Capítulo 18

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Mientras conducía por la carretera no podía dejar de pensar en Alex; una persona tan maravillosa, la tuve y ahora no lo volveré a ver. La expresión de su rostro cuando le dije que se alejara de mi será algo que me perseguirá por mucho tiempo, pero hice por primera ve algo bien al mantenerlo al margen de lo que me espera.
Mi teléfono vibró con un mensaje de Gael:

"Tic-toc, perra"

Le respondí sintiendo que presionaba muy fuerte la pantalla, tal vez miedo, o quizás rabia.

"Estoy casi en camino, no le hagas daño."

El lugar donde Gael me esperaba era su casa, solía estar mucho ahí cuando trabajaba para el; incontables fiestas, tantas veces que me embriagué y me drogué ahí hasta perder el sentido. Era una enorme casa color blanco en lo alto de una colina rodeada de enormes robles, tan blanca y tan en lo alto de la colina que podía verla desde dos kilómetros desde el asiento del auto. Tuve que detenerme por la reja que me cerraba el paso.

"Ábreme, estoy fuera."

Fueron sólo unos segundos los que esperé, la reja empezó a abrirse y conduje lentamente hacia adentro, pasé unos cuantos metros por un sendero empedrado hasta que topé con la puerta principal, pero no fue eso lo que atrapó mi vista, si no la persona que me esperaba en el umbral con una botella de cerveza en la mano, era Gael.

Tenía unos lentes de sol que cubrían gran parte de su rostro, jeans y camisa negros. Al bajar del auto miré hacia el, se quitó los lentes y me dirigió una gran sonrisa.

- Bienvenido, precioso. - Dijo el ofreciéndome su mano, la tomé.
- Gael, ya vine como dijiste, pero... - El me interrumpió poniendo su mano suavemente sobre mi boca.
- Sabía que vendrías, Angelito. - Tomó mi mano y le dio un beso. - Necesito que entres conmigo, corazón, andando.
- ¿Dónde está Isaac, quiero verlo?.
- Toda a su tiempo, bebé. - Dijo entrelazando sus dedos con los míos y dirigiéndome con el adentro de la casa.

La casa estaba tal cual como la última vez que estuve, una sala con sillones de cuero color blanco y enfrente una gran pantalla plana, más allá de la sala una gran puerta de vidrio donde estaba la piscina, ahí fue donde perdí mi virginidad con Isaac.

- Siéntate, amor, sabes que esta es tu casa. - Dijo Gael.

Me senté en el sillón sin perder de vista a Gael, la pistola empezaba a hacerme daño en la espalda, tuve que cambiar de posición sin que Gael sospechara algo.

- Extraño nuestras noches aquí, Ángel. - Dijo el ofreciéndome una botella de cerveza.
- Veo que cambiaste los cristales, ahora son a prueba de balas. - Dije mirando hacia el bosque que estaba detrás de los cristales.
- Bueno, ya sabes, amor. Con este empleo debemos cuidar nuestros putos traseros todo el día. - Gael dejó su botella en la mesa de centro y se acercó más a mi, su rodilla tocando la mía y poniendo su mano sobre mi pierna. - Te extraño, mi pequeño angelito. - Dijo susurrando a mi oído para después besarme en el cuello.

- Gael, no, por favor, sólo quiero ver a Isaac, ¿Como está el?. - Dije apartándome de el.
- ¿Por que siempre tiene que ser el primero que yo?, aunque te entiendo, yo también tenía a alguien, pero se fue. - Dijo con sus ojos inundándose de lágrimas.
- Gael, yo...
- Me lo quitaste, más específicamente me lo arrebataste, cuando estaba con el me sentía como persona, cuando el me miraba yo era maravilloso y... - No pudo terminar lo que decía por que rompió en llanto.
- Gael, tu y yo nunca hemos hablado de esto, nunca fue mi intención hacerte ese daño, no puedo olvidarlo; el recuerdo me persigue todo el maldito día y me duele, lo lamento mucho. Supongo que es muy tarde para una disculpa, y un poco estúpido.

- Pues supones bien, cariño. - Dijo Gael quitando las lágrimas de sus mejillas, se levantó del sillón y se dirigió a la gran ventana, mirando hacia el espeso bosque. - Nada hará que el vuelva, mucho menos tus idiotas disculpas. Tu y yo tenemos algo inconcluso. - Gael tomó su cuchillo sacándolo de su funda de cuero, se me heló la sangre. - Y eso tiene que terminarse de una vez, ¿Estás de acuerdo?.

- De acuerdo, pero si vas a hacer algo házmelo a mi, deja que Isaac se vaya y también deja en paz a mi mamá.

- Nadie tiene que morir hoy, Ángel. - Me dijo Gael poniendo de vuelta el cuchillo en la funda.
- ¿Eso que se supone que significa?.
- Que te necesito en mi equipo nuevamente, eras uno de los mejores en el negocio, y también uno de los mejores con armas blancas, ¿Ya se te olvidó?.
- No, me carcome cada día. - Dije bajando la mirada, el tomó mi rostro entre sus dos manos.
- Entonces ven conmigo, tengo uno de mis más grandes movimientos en Rusia la próxima semana y te necesito.
- No, Gael, no puedo, no volveré a hacer todas esas cosas otra vez, ya no soy así. - Dije apartando mi rostro de sus manos.

La mirada de Gael es tan penetrante que da miedo.

- No sólo te quiero por eso, debo ser honesto. Me encantas, Ángel, te quiero a mi lado; además no creo que te hayas olvidado de todas las veces que cogimos, te encantó, yo lo se, podía ver el lívido en tus ojos. - Dijo acariciando mi mejilla.

- No lo voy a hacer, Gael. ¿Quieres matarme?, hazlo. Pero cuando esté muerto dejarás en paz a Isaac y a mi madre, y a Alex también. - Me levanté del sillón.

- Eres un pedazo de mierda, no puedo creer que seas tan hijo de puta. - Dijo Gael dándome un puñetazo en la cara.

Caí al suelo, mi cabeza se estrelló contra la mesa de noche. Intenté levantarme pero no pude, toqué la parte trasera de mi cabeza que estaba llena de sangre, lo único que logré hacer fue ponerme de rodillas para después recibir una patada en el estómago, su gran y negra bota dolió como el infierno. Lo único que podía ver era a Gael arrodillándose a mi lado.

- Malagradecido infeliz. - Dijo soltando un golpe más, y todo se volvió negro.

Continuará...

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