Sorteo y premios Bella y Bestia

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En este blog se sortea una serie de regalos con motivo de un especial, mi relato el de abajo, participa, así que les dejo el enlace por si hay alguien a quién le pueda interesar:

https://teenshelfblog.wordpress.com/2017/03/18/especial-la-bella-y-la-bestia-relatos/

LA FIESTA DE BELLA

Era la mañana del segundo día de Bella. Había amanecido un triste día plagado de lluvias e intenso aire. Las gotas repiqueteaban con fuerza sobre aquellas extrañas vidrieras que adornaban a cada tramo las paredes. Lumiere se lamentó de aquella horrible transformación. Ahora en lugar de aquellas coloridas y alegres imágenes sobre temas cotidianos, habían sido reemplazadas por aquellas espantosas imágenes de gárgolas que acechaban a sus inquilinos con aquellas enormes fauces. Meneó la cabeza y desechó aquellos pensamientos, ahora eso ya no tenía solución. En su lugar, esperaban poder conquistar a aquella hermosa muchacha con magia, nadie podía alardear de poseerla más que ellos, impregnaba cada rincón de aquel vetusto castillo. Sí, se dijo más animado, podían sacar ventaja de ello si Bestia ponía de su parte. Bella había dejado abierta la puerta de su habitación, Lumiere y Din Don se asomaron, pero estaba vacía.

- ¿Dónde andará esta muchacha? -se preguntó Lumiere.

- ¿Crees se habrá escapado? -se horrorizó Din Don.

- No seas gafe, es una muchacha muy curiosa. No debe andar muy lejos.

Un ruido de enaguas muy liviano les alertó de la presencia de la muchacha. Estaba junto al gran ventanal que iluminaban aquel piso con la mirada perdida hacia el fantasmagórico jardín, parecía hipnotizada. Se arrebujaba fuerte bajo su chal como acuciada de una frialdad insoportable. Lumiere y Din Don se compadecieron de ella, había sido arrastrada allí por la fuerza lejos de su familia.

- Hola Bella.

- Hola chicos -sonrió la muchacha encantada saliendo de su ensimismamiento.

- ¿Podemos ayudarte? Yo podría ser tu guía, me conozco cada palmo de estas piedras. -Se ofreció Lumiere.

- ¡Muchas gracias, Lumiere! Me encantaría, pero antes me gustaría saber una cosa, ¿qué le gusta a tu señor? -Los ojos almendrados de Bella lo observaban con atención.

- ¿Qué-qué le gusta a mi señor? No entiendo -tartamudeó el pobre Lumiere, echó varias miradas hacia Din Don en busca de ayuda, pero el reloj se encogió de hombros sin saber qué hacer.

- Sí, me encantaría hacer una fiesta, chocolate, un baile...

- ¡Oh, eso sería una fantástica idea! -se entrometió la señora Potts en la conversación que subía en ese momento las escaleras seguido de Tip dando saltitos. Las dos tazas llegaron por fin al rellano donde se encontraban todos reunidos.

- No-no creo el amo esté para muchas fiestas -carraspeó asustado Din Don.

- Venga ya, Din Don, no seas aguafiestas -lo recriminó Tip-, será divertido. Hace mucho que no celebramos nada.

- Entonces ¿me ayudarán? -imploró Bella.

- Claro que sí -se entusiasmó la señora Potts.

- ¿Y ustedes qué dicen Lumiere y Din Don?

- Bueno, no creo haya nada malo en intentarlo ¿no? -dijo no muy convencido Lumiere.

- Yo no creo sea buena idea, el amo digamos no es... temo por su carácter. -Se excusó Din Don.

- Eso déjenmelo a mí -dijo la señora Potts.

- Pero me gustaría que fuese una sorpresa. ¿Sabrán guardar un secreto? -Bella se había agachado para estar a su altura y había cogido a Tip en su regazo con cariño.

- ¿Qué secreto? -rugió Bestia apareciendo de imprevisto por las escaleras.

Din Don corrió a resguardarse detrás de Lumiere y lo empujó contra su señor.

- Ya dije yo que no era buena idea -murmuró Din Don al oído de Lumiere.

- Nada, mi señor, en realidad estábamos... -empezó a tartamudear Lumiere entre fuertes temblores, sus llamas se habían apagado del susto.

-¡Vamos a cocinar! -chilló alegre Tip-, Bella va a prepara la comida de hoy.

Bestia gruñó por lo bajo. Sus espesas cejas se fruncieron y su rostro se convirtió en una máscara gélida y de mal humor.

- Sí no es un inconveniente para usted -musitó Bella poniendo cara de inocente.

- No me gusta cambiar de menú, no necesito de sus artes culinarias... -Se interrumpió a medio camino al ver que todos sus súbditos le suplicaban con la mirada que fuese amable-, pero será su problema, aténgase a las consecuencias si no me agrada -concluyó de mala gana Bestia. Con las mismas se alejó de allí sin echar un último vistazo y desapareció. Todos respiraron aliviados y se sacaron la frente de sudor.

- Por poco -se desinfló Din Don-. A mí no me deis estos sustos que cualquier día desfallezco.

Bella rio alegre.

- Vamos Lumiere. Llevarme a la sala de baile y preparemos la fiesta. Estoy deseando ver la cara que pondrá Bestia al verla.

- Uff no quiero ni imaginármela -resopló Lumiere con ironía.

- Chicos, no seáis tan negativos -los regañó la señora Potts-, en estos momentos lo que necesitamos es un soplo de aire fresco y esta jovencita hará cambiar nuestras vidas. Ya lo veréis.

- Gracias señora Potts -dijo la muchacha agradecida por su apoyo.

El salón de baile tenía los cortinones cerrados e impedían entrara la luz solar a través de sus cristales. Todo el mobiliario estaba cubierto de mantas y polvo. Lumiere iluminó con sus velas el lugar.

- ¡Vaya! -se asombró Bella- Este lugar es maravilloso.

- Debías haberlo visto en pleno esplendor Bella -se emocionó la señora Potts-. Numerosos invitados de todos los palacios vecinos venían con sus mejores galas a disfrutar de esta maravillosa pista de baile. Las parejas ondeaban de aquí para allá bajo la luz de la Luna y la música de nuestra orquesta.

La tristeza los invadió a todos, las caras nostálgicas se sucedían de uno a otro, pero eso no desánimo a Bella que por el contrario trató de insuflar sus ánimos.

- Pues manos a la masa, ¿a que esperamos a darle el esplendor de antaño?

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