Capítulo 17

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Lily no sabía qué hacer. ¿Iba en busca de Niall? ¿Buscaba a algún profesor? ¿Mandaba una lechuza al Ministerio? Daba vueltas por el despacho pensando qué hacer. Ya había ordenado a Kreacher que se marchara a Grimmauld Place por si sus padres regresaban. Albus Dumbledore y Severus Snape no dejaban de observarla.

- Lilian, tienes que actuar ya. – Albus Dumbledore animaba a la pequeña para hacer lo que ella no se atrevía. – No queda tiempo.

- Lily – Esta vez fue Severus Snape quien habló. – Físicamente, eres igual a tu abuela. Si eres igual como persona, no necesitarás magia para ayudar a tu familia. Tienes el valor suficiente para continuar, ¿verdad?

Lily meditó un momento observando los dos retratos. Sabía la respuesta.

- Sí. Puedo hacerlo. Soy una Gryffindor.

- Adelante, entonces. Ya sabes qué tienes que hacer. – Albus sonrió a la pequeña y la miró a través de sus gafas de media luna. Parecía que la atravesaba con Rayos X pero no le molestó.

Lily se marchó del despacho y fue directa hacia las mazmorras. No tenía ni idea de cómo iba a entrar en la Sala Común de Slytherin pero tenía un presentimiento. Llegó frente la puerta de la clase de Pociones y lo vio. Él estaba allí, pero había alguien más. Rose. Su prima. Estaban juntos, besándose. Lily se quedó paralizada observándoles mientras le caía una sola lágrima. No era de tristeza. No, era rabia. Por haber creído en su suerte. No importaba. No tenía tiempo para peleas. Necesitaba a Malfoy. Sí, Malfoy. Se acabó el llamarlo por su nombre.

- ¡Malfoy! – Entró corriendo en el aula, como si no hubiera visto nada. – Te necesito. – Ignoró por completo a su prima, ni siquiera la miró cuando ésta le agarró un brazo, del cual se libró sin esfuerzo. – Tienes que acompañarme. ¡AHORA!

- ¿Pero qué dices, Lily?

- Que te necesito. Es confidencial. Acompáñame y te lo contaré por el camino. Ahora, vámonos. – Tiró del brazo del chico y dejaron a Rose sola en el aula.

Lily tiró de Niall hasta que llegaron al Recibidor. Lily lo soltó, se dio la vuelta y lo miró.

- Necesito que me lleves a la Mansión de tu abuelo.

- ¿QUÉ? Lily, ¡estás loca! ¡No puedo llegar a casa de mi abuelo como si nada! ¡Me desheredó! ¡Y a mi padre!

- Lo sé. Pero tienes que ayudarme. Eres el único que puede hacerlo. Créeme, preferiría hacerlo sola.

- Está bien… ¡Pero yo no entro en esa casa!

- Como quieras. – Lily estaba tranquila. Había decidido dejar a un lado su corazón roto para otra ocasión dónde no se jugara la vida de sus padres y hermanos. – Sólo necesito que me acompañes hasta allí. No tengo varita. Es una historia muy larga y no sé dónde vive tu abuelo.

- Vale. ¿Cómo pretendes que lleguemos hasta allí?

- Volando, claro.

- ¿Volando? ¿Cómo? ¿En escoba?

- Exacto. Utiliza un hechizo convocador. Quiero la escoba de Louis. Es la más rápida.

- ¡Accio Nimbus 2020! – Niall no parecía muy convencido en que eso funcionara, hasta que, pasados unos 10 segundos, vio como una escoba volaba directamente hasta ellos. - ¡Vaya! ¿Eso lo he hecho yo?

- Claro. – Lily agarró la escoba y la puso a su altura para subirse y esperó a que Niall se subiera tras ella. – Abre la puerta.

- ¡Alohomora! – La puerta principal se abrió y ellos salieron del castillo. Volaron unos 30 minutos. Durante todo ese tiempo Lily puso al corriente de todo a Niall, quien se quedó impresionado por todo lo que era capaz de hacer su abuelo. Ahora entendía mucho mejor a su padre. Estaban congelados cuando Niall le dijo a Lily que descendieran, que ya no estarían muy lejos. Así era. Estaban justo encima de la Mansión Malfoy. Descendieron y dejaron la escoba escondida tras unos matorrales del jardín delantero.

- Te he dicho que yo no entraba ahí.

- Vale, déjame morir. No tengo varita, te necesito.

- Psss… Te odio, Lily Potter. – Niall comenzó a caminar, justo delante de Lily con la varita preparada. Lily miraba hacia todas partes atenta a cualquier sonido que le dijera que sus padres y hermanos estaban allí.

Y entonces todo se volvió oscuro. Los habían atrapado. Lily mordió la mano que le tapaba la boca y los ojos y dio una patada al encapuchado que había atrapado a Niall. Cogió al chico y comenzó a correr hasta la puerta. Niall gritó y la puerta se abrió de par en par y los chicos entraron haciendo que los que los seguían chocaran contra la puerta cerrada. Lily y Niall se escondieron tras una puerta. Sabían que no habían empezado bien. Habían dado la alarma. Ya sabían que ellos estaban allí. Ambos callaron y escucharon lo que decían los de la habitación contigua. En ese momento alguien le volvió a tapar la boca a Lily. Esta vez mucho más suavemente que antes. Cuando se dio la vuelta vio a su padre que la observaba feliz.

- Lily, mi pequeña. – Harry habló en un susurro mientras abrazaba a su hija.

- ¡Papá! Creí que no os volvería a ver. – Lily respondió en el mismo tono

- No nos perderás tan fácilmente pequeña. Volvamos a casa. Por cierto, ¿quién este chico que te acompaña?

- Soy Niall Malfoy, Señor Potter. Encantado. Soy el mejor amigo de Zayn.

- ¡Oh, vaya! Por fin conozco al amigo de mi hijo. Me alegro. Ahora, vámonos. ¿Cómo habéis llegado?

- Con la escoba de Louis – Respondieron los dos chicos a la vez.

- Está tras un matorral.

- Muy bien. Quedaos aquí. Voy a por ella y después regreso y nos vamos. – Harry se puso la capa invisible que llevaba escondida bajo la camisa y salió por la ventana. No tardó ni 3 minutos en regresar. – He mandado la escoba a casa. Meteros bajo la capa. Nos vamos a desaparecer, agarraos a alguna parte de mi cuerpo y no os soltéis. Muy importante, no os soltéis.

Lily volvió a sentir esa sensación como si un gancho tirara de su estómago y, de pronto paró y sintió el suelo bajo sus pies. Abrió los ojos y vio la cocina de su casa. Estaban salvados.

Lily Luna PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora