4. ¿Quién eres tú?

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Yuuri corría a toda velocidad por la calle desierta. Su aliento tibio formaba un halo de vapor alrededor de su boca, sus pulmones quemaban entre jadeo y jadeo.

Era muy entrada la noche y podía sentir en su espalda la sensación de que tendría problemas dentro de muy poco, seguramente Victor estaría furioso con él.

Había estado hablando con Otabek mucho más tiempo del que tenía planeado, la situación le apasionaba haciendo que la parte de él que era uno de los mejores abogados del mundo comenzara a trabajar a mil kilómetros por hora. Conversar con el chico kazajo había esclarecido muchas de sus dudas respecto al caso de Vladimir Záitsev y cada segundo que pasaba sentía una mayor certeza de que Otabek era inocente.

Eran tantas las cosas que no calzaban.

Sus pasos resonaban con fuerza en el asfalto y sentía martillar su pulso en el oído izquierdo, sus piernas comenzaban a protestar cuando divisó su casa a lo lejos, todas las luces estaban encendidas, Yuuri minimizó su paso.

Sintió su mano temblar mientras introducía su llave en la ranura de la puerta principal, abrió con suavidad y entró en el lugar, cerró la puerta tras de sí y caminó a paso lento hasta la estancia principal, su corazón se saltó un latido al ver a Victor sentado en el sofá individual junto a la chimenea con un vaso de whisky entre los largos dedos de su mano izquierda, la derecha se posaba con delicadeza en su sien como si le dolería profundamente, sus ojos azules permanecían cerrados en una expresión de profundo dolor.

-Hola-. Dijo Yuuri con suavidad intentando agregar a su rostro la dosis justa de arrepentimiento.

Victor abrió los ojos de golpe y los fijó en Yuuri quien se sorprendió de su expresión, su siempre dulce rostro no estaba, las facciones del ruso estaban bañadas de rabia.

-¿Se puede saber dónde diablos estabas?-. Dijo el mayor con calma.

-Salí a caminar-. Contestó Yuuri.- Estaba un poco mareado-.

-Saliste a caminar... ¿de casualidad pensaste en que en la ciudad hay un asesino suelto que está tras de mí y por lo tanto tras de ti?-.

-Lo sé, tuve cuidado de no...-.

-¡¿EN QUE CARAJOS ESTABAS PENSADO YUURI?!-. Interrumpió Victor al tiempo que se ponía de pie y lanzaba con furia el vaso con licor a la chimenea prendida, Yuuri pegó un salto hacia atrás e instintivamente se cubrió el rostro con los antebrazos cruzados.

-V.Victor lo siento yo...-. Yuuri comenzó pero fue interrumpido nuevamente por su marido.

-¡¿Tu qué?!-. Gritó Victor acercándose al japonés a grandes zancadas hasta quedar a solo un par de centímetros de él.- ¡¿Acaso piensas Yuuri, sabes lo peligroso y estúpido que fue salir solo?!-.

-Pe...pero no me ocurrió nada-. Contestó el menor.

-Si claro, porque realmente no importa que haya tenido un colapso nervioso al llegar a casa y no encontrarte aquí-.

-Realmente lo siento Victor, por favor... por favor perdóname-.

Victor frunció los labios y Yuuri fue capaz de ver la batalla interna del ruso por decidir qué hacer desde ahora, el japonés tembló cuando vio a su marido levantar la mano derecha con brusquedad y cerró los ojos con fuerza esperando sentir el impacto de la mano de Victor en su rostro, pero este no llegó.

El peli plata enredó sus largos dedos en el oscuro cabello de Yuuri y unió sus labios a los suyos con un dejo de violencia.

Yuuri se afirmó de los bíceps de Victor mientras este devoraba su boca con pasión, rabia y lujuria. El ruso aferró la cintura de Yuuri con su brazo izquierdo mientras que con su mano derecha masajeaba los glúteos del menor, el japonés soltó un fuerte gemido ahogado por los labios de Victor cuando éste le palmeó el trasero con fuerza.

Este Victor no era su Victor, el hombre dulce que le trataba con cuidado como si estuviese hecho de cristal, este hombre no era nada de eso y Yuuri estaba asustado.

Victor tomó a Yuuri por la cintura y lo dejó caer en el sofá de la sala con brusquedad para posteriormente halar la camisa del menor con todas sus fuerzas, el japonés se cubrió el rostro cuando los botones de la prenda salieron disparados en todas direcciones.

-Victor detente por favor-. Rogó Yuuri intentando empujar al mayor desde el pecho, sintió pánico al ver que el fibroso cuerpo de su marido no se desplazaba ni un milímetro del espacio que ocupaba sobre el aterrado japonés.

-Tienes que aprender a obedecerme Yuuri-. Contestó el mayor mientras mordía el cuello del pelinegro, sus labios adheridos a la piel sensible producían una sensación en Yuuri que estaba bastante lejos del acostumbrado placer.- Tienes que entender que mi palabra es la ley-.

El ruso bajó hasta el pecho de su esposo con un camino de besos salvajes y completamente descuidados, Yuuri soltó un grito de dolor al sentir los dientes de su amante clavándose con saña en su pezón izquierdo.

El miedo y el dolor fueron demasiados para Yuuri quien comenzó a llorar desconsoladamente, se quitó las gafas y cubrió sus ojos con las palmas de sus manos mientras sentía como el cuerpo de Victor se quitaba con lentitud de encima suyo mientras que su propio cuerpo temblaba con los violentos espasmos del llanto.

-Yuuri...-. Victor llamó en voz baja.

-No necesito salir a la calle para estar en peligro, no es necesario que Altin esté libre para que me haga daño-. Dijo Yuuri cubriéndose aun los ojos.- ¡Nada de eso es necesario porque tú te comportas como un jodido monstruo!-.

Yuuri apartó las manos de su rostro para ver fijamente a Victor, quien –estando aun sentado sobre él- lucía como si alguien le hubiese dado un puñetazo en el rostro en medio de la oscuridad. El japonés se irguió empujando al mayor en el proceso cayendo este al suelo, para ponerse de pie y correr escaleras arribas escuchando a Victor llamar su nombre tras de sí.

Yuuri entró en la habitación matrimonial y cerró la puerta con llave, recordó pasados unos segundos que en el escritorio del estudio de Victor había una copia de la llave de cada cerradura de la casa, por lo que trancó la puerta con una pesada silla de madera pulida.

Aun llorando, se lanzó a la cama y cubrió su cabeza con una almohada. Sintió una fuerte punzada de dolor en el pecho cuando el aroma de Victor llegó hasta él, proveniente de las almohadas y mantas de la cama donde tantas veces se habían amado.

El pelinegro se preguntaba si realmente conocía a ese hombre mientras el sueño comenzaba a nublar sus pensamientos.

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Hola a todas/os! lamento de ante mano que el capitulo sea tan corto, voy a intentar que los próximos tengan una cantidad decente de palabras, espero que les guste y que estén muy bien ♥ oh y pues claro... supongo que debí avisarles antes de que la personalidad de Victor está bastante deformada en este fic ya se dieron cuenta, aunque sabemos que Victor es una dulzura en realidad (◕‿◕✿) y en otros temas muy importantes ¿ya vieron las nalgotas que tiene su figura a escala? (ง ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)ว fiiiu necesito uno de esos, suertudo Yuuri xd

Besos y gracias por leer, votar y comentar. Gudbai.

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