Capítulo 16

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Todas las vacaciones me preparé mentalmente para el regreso a clases pero, Jesús, uno nunca puede prepararse para eso.

Mamá me dejó en la puerta de la escuela y yo rápido le llamé a mi amiga Berenice.

-¿En dónde estás? Acabo de llegar- pregunté una vez que ella me contestó.

-Estoy en el mismo edificio feo y sucio de siempre, hola por cierto- se burla ella ante mi falta de saludo.

-Hola, lo siento, es que estoy algo estresada.

-Acabas de llegar a la escuela y ya estás estresada... eso es mal augurio, mi tercer ojo psíquico me lo dice.

-Necesito vacaciones- ambas pegamos la risotada y yo me gano varias miradas de los demás estudiantes que van pasando a mi lado; bola de chismosos sin vida propia y amargados.

-Ven para acá y deja de chillar, tengo mucho que contarte.

-Bien, ahorita nos vemos.

Termino la llamada y miro indecisa mi camino, no quiero caminar hacia ese edificio, es mi primera clase del día y él estará ahí.

-¡¡Peque!!- gritaron detrás de mí.

Dicen que cada vez que estornudas tu corazón deja de latir por un segundo, bueno, pues yo no necesitaba estornudar para saber que mi corazón se encontraba paralizado. Ahora sí que quería caminar, correr de ser posible.

-¡Jaziel!- respondo con fingido entusiasmo al voltearme. Una hermosa sonrisa me golpea y esa es la tonta señal que le manda a mi corazón para que vuelva a latir arrítmicamente. Ya empezamos con los malestares del corazón una vez más.

-¡Te extrañé, pequeña!- me abraza sin previo aviso, me tenso al instante pero mi cuerpo reconoce al suyo y no tarda en reaccionar como siempre lo hace cada vez que él está cerca; me vuelvo papilla en sus brazos.

-También te extrañé, mundano- admito en medio de un susurro que para mí significa más que para él, la verdad no sé si me ha escuchado.

-Claro, de seguro no tenías a quién molestar- murmura con diversión y sonrío mientras me alejo de él.

-¿Qué comes que adivinas?- niega con la cabeza y coloca su brazo sobre mis hombros.

-Vamos al salón.

El trayecto se me hizo realmente corto y eso que el dichoso edificio está hasta la otra punta de la puerta de entrada, no podía negar que aún me seguía gustando a pesar de mis esfuerzos por olvidarle. Tenía que admitir que extrañaba a mi amigo, ese idiota que me seguía la corriente en todas mis tonterías.

Quizás mi decisión de dejarle de hablar había sido muy drástica y precipitada, quizás podría ser capaz de controlarme y así poder seguir hablándole sin tener que enamorarme. Podría hacerlo y eso es lo que haría.

Llegamos al edificio y rápido detecté a mis amigas y demás compañeros de clase, mi vista se clavó en una chica en especial y al parecer Jaziel también la vio porque me soltó y se fue rápido con ella a abrazarla, hasta la cargó...

Fingí mi mejor sonrisa y llegué con Berenice, Ileana y Nora, mis amigas, las cuales por cierto se encontraban a un lado de Jaziel y Karla.

-¡Te extrañé mucho, Karla!- escuché que alcanzó a decirle Jaziel.

Un repentino coraje me atravesó el pecho, al menos ahora sabía que yo no era nadie especial para él, así era con todas, con todas sus amigas.

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Y he aquí otro capítulo que espero les haya gustado, no olviden dejarme su voto y/o comentario, ¿qué opinan de Jaziel? En fin, nos seguimos leyendo, espero pronto <3

Cosas que nunca le dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora