No había ni un día en el que Harry no fuera a la librería. Era una obsesión,
una adicción.Aquella mañana estaba el cielo nublado, su madre dudaba si debía dejarlo ir o no, y Harry sabía que era necesario. No podía estar un día sin verlo.
Anne lo dejó ir, con la condición de que no podía tardar demasiado, por si acaso más tarde llovía.Harry alegre salió de su casa y se dio prisa para llegar a su lugar favorito.
Estando allí se perdió entre los libros de poesía antigua, y sin darse cuenta, habían pasado 2 horas y aún no había cogido ningún libro, así que cogió uno al azar y lo llevó al mostrador.
Louis se veía más cansado de lo normal, pálido y con ojeras. Estaba triste.
Harry se entristeció al verlo así, quería saber qué le pasaba, pero no preguntó.— Hola Harry— saludó sin ánimos.
Le cobró el libro y se lo envolvió como siempre en el papel marrón. Le mostró una pequeña sonrisa y no dijo nada más.
Harry se quedó desanimado. ¿Louis no sentía importancia por él?
Cuando Harry quiso salir de la tienda, se percató de que había comenzado a llover. Y no tenía paraguas ni abrigo. Se maldijo a sí mismo por ser tan idiota.
Se quedó en la puerta esperando a que la lluvia cesara por más de media hora, y la tienda ya mismo iba a cerrar porque era la hora de comer. Pero él no podía volver a casa porque se iba a empapar de agua.
Se puso muy triste pensando que se iba a mojar la ropa y seguramente iba a pillar un resfriado.
Entonces alguien carraspeó detrás suya.
— ¿Que haces aquí? — preguntó Louis
— Está lloviendo y... No quiero mojarme.
Louis rió. En su mano derecha llevaba un paraguas azul oscuro.
— Voy a ir a comer a la cafetería de al lado. ¿Quieres acompañarme?
Harry no sabía que contestar. Quería decir que sí, pero a la vez le daba vergüenza.
Asintió levemente.Louis lo metió bajo su paraguas, y Harry fué feliz por unos instantes estando a su lado. Louis tenía un aroma varonil que a Harry le encantó.
Comieron en la cafetería, y aquel día Louis le confesó que desde el primer día en que lo vio, le pareció el muchacho más guapo que había visto jamás. Harry se fue muy contento a casa, pues ahora sí podía admitir, que estaba completamente enamorado de Louis.
Después de aquella velada algo en la cara de Louis cambió. Ahora se le veía feliz, con vida.
Anne regañó Harry, pero le daba igual porque había valido la pena.
Y como cada día, puso su libro envuelto en la estantería
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Cáncer | Larry Stylinson| AU
Fiksi PenggemarA veces el cáncer no es el final de todo. | Por favor, lee esta historia bajo tu responsabilidad y con madurez. Contiene lenguaje fuerte y escenas difíciles que pueden herir la sensibilidad del lector. Pido discreción.|