7. Si él fuese tú

925 172 61
                                    

(N/A): Capitulo con contenido R-18

Yuuri tecleó con rapidez en su laptop.

En los últimos tres días había dormido solo un par de horas producto de la excitación que le producía investigar el caso de Otabek, su corazón latía con fuerza cuando encontraba un pequeño detalle que la prensa había pasado por alto convenientemente.

El japonés sentía ser un cazador a punto de atrapar una gran presa.

La luz del cómodo despacho que Victor y él habían hecho en su casa era tenue y daba de lleno en el amplio escritorio de roble sobre el cual Yuuri trabajaba, paseó su vista con lentitud sobre los numerosos estantes que cargaban en sí los tomos de leyes que tanto apasionaban a ambos y lanzó un suspiro. Se quitó las gafas y desperezó sus ojos frotándolos antes de tomar la pequeña libreta que Otabek le había dado hace unos días.

Sintió la emoción crecer dentro de sí.

Sabía que el kazajo había conseguido esa información durante su estadía en la cárcel, sabía también que probablemente no era una pista fiable pero de solo pensar que todo lo que había allí escrito fuese verdad la adrenalina del inminente triunfo le llenaba las venas corriendo con fuerza.

Ojeó las páginas manchadas de la sangre de Otabek una vez más, en ellas habían nombres, direcciones, montos astronómicos de dinero lavado y todos ellos indicaban una sola cosa.

Vladimir Záitsev –supuesto miembro activo de la rama más peligrosa de la mafia rusa- estaba fuertemente implicado en el tráfico de armas que desde hace unos años asolaba a Rusia y eso no era todo, además según la información contaba con un ayudante dentro de las fuerzas de la ley.

Yuuri cerró la libreta y la sostuvo junto a su acelerado corazón, deseó con todas sus fuerzas que esto le ayudara a probar la inocencia de Otabek para que éste pudiese salir a la calle como el hombre honrado que Yuuri pensaba que era.

Cerró los ojos aun sosteniendo la libreta en su pecho y pensó en el kazajo.

Pensó en Otabek y en esa imperturbable paz que le hacían sentir cada vez que estaba a su lado, en la forma en la que su ceño se fruncía cuando se concentraba en algo, como sus músculos se movían bajo su camiseta cuando pasaba los dedos por su suave cabello y como sus labios se curvaban en una casi invisible sonrisa cuando veía a Yuuri.

Se dio libertad durante cinco segundos para imaginarse qué se sentiría besar esos labios, sintió su piel erizarse cuando imaginó las manos de Otabek recorriendo su cintura mientras le besaba con pasión. Yuuri se encontró a si mismo deseando enredar sus dedos en el cabello del kazajo para atraerlo hacia sí y así profundizar aquel inexistente beso que probablemente jamás ocurriría.

El sonido de la puerta abriéndose sacó a Yuuri de sus pensamientos.

Victor estaba de pie dándole la espalda a la puerta ya cerrada, sostenía entre sus manos un enorme ramo de rosas rojas y Yuuri se sintió como un infiel al ver su expresión bañada en dolor.

-Yuuri-. Dijo con suavidad mientras se acercaba al escritorio con paso lento.

El japonés se puso de pie con algo de brusquedad y mientras lo hacía lanzó la libreta de Otabek con disimulo en su maletín que descasaba junto a la silla, ocultándola así de la vista de su marido.

-Victor-. Contestó el menor rodeando la mesa y apoyándose en la parte frontal.- ¿Necesitas algo?-.

-Te necesito a ti-. Victor dejó el ramo de rosas sobre un pequeño sofá y siguió acercándose a Yuuri.- Necesito que me escuches, necesito pedirte perdón por lo del otro día-.

• Masks • Otayuuri AU• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora