Rolling Star [Saga ReveHult]

La siguiente Reina de Brin

Todos quedaron en silencio, incluso yo me había quedado sin habla. Ese hombre lo había dicho como si no fuera grave, uno de los soberanos había sido asesinado y aquel hombre lo había dicho a la ligera...

Miré a Gale, él ni siquiera estaba interesado en el tema, sólo cruzaba miradas con el protector de la reina de Brin.

–Pero no hay de que preocuparse– aquel hombre siguió hablando–, ya se ha llegado a una solución y sólo faltaría que los líderes de los gremios la aceptaran.

Yo miré a cada uno de los líderes de los gremios, todos estaban serios y calmados, todos ahí estaban calmados incluso con esa noticia... Incluso mi hermano se mostraba calmado.

–Todos estamos de acuerdo– dijo Regault.

–¡¿Qué?!– grité perdiendo la compostura–. Ni siquiera has escuchado la propuesta.

–Victoria– el guardaespaldas del líder del gremio de la magia blanca dio un paso al frente, más bien "la" guardaespaldas, cuando la vi no pude evitar hacer una mueca, de todas las personas que pudo haber escogido tenía que haber sido mi hermana, Royse–. ¿Donde están tus modales?, pones en vergüenza a toda la familia.

–Vamos, vamos– el guardaespaldas del líder del gremio de los caballeros también salió de las sombras, debo decir que verlo a él sí me sorprende, siempre pensé que no lograría mucho pero ahora que veo a mi hermano Marshall como guardaespaldas del líder del gremio veo que me he equivocado–, no hay que ponerse así.

–Pero Marsha...

–¡Basta!– el viejo obispo se levantó y gritó–: mocosos insolentes, ¿cómo se ponen a discutir un asunto de ese tipo con la emergencia que tenemos?

–Tranquilízate Desmond– dijo el otro obispo, él era un hombre joven, tal vez en sus veintinueve o treintas, sus cabellos eran castaño al igual que el mío pero sus ojos eran negros, eran totalmente oscuros–. No hay necesidad de alterarse.

–¡Silencio, Lucius!– gritó el viejo obispo–, siempre eres tan flexible pero lo que a necesita en estos tiempos es algo de disciplina.

–A veces eres demasiado opresivo– el joven obispo me miró y me dedicó una tierna sonrisa–, además para ellos el honor de su familia lo es todo y comportarse así es algo que la podría dejar con mala imagen, ¿cierto?

Yo asentí con la cabeza mientras que Gale soltó un pequeño gruñido de desacuerdo a lo cual el hombre que era líder del consejo de nobles sonrió.

–Al parecer Gale no piensa de la misma manera.

–En eso tienes razón, Wallace– dijo Gale–, sabes que a mi no me importa en lo más mínimo ese honor.

¿Gale?, ¿Wallace?, ¿cómo es que ellos se conocen?

–Y tú, Ademar, ¿opinas lo mismo?– se giró y lo miró–, ¿apoyas a tu hermano?

¿Hermano?, es cierto que Gale me había dicho que una de sus metas era derrotar a su hermano, pero no puedo creer que sea él, ciertamente se parecen bastante pero su hermano es completamente rubio y tiene en su cara esa enorme y cínica sonrisa mientras que Gale siempre está serio...

–Sí, ese orgullo no importa en lo más mínimo.

–¡Basta!, ya me cansé de escucharlos hablar sobre ese maldito...– el viejo obispo fue interrumpido.

Una mano apareció de detrás de la silla que estaba frente a nosotros, aquella que nos estaba dando la espalda a todos. Con ese gesto indicaba que todos guardáramos silencio.

–Su santidad– dijo el obispo temeroso.

¿Santidad?, sólo hay una persona a la que se le denomina de ese modo: El papa.