Capítulo 2

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Salí tranquilo pensando y cantando a la vez solo quería distraerme...
-Como el cálido suspiro que paró el reloj, como el tren que ya ha pasado y nunca más volvió... Tal vez, no creo que no, joder, no se no tengo inspiración.
De pronto vi una chica, estaba recargada en un árbol, vestía con un pantalón negro roto de las rodillas, blusa negra con letras blancas, y como complementó un suéter caído, también negro. Era muy linda la verdad, en el momento que la vi, levanto la mirada, pude ver aquellos ojos café claro, me encantaron, pero no era una mirada alegre como las que sueles ver. Quise preguntarle quien era pero... la pena me gano, así que seguí caminando, arrepintiéndome a cada paso de no haberle dirigido la palabra, solo una simple mirada. Llegue a las canchas y me encontré a mis amigos.
-Jajaja sabía que sí vendrías te estábamos esperando.-me dijo David.
-Sí Abraham te haces mucho del rogar,  vente vamos a jugar.-dijo Raúl.

Jugamos fútbol para lo que yo era muy bueno, era un deporte que disfrutaba, me gustaba mucho al igual que cantar, tenía tanto tiempo que no salía que para mi fue un juego muy bueno.
-Ya regreso nuestro Abraham, jaja.-me dijo riendo David.
-Sí, muy buen juego jaja.-respondí alegre.
Y la vi, la vi, era ella, estaba observándome todo el partido, imposible olvidar a alguien así, lo que no entendía era que hacia ahí.

[Samantha]
Me pase observando aquel partido, tenía mucho que no veía uno, entre amigos claro, pero me concentre en uno solo, aquel chico alto de cabello entre castaño y negro, ojos grandes, con unas pestañas muy lindas. Me encantó la manera en la que jugo, incluso en la que se divirtió como sí no hubiese un mañana, supongo que eso hacen las personas normales, y sí yo lo hacía la verdad no me acuerdo, mire mi reloj, y era muy tarde, no llegaría a tiempo a donde tenía que ir, por lo tanto tenía que darme prisa, me fui lo más rápido que pude.
-¡Hey espera!.-dije gritando.- Por favor...
-Deja de gritar como loco.-me dijo Raúl.
-Es que esa chica, no me puedo ir sin saber quien es.
El problema esque cuando le dije eso a Raúl, ella había desaparecido, pero, ¿porque? Vi al suelo decepcionado, porque no sabría sí volveríamos a coincidir lo más probable era que no, entonces cuando baje la mirada vi una pulsera en el lugar que ella estaba...
Se le callo, su pulsera, una pulsera negra, de cuero, parece que se callo de su hermosa muñeca.

Impredecible. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora