DURANTE -16 ; Swear it.

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-¿La encontraste?-Pregunté acercando el pequeño tuvo a mi boca.

-Lo hice.

-¿Lo sabe?

-Lo sabe-Respondió

-¿Y qué harás?

-Voy a encargarme de ella-Informó.

-Quiero conocerla-Confesé

-Te visitaremos-Aseguró-Tengo que dejarte, papá tiene algo importante que decirme.

-De acuerdo, saluda a Monroe de mi parte-Suspiré-Y se cuidadoso, apenas tiene tres años.

-Ya casi cuatro-Corrigió.

-¿Ella luce como...

-Es el retrato de Maddox-Espetó desde la otra línea.

-Cuídala mucho Morris, por favor-Supliqué.

-Lo haré Margot, no te preocupes. Debo colgar, pero cuando necesites hablar...

-Lo sé, gracias.

-Te quiero-Espetó.

-También te quiero Morrison-Sonreí antes de tragar el nudo en mi garganta y finalizar la llamada.

Lo extrañaba demasiado.

Abandoné el sector donde se encontraban los teléfonos, caminé escoltada por un guardia hacia las afueras de la prisión, a lo que llamaban el patio recreativo pero no era más que un pequeño rectángulo de césped y mucho olor a mierda donde un sinfín de reclusas se reunía para disfrutar del aire libre. Me acerqué a Ginger quien se encontraba de pie, con su espalda asentada en el enorme paredón que dividía la prisión con el mundo exterior, el paredón que simbolizaba mi encierro y me alejaba de la libertad.

Ginger había atravesado días duros, la noticia de una enfermedad terminal llegaron a sus oídos semanas después de que se ofreciera a ayudarme a salir adelante. Aquello me entristeció casi tanto como a ella, pero me obligó a ser fuerte. Ginger, al igual que yo, no tenía a nadie más con quien compartir su tiempo y aunque detestaba admitírmelo, me había demostrado en numerosas ocasiones que se había encariñado conmigo del mismo modo que yo lo había hecho con ella.

-Te ves para la mierda-Hablé imitando su pose.

-Me parezco a ti cuando te rescaté-Se burló, y era cierto. Había perdido una gran cantidad de peso.

-De todas formas, aquel mal estado lucía mejor en mí.

-Por supuesto, tu enfermedad estaba en tu cabeza-Repuso-No en tus huesos.

Suspiré apenada, verla en aquel estado me entristecía demasiado. Lucía moribunda y cansada, débil y sin fuerzas. Grandes bolsas se marcaban bajo sus ojos y su piel, a pesar de ser oscura, se encontraba pálida.

-Saldrás de esta Gin-Aseguré asentando mi mano en su hombro.

-Soy lesbiana y tu toque me excita-Soltó de repente la mujer y ambas lanzamos una carcajada.

Ginger detestaba hablar de su enfermedad, la palabra cáncer le producía escalofríos.

Nos mantuvimos en silencio durante un tiempo hasta que se animó a ser quien acabara con él.

-Incendié una clínica-Confesó de repente-Tenía dieciocho años y acaba de perder a mi madre, mucha gente murió por mi culpa. Pero lo disfrute.

Continué en silencio, luego de meses había conseguido que me contara el porqué de su encierro.

-Mamá padecía la misma enfermedad que yo, pero a diferencia de mi ella podía salvarse. Los doctores jamás se interesaron en ella, eran otros tiempos y los negros éramos detestados. Mi padre no contaba con el dinero suficiente para pagar una clínica privada, y en el sector publico éramos ignorados-Hizo una pausa y tomó aire-Mamá falleció el día de mi cumpleaños gracias a los doctores de aquella clínica, las pastillas que le recetaron no hacían más que empeorar su estado hasta provocarle la muerte.

FOUND | H.S |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora