Mis ojos cafés poco a poco pedían a gritos que ya despetara; la luz de la mañana penetró en mi habitación mientras yo me levantaba de la cama. No pude evitar pensar que algo andaba mal como si algo me faltara.
Gale.
Él no estaba ahí como la noche anterior. Aún recuerdo que habíamos dormido en la misma cama; mi mejillas ardieron al recordar lo que había pasado con Gale la noche anterior. Pero ahora él ya no estaba en esa habitación.
–¿Dónde se habrá metido?
Una sacudida logró hacerme perder el equilibrio cayendo de bruces al suelo de madera de aquella nave que navegaba por las nubes.
–¡Todos a cubierta!
Aquel alarmante grito eres del capitán de este navío. De inmediato una estrépitosa estampida de marineros se abrió camino hacia cubierta; el sonido de las botas en su carrera hacia donde el capitán los había invocado me hizo estremecer ante la idea de que aquel rechinante piso de madera se derrumbaría ante la estampida de navegantes del cielo.
–¿Victoria?– del otro lado de la puerta se escuchaba la voz de mi primo. Al parecer a nosotros también nos habían convocado a la cubierta–. Son órdenes de Ademar.
–Iré en seguida.Al salir a la cubierta me encontré con un cielo azul y despejado; al menos estaba despejado de nubes ya que frente a nosotros, sobre nosotros e incluso bajo nosotros había enormes montañas que flotaban. Enormes piedras con vegetación por todas partes, incluso colgando de el más pequeño resquicio que pudiesen. En ese lugar donde las nubes pasaban tan cerca de las montañas el agua era abundante permitiendo el crecimiento de esta extraña vegetación que sólo se encuentra en estas montañas; incluso hay especies de animales que sólo viven en estas montañas.
–Bienvenida a las montañas flotantes de Alviôn. Provincia de Williambow.
La cabellera rubia se agitaba de una lado a otro mientras sus ojos fríos miraban al frente, en busca de algún peligro; para un asesino como Ademar Daix siempre hay algún peligro aunque aún no sea visible.
–¿Pronto llegaremos al templo?
Negó con la cabeza mientras comenzaba a caminar hacia nuestro grupo, yo lo seguí de cerca esperando su respuesta.
–Llegaremos al puerto de Alviôn y viajaremos un día entero hacia el templo que está en medio del bosque en la montaña.
Todos estábamos en la cubierta mientras todos los navegantes de aquella nave hacían su labor que fue asignada por el capitán de aquel navío. El puerto de Alviôn estaba a la vista y todos nosotros estamos preparados para comenzar con nuestro entrenamiento.Alviôn es un pueblo simple; unas cuantas casas para las familias que han habitado ahí de generación en generación. Los molinos de viento representaban la estructura más grande de aquel pueblo escondido entre montañas que flotan.
–No hay mucho tiempo, apresurense– dijo Ademar en cuanto el barco tocó el pequeño puerto– debemos llegar a ese lugar para mañana a mediodía.
Los pocos habitantes del pueblo se reunieron en el lugar donde la nave descendió; algunos maravillados ya que en sus pocas primaveras no habían visto semejante cosa, mientras que otros cuyos fríos inviernos son difíciles de contar sólo nos miraban con curiosidad. Los visitantes no eran frecuentes en aquel pueblo.
Cuando bajamos de aquel barco todos se reunieron a nuestro alrededo. Había una sensación de peligro en todo el lugar; los aldeanos nos miraban con desdén y murmuraban en cuanto pasábamos a su lado.
–Debemos salir de aquí lo más rápido posible– murmuró Royse al sentir la tensión que se acumulaba cada vez más en el puerto de aquel pueblo.
El chico rubio que nos guiaba por aquel lugar nos miró con ojos fríos y calmados; al verlo un escalofrío recorrió mi cuerpo. No había peligro en aquel lugar, al parecer los habitantes de aquel pueblo nos temían más de lo que nosotros lea temíamos a ellos.
–A un lado, déjenme pasar.
De toda la gente que estaba rodeándonos apareció un anciano de una edad indefinida; era al parecer el más viejo en aquel lugar ya que incluso los ancianos que nos rodeaban se giraron a mirarlo con respeto en cuanto apareció.
Su apariencia era la de un anciano en su octava década de vida, con la piel arrugada por el paso del tiempo, una larga barba gris que llegaba hasta su pecho; mientras que sus manos se sostenían con debilidad de un gastado bastón de madera.
–¡Asesinos!– en su voz había sorpresa y excitación al vernos–, hace más de ochenta años contados que no había alguien de su clase por aquí.
Comenzó a moverse lentamente hacia nosotros mientras seguía hablando de la última vez que vio asesinos en aquel lugar.
–Sí, fue ya hace más de ochenta años. Desde que mi viejo hermano se fue hacia el gremio.
Ademar caminó hacia él y al quedar frente a él se arrodilló mostrando un gran respeto hacia el anciano.
–Sumo Sacerdote, el maestro del gremio de los asesinos en conjunto con la reina de Brin nos han mandado a éste lugar.
La expresión de felicidad del anciano había cambiado en menos de un segundo mostrándose serio mientras nos miraba de pies a cabeza.
–Mi viejo hermano los ha enviado, ¿es sobre el templo, cierto?
El Sumo sacerdote...
El debe ser el guardián del templo.
–Sí.
El viejo se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección a una colina cercana al pueblo; seguía un camino empedrado que ascendía hasta la colina. Ademar se levantó y nos hizo gestor de continuar el camino.
–¿Es sobre los séptimos hijos?– preguntó el sacerdote mientras seguía el camino en ascenso. Los pobladores se habían dispersado volviendo a sus tareas habituales dando una curiosa mirada en nuestra dirección de vez en cuando–, las aves que llegan a estas montañas me han contado que han nacido siete séptimos.
–Así es, mi señor. Es sobre los séptimos.
–Buscan una forma de detener el oscuro evento que se avecina; la tormenta que se precipita.
Ademar quedó en silencio ante esas palabras.
–El guardián me habló de eso que se aproxima y esperan que en el templo encuentren la fuerza para detenerlo; espero que así lo hagan, es nuestra una esperanza para evitar la oscuridad que pronto cubrirá ReveHult.
Al llegar a la cima de la colina pude ver una torre de tres pisos que se erguía entre el denso bosque de la montaña. Había nubes que rondaban siempre la cima de la torre tratando de ocultarla de aquellos que cruzaran por encima de aquel lugar.
–Que su viaje sea seguro.
El viejo comenzó a bajar la colina dejándonos en la cima admirando el templo en donde nos entrenaríamos.
–Andando, llegaremos mañana al medio día.La calma en aquel lugar se podía tocar; el silencio pedía a gritos que nosotros, las primeras personas que pasaban por aquel lugar rompiesemos la calma. Sin embargo nadie decía nada, viajábamos en silencio atentos a nuestros alrededores; se podía escuchar como el bosque crecía poco a poco, cada árbol, planta e incluso los insectos y pequeños mamíferos que vivían en aquel inmenso bosque.
Un gruñido rompió el silencio y todos tomamos una actitud defensiva a excepción de Ademar y Seth
–¿De dónde viene?– preguntó Royse mirando a su alrededor en busca de lo que sea que haya hecho tal gruñido.
–Pueden calmarse– Ademar continuó su camino–. Dales algún alimento, Royse. El aterrador gruñido fue el estómago del maese Seth.
Las mejillas de mi primo se encendieron mientras todos reían a excepción de Ademar el cual miraba a sus alrededores; al acercarme a él me di cuenta que miraba a unos arbustos cercanos, unas extraños pero curiosos ojos violeta brillaban en la sombras que las hojas brindaban.
Lentamente acerqué mi mano a un de mis flechas.
–Yo no haría eso si fuera tú– Ademar seguía mirando aquel arbusto–, lo que está detrás de ese arbusto siente tu presencia como una séptima y te ha estado observando por largo tiempo. Será mejor que sigamos el camino mientras finjes que no te has dado cuenta de su presencia.
Yo asentí mientras regresaba a donde Royse repartía comida que salía de un pequeño bolso. Uno de sus múltiples inventos; el bolso sin fondo.
La comida fue alegre, nos sentamos a comer un delicioso trozo de carne seca de Brin acompañado de su famoso vino dulce; incluso Ademar se sentó junto a Royse a comer un poco mientras leía un viejo libro desgastado cuyo nombre se había borrado hace muchos años.
Fue entonces cuando regresó a mi mente el enorme libro de hechizos que memoricé casi por completo en nuestra travesía por las nubes; recordé completamente todos los hechizos y la manera de hacerlos.
–Hermana– sus ojos esmeralda se despegaron de la comida y me miraron con duda a la espera de una pregunta o cualquier cosa que fuese importante como para llamar su atención–. ¿Hay alguna forma de memorizar los hechizos en poco tiempo?
Tragó el último bocado que había dado a su carne sin dejar de mirarme.
–Sé que ya lo hiciste, Victoria, lo puedo ver en tus ojos– ella se acomodó los lentes mientras miraba a su compañero de cabellos rubios de reojo–, se que llevaste energía a tus ojos para que recordaran todo lo de ese libro. Puedo verlo en tus ojos.
Los ojos azules del chico se apartaron del libro por unos segundos y me miraron fijamente. Ademar reanudó su lectura después de unos segundos no sin antes darle un trago a su botella de vino.
–Sin embargo eso puede traer malas condiciones para ti, la energía es demasiado para tus ojos. Incluso puedes perder la vista.
Un silencio sepulcral cayó por unos segundos antes de que la agitación en los arbustos nos liberara de aquel letargo de silencio.
Una pequeña cabeza asomó por los arbustos dejando ver un pelaje grisáceo y dos ojos violetas que se centraban en el pedazo de carne que se encontraba en mi mano; el movimiento de su nariz al olfatear era notable. Un pequeño cachorro de lobo salió de los arbustos en busca de comida y se dirigió directamente hacia mi; sin problema alguno compartí lo que restaba de mi carne seca.
Lo olfateo un par de veces antes de tomarlo y comenzar a devorarlo.
–Un Lobo-relámpago; por lo que escuché no quedan muchos– era Grimm'jok el que había hablado con emoción al ver al pequeño animal–, es una lastima que haya escogido a Victoria sólo por ser una séptima.
–¿Escogerme?
–Es uno de los cuatro animales elementales que pueden hacerle frente a un dragón. Sin embargo son muy raros e incluso agresivos si no son criados desde pequeños– Grimm'jok señaló la carne–, le serán fieles a quienes ellos escojan, si esa persona los alimenta sellaran el pacto.
Aquel cachorro se sentó frente a Gale y comenzó a agitar la cola frenéticamente en espera de una respuesta del chico de ojos azules.
–Que curiosos ojos tienes– el chico de cabello rubio-castaño se inclinó al frente para examinar más de cerca al animal–, ¿No es así, Skell?
–¿Skell?
–Un antiguo espíritu del norte, es el lobo que da muerte al sol al atardecer y con el sacrificio de la última luz del sol nace la oscuridad, las estrellas y la luna– Grimm'jok había explicadoa historia de ese nombre pues el la conocía perfectamente al ser muy popular en la región de donde él proviene–; los viejos cuentos relatan que en las noches de luna llena, Skell aparece en la montaña más alta Sköll en la cual vigila que no haya más luces en el cielo más que la tenebrosa luz de la luna.
Yo me quedé en silencio mientras aquel cachorro olfateaba a Gale antes de acurrucarse en sus pies a lo que el ojiazul sólo sonrío y acarició al pequeño animal.
–No sabía que te gustaran los animales.
Ademar soltó una pequeña risa mientras que Gale me miró con una pequeña pero atractiva sonrisa.
–Me temo que aún tiene cosas que conocer de mi, mi lady.
Yo me quedé en silencio, Gale nunca me había dicho algo así y yo me esforzaba en evitar que mis mejillas tomáran un tinte carmesí ante las palabras del asesino.
–Siento arruinar la siesta del pequeño cachorro pero debemos seguir nuestro camino.
Y así todos nos levantamos, con el nuevo miembro de nuestro grupo montado en la cabeza de Gale; Skell, el Lobo-relampago.
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Rolling Star [Saga ReveHult]
ФэнтезиHace años que ReveHult está en paz, las guerras acabaron hace cerca de ciento cincuenta años. Todo término con la guerra entre los humanos contra los Riptens. Se perdieron muchas vidas y muchos héroes legendarios cayeron en aquella guerra, pero al f...