El Coleccionista de almas

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Un coleccionista de almas...
Eso es lo que soy, siempre he dejado que mi espada diga lo que yo siento, he matado a sangre fría; he matado incluso a quienes yo amo.
La muerte me ha traído soledad y oscuridad.
Me ha hecho alejarme de las personas para no herirlas, me ha hecho librar una guerra interna esperando que la mínima esperanza que aún vive en mi pueda derrotar a la muerte y la venganza que acumule por años.
Estaba perdiendo esa guerra, cada día cedía un poco más ante esa maldad.
Hasta que ella llegó a mi vida.
Esa chica de cabellos largos cafés y una dulce mirada de color chocolate cuyo objetivo es volverse más fuerte para proteger a los demás, esa dulce chica de nombre Victoria.
Victoria Degenhart, a quien yo prometí proteger, quien se ha robado mi corazón y mi existencia. Yo regresaré a ti.
Los salones de mármol y oro se extendían hasta donde mis ojos podían ver, estos salones donde aquella oscura y silenciosa noche mi familia fue asesinada por los Yaman. Estos salones que atormentan mi existencia con su mármol teñido de rojo y su oro quemado; con la misma imagen de la muerte reflejada en el brillo del metal precioso y la roca pulida.
–Al fin decides venir.
Sus pasos retumban por todo el lugar mientras yo lo miro fijamente; sus ojos escarlata de cruzan con mis ojos azules.
–He venido a terminar lo que empezamos hace mucho– dije mientras creaba una espada de hielo.
La sonrisa en su rostro se agrandó mientras desenfundaba su katana.
El grito de más de mil almas en pena resonó por aquellos salones, las almas que yacían atrapadas en su espada eran la razón de su locura y su sed de sangre. La razón de mi locura y mi sed de sangre.
–¿Estás listo para unirte a ellos, Gale?– preguntó mientras lamía sus labios, como si saboreara la muerte.
–No, Gale– apunté con mi espada de hielo hacia aquel que se hacia llamar el coleccionista de almas–, eres tú quien dejará de existir; seré yo quien quede de pie.
–Ya veremos, Gale. Ya veremos.
Los dos nos lanzamos el uno al otro con gran fuerza y odio, como dos bestias por el poder absoluto; quien sea que ganara sería quien tome el control de todo. No regresaré a ser él, no perederé a mis amigos, al gremio. No perderé a Victoria.
La pelea ha comenzado y sólo uno de los dos Gales quedará en pie.
Y ese seré yo.
                                                                                       *******
La mañana había llegado antes de que yo me diera cuenta y poco a poco podía escuchar el movimiento en el castillo. Había una nueva reina y todos lo sabían.
–¿Lograste descansar?
Ademar Daix estaba entrando por la puerta y llevaba consigo un poco de comida.
No he comido nada desde la tarde de ayer...
–No– dije sin ganas, pase toda la noche en vela con la esperanza de que Gale despertara, de que me viera ahí esperándolo.
Dejó un pedazo de queso frente a mi junto con un poco de carne asada, pan y una botella de vino.
–Si vas a cuidar a mi hermano debes de tener energías.
Aquel chico de fríos ojos azules y cabellos rubios se preocupaba de su hermano menor y de mi cómo si yo misma fuera su familia.
No es nada como lo que yo había pensado, es más fuerte que Gale. Pero no lo suficiente para pelear con los mercenarios que amenazaban a ReveHult.
Disfrutaba de mi pasivo desayuno mientras el chico observaba tranquilo y callado con su frialdad habitual, me miraba con curiosidad y esperanza.
–Dime, Victoria– una pequeña sonrisa pícara y malévola se dibujo en su rostro mientras me miraba comer–, ¿Gale ya sabe lo que sientes por él?
¿Qué?
Yo tosía mientras golpeaba mi pecho, me estaba ahogando por aquella pregunta por parte del hermano mayor de los Daix.
–Ya veo, deberías hacerlo antes de que algo de lo que te arrepientas suceda.
–¿A qué te refieres?
–Aún no sabemos si Gale despertará– Ademar miró hacia su inconsciente hermano menor con ojos de esperanza–, yo confío en que él deapretará.
Yo sonreí antes de beber un poco del dulce vino que me había traído; es cierto que el vino de Brin es un vino dulce hecho de las cosechas más dulces.
–No podemos dejar que liberen la Rolling Star.
