Yuuri Katsuki debió haber evaluado mejor sus opciones cuando fue en busca de la ayuda de Georgi Popovich. Hace días que se sentía perseguido y dudaba mucho que solo fuese paranoia.
Caminaba por la calle a paso rápido en un intento de escapar de la persona que sabía le estaba siguiendo hace por lo menos tres calles, ese día se dirigía a ver a Otabek pero considerando la situación actual encaminó sus pasos hasta la oficina de Victor.
Suspiró con pesar cuando se encontró frente a la imponente entrada del edificio y traspasó las puertas con la cabeza gacha, como si todos los que transitaban por el lugar fueran capaces de ver las marcas de Otabek surcando la piel del japonés.
Hace tiempo que tenía aquella desagradable sensación.
Sintiéndose completamente expuesto caminó hasta la hilera de ascensores ubicados justo frente a la entrada, saludó con cortesía a algunas de las personas a su alrededor y entró presuroso al cubículo cromado de un intenso dorado, las tres paredes restantes a la de la puerta reflejaban el cuerpo de Yuuri haciéndole sentir incómodo, demasiado visible al resto de sus acompañantes.
Marcó el número 15 en el tablero y sintió la familiar sensación de vacío en su estómago cuando el aparato comenzó a subir.
Al llegar al piso 15 bajó tan rápido que se tropezó con sus propios pies, cayendo de rodillas frente a varias personas que en el momento transitaban por la estancia realizando sus labores del día, un chico que parecía algo más joven que él se apresuró a su lado ayudándolo a ponerse de pie, Yuuri le dedicó una sonrisa avergonzada susurrando un gracias para luego salir disparado a donde sabía que estaba Victor.
No tenía ni la más mínima idea de que excusa usaría para justificar su presencia allí.
Caminó por un largo pasillo deleitándose con la vista de la cuidad que ofrecían los extensos ventanales ubicados cada cierto tramo, se paró nervioso frente a una puerta doble de madera en la que una placa plateada presentaba el nombre de Victor Nikiforov, esperó unos segundo y luego giró el pomo entrando a la oficina.
Al cerrar la puerta con suavidad tras él se quedó unos segundos apreciando la escena que transcurría dentro de la habitación.
Victor estaba sentado tras su escritorio tras el cual se encontraba una enorme ventana por la que él miraba al exterior, llevaba pantalones de vestir grises junto con una camisa inmaculadamente blanca, la chaqueta del conjunto estaba colgada en el respaldo de la silla en la que el hombre descansaba.
Yuuri admiró la forma en la que él recorría su labio superior con la punta de su dedo en aquel típico gesto pensativo que el nipón amaba, su cabello completamente apartado de su rostro dejaba a la vista sus ojos tan azules como el cielo, ardientes con la determinación de alcanzar un objetivo.
Katsuki se preguntó por un momento si era posible estar enamorado de dos personas al mismo tiempo, porque si Otabek era fuego y pasión, Victor era la calma previa a la tempestad absoluta y el japonés amaba ambas cosas.
Su corazón comenzó a latir más rápido cuando Victor reparó en su figura y sonrió ampliamente iluminando su rostro mientras se ponía de pie para cruzar la estancia a grandes zancadas y terminar envolviendo a Yuuri en sus brazos, sosteniéndolo fuertemente contra su pecho.
— Yuuri, que agradable sorpresa—. Susurró el ruso con los labios adheridos a la frente del menor. —Precisamente estaba pensando en ti—.
El japonés no dijo una palabra, en lugar de eso rodeó el torso de su marido con ambos brazos sosteniéndolo en un abrazo apretado, ocultando el rostro entre el hombro y el cuello del mayor y sintiéndose como si fuese la primera vez que lo hacía.
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• Masks • Otayuuri AU•
FanfictionVictor Nikiforov y Yuuri Katsuki son un famoso matrimonio de abogados, ambos llevan una vida feliz y plena, pero las cosas se complican al enterarse de que uno de los hombres a los que Victor había conducido a la cárcel se ha fugado. Otabek Altin es...