Llegó Halloween. Como Lily era la única que cursaba Estudios Muggles, había propuesto a la directora McGonagall hacer ese año algo especial en el banquete: un baile estilo muggle, con disfraces y sustos por las esquinas. A Lily le encantaban esas cosas muggles. En su escuela, antes de Hogwarts, siempre era la que mejor iba a clase disfrazada en Halloween. Bueno, gracias también a que Ginny retocaba su disfraz con un poco de magia. McGonagall aceptó la propuesta, siempre y cuando hubiera mínimo 100 alumnos que participaran y que, para conseguir sus disfraces, usaran magia (transfiguración, pociones...). Lily estaba muy contenta y repartió hojas de pergamino con dibujos pintados por ella misma. La fiesta no era necesariamente "de terror", simplemente de disfraces. Todos los hijos de muggles estaban encantados con la idea y, aunque los que habían nacido en familias mágicas no sabían de qué se trataba esa fiesta, también pusieron entusiasmo. Y, sin darse cuenta, Lily había conseguido atrapar con la idea de la fiesta a todo el castillo, tanto alumnos como profesores.
El 31 de Octubre todos ayudaban a Lily a decorar el castillo, habían llenado toda la Escalinata de Mármol de calabazas, el Gran Comedor había cambiado: ya no estaban las mesas de las casas, sino que había dos largas mesas en los laterales de la sala, dejando una amplia pista de baile acabada con un gran escenario dónde actuarían "The Wizards of Rock" y, para terminar, habían hecho que los elfos no limpiaran durante un mes las paredes del Gran Comedor, consiguiendo que las arañas tejieran por todas las esquinas, dando un toque muggle "encantador" al Gran Salón. La Potter estaba tan ocupada con los preparativos que no había tenido tiempo de preparar su disfraz. Había escrito a su madre y a su abuela Molly para que la ayudaran con el traje y ella haría el resto con su cara. Tenía pensado cambiar su aspecto físico. Sabía que era muy difícil y que eso era de varios cursos más avanzados pero tenía la seguridad de que lo conseguiría.
A las 5 de la tarde decidió que todo estaba perfecto y bien organizado por lo que subió a la Torre de Gryffindor a arreglarse y comenzar su transformación. Había recibido el paquete con su nuevo disfraz diseñado entre su madre y su abuela la noche anterior, pero aún no lo había visto y no se lo había probado. Llegó al dormitorio y comprobó que no quedaba ninguna chica allí. Se duchó y se puso el vestido. Le quedaba perfecto. Era un vestido rosa con volantes y tul y sin tirantes que realzaba su figura. Se miró al espejo y empezó a cambiar partes de su cara. Cambió el color de pelo, sus cejas, su nariz y sus labios. Se puso un poco de poción alisadora en su nuevo pelo rubio y comprobó, satisfecha, que había conseguido hacer el hechizo y que le había quedado muy bien. Se puso unos zapatos de bailarina, unos pendientes pequeños de perlas y se guardó la varita escondida en el vestido. Se miró por última vez en el espejo "¡Vaya, qué distinta estoy!" Y era verdad. No quedaba ni una peca en sus mejillas, su pelo rubio caía en pequeños tirabuzones sobre sus hombros, era más corto que su pelirrojo cabello, sus ojos azules resaltaban aún más bajo esa cara de niña buena que le confería el traje de bailarina. Decidió que estaba perfecta y bajó al Gran Comedor. Sabía que llegaba tarde porque cuando subió ya vio a parejas que bajaban la Escalinata de Mármol para empezar la fiesta pero no le importaba porque nadie la reconocería. Peter la esperaba en la Sala Común. Iba de pirata y el color oscuro de su piel le confería un aspecto muy varonil. Se quedó con la boca abierta al ver bajar a Lily, aunque al principio no sabía quién era.
- Perdona, ¿queda alguna chica en los dormitorios? Busco a mi novia que aún no ha bajado.
- No, no queda nadie. Yo soy la última.
- Oh, vaya... Bueno pues me marcho, ella habrá bajado y no me di cuenta. Gracias.
- ¡Tonto! Soy yo, Lils.
- ¿En serio? Vaya... Lily, estás...
- Lo sé, genial.
- No... Iba a decir, increíblemente hermosa. Pero así es como estás siempre. - Peter se acercó a la chica y la besó muy tiernamente. Lily le devolvió el beso, pero por algún motivo no le gustó. Intentó que no se le notara porque era la primera vez que le pasaba. Y Peter se dio cuenta.