Miré al chico de ojos fríos, sus penetrantes ojos azules tenían tanto en común con los de Gale; por primera vez veía lo que mi hermana ve en él. Ademar Daix tenía esperanza, esperanza de salvarnos a todos.
–No dejaremos que liberen esa gema– dije mientras daba otro bocado al delicioso pan que había traído–. Confía en nosotros.
El rubio soltó una pequeña risa antes de que un silencio llenara la habitación.
Un cómodo silencio entre los dos.
                                                                                         ******
Aquel golpe había impactado justo en mi abdomen y mi cuerpo cayó de bruces; tengo que aceptarlo. El maldito es fuerte.
–¿Qué?– aquel chico de cabellos rubios y ojos rojos sonrío cínicamente mientras limpiaba la sangre de sus labios–, ¿es todo, Gale?
Me levanté a duras penas, no se cuanto tiempo ha sido fuera de aquí pero yo siento que he peleado toda una eternidad contra éste coleccionista de almas llamado Gale.
–No, aún queda mucho de mi.
Volví a formar una espada de hielo y cargué hacia él con toda la intención de eliminarlo.
–Tonto.
Un certero golpe con su katana destruyó mi espada de hielo mientras que yo evadí la filosa hoja por sólo centímetros. ¿Qué clase de monstruo es él?
–¿Te das por vencido?
Una malévola sonrisa apareció en su rostro, sus ojos rojos como daga se clavaron en mi, no sé si tenga una oportunidad de ganar contra él.
–Debes estár pensando si puedes o no ganar contra mi– apuntó su katana contra mi; la sonrisa no se borraba de su rostro ni un segundo–. Sólo mírate, no tienes espada ni esperanzas de ganar; date por vencido y yo tomaré tú lugar en aquella tierra.
Hizo una pequeña pausa para bajar la espada y mirarme fríamente sin la cínica y tenebrosa sonrisa en su rostro.
–Y también tú lugar junto a la hermosa chica de ojos cafés.
Victoria...
¿Qué pensaría ella de que no creo en mi mismo?
Comencé a reír a carcajadas mientras comenzaba a levantarme; por un momento pensé que no había forma de ganarle a éste monstruo.
Pero si hay una forma.
–¿Qué es tan gracioso?
–Yo cambié, sí– miré a aquel sujeto que se hacia llamar el coleccionista de almas de una manera que no había hecho en mucho tiempo–, cambié mi forma de pensar diciendo que mis armas son herramientas para proteger al débil.
Yo lo miraba como lo que soy: un asesino.
–Y eso te hace débil.
–Así es, Gale– apreté el puño con fuerza mientras que caminaba hacia él sin miedo alguno–. Es momento de que mis armas hagan de nuevo su trabajo. Es hora de que agregue otra alma a mi colección.
Aquel monstruo retrocedió un par de pasos mientras yo me acercaba más a él; ese monstruo no era nadie más que yo y sólo yo puedo vencer a ese monstruo.
Para pelear con un monstruo debes convertirte en un monstruo.
–¡Retrocede!
Gale clavó la katana en mi vientre.
Dolor, todo ese dolor que sentía me hacia sentir tan... Bien.
Sus ojos rostros se abrieron como platos, llenos de miedo al ver que aquel golpe no había tenido efecto alguno en mi.
Ahora terminaré lo que empezamos en aquí castillo cuando él, no, cuando yo decidí matar a Kayla.
Tomé la katana lleno de rabia y lentamente la fui retirando de mi vientre mientras la sangre teñía el suelo del color escarlata; aquel dolor que sentía al retirar la espada sólo me hacía querer más y más.
–Estás loco...
Ahora me miraba asustado y asqueado, tenía su katana en mis manos mientras él estaba totalmente desprotegido.
–No, no estoy loco– mis músculos faciales formaban una cínica sonrisa y mis ojos lo miraban con locura, sedientos de ver el líquido escarlata brotar de sus pálida y asustada piel–. Sólo estoy dejando que mis armas cumplan su objetivo: matar.
–Ya veo.
Una malévola y burlona sonrisa se formó en su rostro, el color rojo de sus ojos revivió dándole un brillo, como una hoguera reanimada por unos leños cuando sólo quedaban unas pequeñas ascuas.
–Empezaba a aburrirme.
Una segunda katana se materializó de una energía oscura de tonos negros y rojos; una energía sangrienta.
