14. Un laberinto

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(N/A): Capitulo con contenido R-18.

Las palabras de Popovich resonaban con fuerzas en la mente de Yuuri.

Había comenzado inconscientemente a caminar más rápido por la helada calle, su aliento formaba un halo alrededor de su pálido rostro dándole un aspecto casi fantasmal.

"Un lobo con piel de oveja".

Dejó que sus pasos lo guiaran por inercia hasta el archivo, deseaba con todas sus fuerzas estar resguardado en los brazos de su amante kazajo, sentir las manos de Otabek acariciando su cabello y acunando su rostro para besarlo con la suavidad y determinación tan característica de su persona.

Al divisar el edificio a lo lejos comenzó a correr, la sensación de ser perseguido no podía abandonarle desde hace un par de cuadras, sacó sus llaves mientras corría por la acera, al llegar a la entrada marcó el número de acceso con manos temblorosas y subió al segundo piso saltando los escalones de dos en dos.

Con las llaves en su mano abrió la puerta del departamento n° 16 y cerrándola con fuerza suspiró aliviado, dejó su espalda deslizar por la puerta mientras cerraba los ojos con fuerza.

Se percató demasiado tarde de que Otabek le miraba atónito, con el cuerpo en posición de ataque listo para defender al japonés y escapar.

— Yuuri— Dijo Otabek con voz ronca de salvajismo, sus ojos llameando con determinación.

— Otabek— Yuuri dijo en medio de un suspiro, se puso de pie y lanzándose a los brazos del menor unió sus labios con los ajenos.

— Yuu— Susurró Otabek con los labios semi adheridos a los de mayor, anudó sus brazos en la cintura del nipón y lo apegó a su cuerpo para profundizar el beso.

Yuuri se separó del menor casi a regañadientes— Beka, tengo información importante que podría servirnos para probar tu inocencia—.

— Eso no importa ahora, lo que importa eres tú, ¿estás bien?—.

— Lo estoy, tranquilo, solo quería llegar pronto para poder contarte lo que descubrí—.

Otabek se separó de Yuuri con suavidad y tomando su mano lo guio hasta la pequeña habitación, se lanzó a la cama y acunó al japonés entre sus brazos mientras con sus dedos recorría los oscuros mechones de cabello del mayor.

— Bien, adelante—.

Yuuri comenzó a narrar con voz seria todo lo que Popovich le había contado, como Vladimir Záitsev había puesto los negocios de la mafia en la mira de la policía y como un pequeño error sumado a otros cuantos había terminado por costarle la vida a manos de un subordinado de Feltsman con cuyo nombre y paradero aun no podía dar.

Omitió convenientemente la parte en la que Georgi Popovich parecía devorarlo con los ojos y como le había advertido sobre un lobo en piel de oveja. Omitió también la parte en la que comenzaba a sentir que alguien lo perseguía por las calles hasta el departamento.

Otabek abrazó más estrechamente a Yuuri, adhiriendo sus labios a la sien tibia del mayor, apoyó la palma abierta de su mano sobre el lugar donde latía el corazón del japonés y rogó a todos los dioses existentes de que ese latido fuerte y constante siguiera así por muchos años más.

Luego de un par de segundo donde se deleitó con la vida corriendo por las venas de Yuuri, expresó su pensar en voz alta.

— No me gusta que estés recurriendo a sujetos peligrosos por mi culpa—.

— Pero es necesario, Beka— Yuuri se sentó en la cama y miró al menor a los ojos. — Nos ha dado información de gran valor, ahora hay mayores posibilidades de que te dejen en paz, solo tengo que dar con el verdadero asesino—.

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