13. Un lobo con piel de oveja

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Yuuri caminaba por las calles casi desiertas de la ciudad, el sol se escondía y producto del helado clima solo quedaban un par de vendedores con sus tiendas abiertas en las que algunos clientes curioseaban o se protegían durante algunos minutos del frío.

El japonés entrecerró sus ojos y se subió la mullida bufanda hasta ocultar completamente su nariz.

El trabajo que llevaría a cabo hoy era peligroso y muy importante, seguramente la libertad de Otabek ahora descansaba en las manos del aterrado pero decidido nipón.

Mientras avanzaba a paso firme por la calle se preguntó en qué momento había pensado que convertirse en el amante del kazajo se le había hecho una buena idea, su corazón se encogió al pensar en su dulce Victor, que ahora más que nunca se comportaba como un verdadero príncipe, llevándole el desayuno a la cama, llegando con rosas por la noche y complaciendo cada pequeño capricho que Yuuri tenía.

A pesar de que su corazón aún estaba en manos de Victor, su cuerpo solo respondía a las de Otabek y eso le hacía sentir como una basura.

Dejó de lado sus pensamientos cuando a lo lejos divisó el lugar al que se dirigía. Una galería abandonada y de un color gris plano rompía la monocromía blanca del paisaje a su alrededor.

Apresuró un poco su paso y al llegar hasta el edificio entró con algo de duda, había tenido que investigar un montón para dar con el sujeto que le esperaba en el centro del edificio justo frente a la entrada principal.

Era un hombre ruso de aproximadamente treinta años, de cabello oscuro acomodado en un dramático copete y profundos ojos azules, miraba a Yuuri de arriba abajo y al ver el pequeño sonrojo del japonés sonrió de medio lado.

— Lamento haberle hecho esperar señor Popovich— Dijo Yuuri en voz casi inaudible, la mirada de cazador del ruso le estaba intimidando.

— No hay ningún problema señor Nikiforov- Katsuki, tengo tiempo libre hoy — El ruso ubicó sus manos tras su espalda y Yuuri fingió no notar a los cuatro enormes hombres que le acompañaban y se mantenían ocultos en las sombras.

Georgi Popovich era conocido en el bajo mundo por haber sido el hombre que traicionó al jefe de la mafia, Yakov Feltsman, y vivió para contarlo, nadie sabía con exactitud el por qué Georgi había decidido abandonar a Yakov siendo que era su mano derecha desde hace mucho tiempo, los rumores eran varios pero al parecer ninguno acertado.

Desde su deserción de la Bratva, el ruso se había convertido en uno de los principales comerciantes de información de Rusia y ese era el motivo por el cual Yuuri estaba de pie frente a él.

— ¿Le parece que vayamos al grano, señor Nikiforov- Katsuki?— a Yuuri comenzaba a incomodarle la forma en la que el hombre pronunciaba el apellido Nikiforov, pero aun así asintió manteniendo la mirada fija en los cordones de sus zapatillas deportivas.

— Señor Popovich, necesito que responda un par de preguntas sobre el asesinato del ministro Vladimir Záitsev.

Georgi silbó mientras miraba a Yuuri con una expresión extraña en su rostro.

— Me temo que esa información le va a costar una suma significativa, pero lo que me llama la atención señor Nikiforov- Katsuki es ¿por qué recurre a mis servicios si fue su mismo esposo quien manejó ese caso?, usted podría obtener la información que desee completamente gratis—.

— No quiero que mi marido se entere de que investigo el caso— Contestó el de ojos oscuros mientras Georgi sonreía.

— Bien, entonces pregunte, luego nos podemos poner de acuerdo sobre el pago—.

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