–¿Pensaste que sería fácil, Gale?
Tomé la katana con las dos manos. –Nunca pensé eso, Gale.
El Silencio inundó el aire, la calma antes de la tormenta, la paz antes de la batalla.
Las espadas chocaron y sacaron chispas mientras nos enfrentabamos. Yo no perderé contra él ni él querrá perder contra mi.
La verdadera pelea ha empezado.
                                                                                            *******
Medio día, quedaba poco tiempo para que la nave zarpe.
Gale no muestra una señal de despertar.
Mi esperanza se agota poco a poco, sin Gale las posibilidades de ganar se desvanecen.
Todos habían venido a verlo, habían visto el estado donde dormía tan pacíficamente.
Astrid, Grimm'jok, Seth, Ursula, Regault, Royse y Ademar. Todos ellos habían visto a Gale y habían tratado de animarme.
Todos notaron la tristeza y ma debildad que todo esto me había causado.
Si no hubiese sido tan débil...
–¿Victoria?
Frente a mi estaba una chica de cálidos ojos azules y rizos dorados. La siguiente reina de Brin.
–Lady Fiora...
–Nada de eso– dijo ella mientras se sentaba justo a mi lado y miraba a Gale dormir pacíficamente–, sólo dime Fiora. ¿Acaso no somos amigas?
A sonrisa que se dibujó en su rostro fue tan bella que quedé asombrada ante aquelma chica qje con dos años menos que yo sería reina de Brin y su belleza no tenía comparación alguna.
–Sí lo somos, Fiora.
La reina se quedó en silencio mientras miraba a su hermano.
–Los Yaman son muy fuertes, ¿cierto?
La pregunta de la hermosa reina había hecho que mi cuerpo se estremeciera de la impotencia.
–Sí, son demasiado fuertes para nosotros– sentí un nudo en la garganta, el tan sólo recordar la pelea contra ellos hacía que recordara mi debilidad–, sólo Gale puede derrotarlos.
–¿Cómo estás tan segura de eso?
–Porque yo soy débil.
La reina de cabellos rubios dirigió su dulce mirada hacia mi y una paciente sonrisa apareció en su rostro.
–Yo creo que Gale no podría pelear con los seis al mismo tiempo– ella apretó el puño y lo apuntó hacia mi–. Necesitará ayuda de todos ustedes para derrotarlos, en especial de ti, Victoria Degenhart.
La reina de cabellos rubios se levantó de su asiento y me encaró.
–De pie– dijo ella gentilmente mientras sonreía con calidez y dulzura.
Ésta niña se ha enterando para ser una excelente reina.
Hice caso a su petición e hizo un gesto para que yo me arrodillara a lo que tambien obedecí. Ella es mi reina después de todo.
–Victoria Degenhart, por el poder conferido a mi por los dioses y todos lo pobladores de Brin asi como de ReveHult; te nombro protectora de Gale Daix, segundo hijo de la casa real Daix y príncipe heredero al trono.
Yo me quedé en silencio, en shock; no sabía como reaccionar a lo que ella había hecho. Ahora Gale no era sólo mi protector, yo también era su protectora.
Ahora tengo una gran responsabilidad.
Las manos de la princesa se posaron en mis hombros y yo levanté mis oscuros ojos para mirarla directamente en sus cálidos y profundos ojos azules, ella era todo lo contrario a sus hermanos.
–Por favor, cuida de mi hermano.
Los ojos se me humedecieron un poco pero obteniendo fuerzas de lo más profundo de mi ser las contuve.
–Lady Fiora.
Ambas miramos a quien cruzó la puerta de la habitación y descubrimos a mi hermano, Marshall el cuál vestía una capa con la insignia real. Eso significa que...
–Debemos seguir con lo planeado mi lady– sus ojos se posaron sobre mi y una sonrisa triunfante se dibujo en su rostro–, Victoria; ¿adivina quien entró a la guardia real de la nueva reina?
Yo abrí los ojos como platos y justo antes de que pudiera responder la reina tomó a mi hermano del cuello de la capa y salió de la habitación arrastrando a mi hermano.
Pobre de ella, tendrá que aguantar al estúpido de mi hermano.
–No se preocupe su majestad– me senté de nuevo junto a la cama donde descansaba Gale y tomé suavemente su mano, era fría y suave como la nieve–; yo cuidaré de Gale.
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Rolling Star [Saga ReveHult]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora