Capítulo 18

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Salí todo normal, fui al centro comercial, a comprarme ropa, zapatos, estaba de muy buen humor, pase por una tienda de joyas muy hermosas, pero llamo mi atención una, era un corazón muy sencillo, me acerque y vi que podía partirse en dos. La vendedora vio mi cara de confusión, y se acercó.

-¿Le gusta? Le explico, es el único que me queda, y es el más especial, porque es sencillo y siempre lo más sencillo es lo mejor. Sí se lo lleva, una mitad se la queda usted, y la otra mitad se la dará a la persona que usted crea que es importante.-dijo la vendedora.
-Oh señora es hermoso, pero tal vez no estoy segura de sí amo a alguien o sí alguien es importante para mi como para darle algo así.
-Lleveselo, vamos señorita, yo se que sí tiene a alguien especial.
-Jaja, está bien señora, me lo llevo, ¿cuanto es?
-Nada.
-¿Nada?.-pregunte confundida.
-Se lo regalo, le dije que era especial.-me dijo sonriendo.

Me lo lleve, aunque confundida, nadie regala las cosas, pero cada vez que lo veía me gustaba lo sentía especial como dijo aquella señora, sabía que esa persona especial era Abraham, iba pensando todo el camino en el, era tan perfecto, me detuve y compre un helado de fresa, mi favorito, y le lleve uno a Abraham. Tantos días encerrado supongo que querría uno. Sigo creyendo que el no merece estar ahí, en un lugar así, cuando los malos ahora están libremente y los buenos como el, encerrados, sufriendo, golpeados... Odio tener que tenerlo ahí.

[...]
Sam salió, yo seguía con esa idea estúpida, esa pesadilla me afecto mucho, tome una ducha de media hora, ya que en su cuarto había de todo y hasta en la maldita ducha ella seguía en mi mente, ya no sabía que hacer.

-¿Abraham?

No me contesto así que decidí pasar, no lo encontraba, me empece a asustar, busque en todos lados así que me metí en el baño para buscarlo y se estaba bañando.

-¡Sam!.-grito.
-Abraham perdoname, es que no te encontraba y ¡ah! Lo siento.-dije rápido y me salí.
-Jaja tranquila, de todos modos ya me conocías, ¿no?.-dijo sonriendo.
-Vale ahora que estas vestido, quiero darte algo.
-¡Uh!, helado de fresa, mi favorito, gracias no te hubieras molestado la verdad estando aquí, a uno si se le antojan algunas cosas.
-¿Es tu favorito?.-pregunte confundida.
-Sí me encanta.
-También el mío.-dije bajando la cabeza.
-Por fin algo en común.

Impredecible. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora