Capítulo 8

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Horas después estaba ya en mi casa, no me pude concentrar en la clase, Isaac estuvo en mis pensamientos todo el tiempo.
Tenía un libro en mi regazo pero ni siquiera eso funcionó para distraerme, así que sólo aparté el libro y me recosté en el sillón, no me di cuenta en que momento me quedé dormido.
Desperté con el sol ya poniéndose y era justo la hora dorada; el timbre de mi celular sonó e hizo que diera un pequeño salto, miré el detector de llamadas, temía que fuera Isaac, pero era Alex, sentí un alivio, y contesté.

- ¿Hola?. - dije con voz apagada.
- ¿Como estás, Ángel?. - me preguntó. Su voz sonaba tan alegre por teléfono como en persona.
- Estoy muy bien, ¿tu como estás?
- Jamás mejor, mira por la ventana.

Le hice caso, me levanté del sillón y caminé hacia la ventana que estaba junto a la puerta principal. Corrí la cortina y ahí estaba parado, al verme una sonrisa nació en su rostro y me dedicó un saludo.
Le devolví el saludo y abrí la puerta.

- Hola, Ángel. - dijo caminando hacia mi.
- Hola.
- ¿Listo? Ven, vamos a mi casa.

Es cierto, había olvidado que iría a su casa.

- Claro, vamos. - le dije.
- Perfecto, andando.
Comenzamos a caminar hasta su casa, el, como siempre, rompió el silencio.
- ¿Que tal tu clase?
- No muy bien, no estuve concentrado.
- ¿De verdad?, ¿En qué pensabas?. - me preguntó.
- Solo cosas que todos tenemos en nuestra mente, supongo.
Justo en ese momento llegamos a la puerta de su casa, había un pequeño tapete en el suelo. Alex sacó sus llaves, las metió en la cerradura y abrió la puerta.

- Pasa, pequeño. - me dijo cediéndome el paso.

Me encontré el una sala muy linda, todo estaba tan ordenado y olía a flores. Los sillones eran de piel y color negro, en el fondo pude ver un gran estante lleno de libros. Fantástico, el librero llegaba hasta el techo.

- Toma. - me dijo poniendo una lata de Coca Cola Cherry en mi mano.
- Hace mucho tiempo que no tomaba una de estas, me encantan.
- Lo se. - dijo sonriendo
- ¿Lo sabes? - le pregunté.
- Le pregunté a tu mamá que bebidas te gustaban.
- Oh, ¿qué más investigaste?
- Varias cosas. - Me dijo.- Ven, subamos a mi cuarto.

Su cuarto era algo impresionante, había dibujos hasta en los más remotos rincones, hasta en el techo.

- Por Dios, que hermosos. - dije sin apartar la vista de ellos. - ¿Tu los dibujaste?.
- Si, ¿Te gustan?
- Son perfectos. - Le dije, no podía creer mi tono de voz. - Tienes un gran talento para el dibujo, Alex.
- Gracias, Ángel. - Dijo empezando a sonrojarse y se sentó al borde de su cama- ¿Te quieres sentar?.
- Claro.
- ¿Quieres oír música?. - Pregunto acercándose a su computadora. Puso una canción que yo conocía a la perfección.
- Que gran canción. - le dije.
- Todas las canciones de ese grupo son grandiosas, de hecho.
- Pensé que era el único que los conocía.
- ¿De verdad? También yo. - Dijo sentándose junto a mi.

No recuerdo la última vez que tuve una plática tan larga con alguien, pasamos horas hablando, me dijo absolutamente todo de acerca de él. Su infancia, las cosas que le gustaban, sus miedos, sus metas, todo.
No podía dejar de verlo cuando hablaba, la forma en la que movía sus manos al hablar, esa sonría que parecía permanente en su cara.

El reloj marcó las 11 de la noche, me levanté.

- Creo que ya me tengo que ir.
- Claro, perdí la noción del tiempo. - Me dijo poniéndose de pie.
Bajamos las escaleras, al llegar a la puerta volteé hacia el.
- La pasé muy bien, Alex. - le dije.
- Yo también, espero no sea nuestro último encuentro.
- No será el último, te lo prometo.
- Hay algo que quiero hacer antes de que te vayas, Ángel.

Y todo pasó tan rápido. Alex me tomó por los hombros y se inclinó para besarme. Sus labios sobre los míos se sentían tan cálidos. No se cuanto tiempo pasó antes de que se apartará de mi, me miró a los ojos sin quitar sus manos de mis hombros.

- Dios, al fin tuve la oportunidad de hacerlo. - Dijo casi sin aliento.
- ¿Y por qué no lo hiciste antes?. - Le pregunté.
- No lo se, supongo que tenía miedo que me rechazaras. - Me respondió.
- Hazlo otra vez.

Y lo hizo de nuevo, puse mi mano detrás de su cuello para atraerlo más cerca de mi. Al acabar lo miré, sus ojos estaban tan brillantes como siempre.

- Alex... - Empecé a decir.
- Shhh, no digas nada.
- Eso es fácil. - Dije sonriéndole.
- Eres tan complicado. - Dijo con una pequeña risa escapándosele y dándome otro beso en la mejilla.
- Me tengo que ir ya. - Le dije.
- Ahora no te puedo dejar ir. - Dijo con un tono muy bajo.
No dije nada, sólo lo besé otra vez, y otra vez, y otra vez.

Ya estaba en mi cuarto, acababa de pasar medianoche. Aún no podía creer lo que había sucedido, por primera vez en mucho tiempo me sentía dichoso. Me quité la camisa y el pantalón y me metí en la cama. Mi celular sonó, había recibido un mensaje.

"Está tarde fue muy especial para mi, dime por favor que te podré ver de nuevo muy pronto."

Le escribí una respuesta.

"También la pasé muy bien hoy, gracias por la charla y por todo. Y no puedo esperar a verte otra vez."

Ya recostado en mi cama comencé a repasar en mi cabeza todo lo que había pasado el día de hoy, y pensé en lo feliz que me hacía todo esto. Y como sí leyera mi mente, mi celular sonó de nuevo, era el.

- ¿Hola?
- Hola, Ángel. - Su voz era extrañamente calmante.
- Hola, Alex.
- Sólo llamo para desearte buenas noches, y para agradecerte tu compañía el día de hoy.
- Yo debo agradecerte a ti, hace mucho que no me sentía así. - Le dije
- Me gustas. - Me dijo en voz baja.
- También me gustas. - Le respondí.
- ¿Cuando te puedo ver de nuevo?. - Me preguntó.
- ¿Puedes mañana?.
- Claro, te veo mañana.

Por primera vez en mucho tiempo, estaba esperando la llegada de un nuevo día.

Unbreakable Where stories live. Discover now