Capítulo 19

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Desperté sobre una cama matrimonial, y luego de aquellos preciosos segundos en los que al despertar no sabes ni siquiera quien eres; la realidad regresó a mi.
Sin duda me encontraba aún en casa de Gael, posiblemente era uno de esos cuartos extra que tiene, no podía asegurarme ya que la oscuridad no me permitía ver a la perfección el lugar donde estaba. Sentí un inmenso escalofrío al sentir un gran peso justo a lado de mi en aquella cama; no estaba solo en la habitación.

Encendí la lampara que estaba sobre la mesita de noche y lo vi, echado a mi lado inconsciente estaba Isaac, en su frente tenía una herida no tan fresca, la sangre seca escurrió hasta llegar a sus hombros, supe que el culpable era Gael.
Me incorporé e intenté despertar a Isaac moviéndolo primero muy suavemente pero no resultó, tuve que sacudirlo con un poco mas de fuerza hasta que noté que comenzaba a despertarse y sentí un alivio al verlo abrir los ojos.

- Isaac, oye, despierta. - Dije apresuradamente y colocando mis dos palmas en cada una de sus mejillas. - Tenemos que irnos de aquí.
- Angi, ¿Que diablos haces aquí?, ¿Por que has venido?. - Murmuró Isaac tomando mis dos manos aún puestas en sus mejillas. - Debiste quedarte allá.
- No podía dejarte aquí con el, simplemente no.- Dije casi arrastrando esas palabras.
- Yo creí que me odiabas, Ángel. - Dijo haciendo el primer intento por incorporarse, lo estaba logrando.
- No te odio, nunca te he odiado.
- Pues deberías, ve donde te he arrastrado.- Esa tristeza en sus ojos nunca desaparecía.
-No debemos hablar de eso ahora, hay que irnos. - Me levanté de la cama y fui hasta la puerta, debí suponerlo, esta cerrada desde afuera. - Mierda. - Gruñí yendo al otro lado de la habitación hacía las ventanas, igual estaban selladas. - No podremos salir.

Isaac se levantó con movimientos torpes y buscando algún objeto que debería estar ahí.

- Gael tomó mi mochila, tenía mi pistola ahí. - Dijo Isaac con frustración en su voz, fue cuando recordé, mi arma también se había ido.
- Debe haber alguna forma de salir, podríamos tirar la puerta. - Dije tentándola para probar la fuerza de la madera.
- Nos escuchará. - Dijo Isaac acercándose también a la puerta.
- No lo hará, no está en casa, su auto no está, ve y ayúdame. - Exclamé preparándome para patear la puerta.

Y así fue, nos llevó un par de minutos poder derribar la puerta hasta que lo conseguimos. Miré hacia el corredor, todo estaba apagado, no había señales de Gael.
Caminamos en la oscuridad de la casa, sin encender las luces para no llamar la atención. Al parecer la habitación donde Gael nos había encerrado estaba en una sección apartada de la casa. Bajamos una escalera de caracol hasta topar con la cocina.

- Ven, corre. - Le dije a Isaac con un murmuro. - Es por aquí.
- Espera, hay algo que Gael me robó hace años y lo quiero devuelta. - Dijo mientras se abría camino hacía la chimenea que estaba en la sala.
- No hay tiempo, Isaac, vámonos. - Dije comenzando a entrar en pánico.
- Si, aquí está. - Exclamó Isaac acercándose a mi con ese objeto en la mano.
- Toma, llévatela, quiero que tu la tengas. - Lo que me dio era una fotografía polaroid en donde estábamos Isaac y yo en nuestra primera cita, sentados en aquella gran roca con la puesta de sol a nuestra espalda, el brazo de Isaac rodeándome y yo tenía la cabeza recargada en su hombro con una gran sonrisa en mi rostro y mi mano sobre su pecho. Le di la vuelta y escrito con tinta roja con la inconfundible caligrafía de Isaac rezaban las palabras "Te amaré por siempre, mi pequeño niño triste".

Yo me quedé sin habla, solo levanté la mirada para encontrarme con la suya, se dibujó una pequeña sonrisa en sus labios.

- Te la iba a dar cuando fui a tu escuela, pero apenas me dejaste acercarme a ti. - Dijo Isaac en voz baja y acariciando mi mejilla. - He cometido muchos errores en mi vida pero sin duda tu no eres uno de ellos.
- Isaac, esta foto la di por perdida, nunca imaginé que tu la conservaste. - Dije con un nudo formándose en mi garganta.
- Solo llévatela, Angi. - Fue todo lo que dijo, doblo la foto por la mitad y la metió en mi bolsillo trasero. - Vámonos.

Nos dimos la vuelta para encarar a la puerta delantera, y ahí estaba Gael, parado con un revolver en su mano derecha y con esa rabia tan suya en los ojos; disparó.
Todo pasó tan lentamente, la bala hirió a Isaac directo en el corazón, la fuerza del soplo fue suficiente para hacerlo caer, logré sostenerlo a la mitad de su caída, incrédulo de lo que estaba sucediendo.
La herida en el pecho de Isaac comenzaba a sangrar de una manera increíble, coloqué mi mano sobre la herida para evitar tanto derrame de sangre; era inútil, la sangre no paraba de salir.

- No, Isaac, no. - Repetía eso tantas veces que ya no sabía si las decía en mi mente o en voz alta. Tomé su mano y junto con la mía presionábamos la herida de bala. - Aprieta bien, Isaac.
- Ángel, Angelito. - Las palabras de Isaac casi eran indescifrables, de algún modo saco fuerzas para seguir hablando. - No puedo ya...
- No, Isaac, aguanta. - Hasta yo pensaba que era inútil, un charco de sangre se empezaba a formar a lado de Isaac, estaba perdiendo tanta sangre.
- Ángel, mi Ángel, perdóname por todo, perdóname.

Solté un sollozo enorme, no supe el momento en que mis ojos estaban llenos de lágrimas.

- Perdóname, Ángel. - Dijo con las últimas fuerzas que tenía, cada vez le costaba mas trabajo respirar. - Te amo.
- Te amo también, tanquilo, dame la mano. - No pudo hacerlo, no podía ya moverse, así que tomé yo su mano con nuestros dedos entrelazados. - Mira mis ojos, ya casi se acaba, ya no vas a sufrir, aguanta, ya no pienses en nada. - Fue lo último que dije colocando mi frente sobre la suya.

Con los ojos de Isaac clavados en los míos, pude ver perfectamente como la vida se iba de ellos, y esa respiración forzada se detuvo.
Y ahí, contemplando toda la escena, de pie aún con la pistola en la mano, con una mirada taciturna clavada en mi, estaba Gael.

Continuará...

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