a ras del océano. Una isla aparece a mi vista. Me arde la herida del costado, pero la ignoro. Debo encontrarla.Las parcas sabían donde estaba Becca, y al menos tuvieron la "amabilidad" de decirlo.

¿Amabilidad? Las amenazaste con tomar sus vidas si no te decían donde estaba. Algo estúpido considerando que ellas también controlan tu hilo, genio.

Me poso en una roca buscando a mi alrededor cualquier indicio de vida. Cualquier indicio de Becca. La oscuridad comienza a avecinarse llevándose la claridad, y, por ende, obstaculizando más mi búsqueda.

No sé cuantos minutos han pasado, cuando una la línea de lo que creo fue un cuerpo arrastrándose capta mi atención. Va de la playa hacia el bosque. La sigo sin dudar.

Un sweater a rayas negras y blancas es lo primero que veo. Es ella.

CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora