Capítulo 11

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Estaba con Alex en mi cuarto, ambos estábamos recostados en mi cama, yo estaba acostado boca arriba y con Alex a lado volteando hacia mi. Se veía tan hermoso con su rostro relajado, el escaso acné y el brillo de sudor en su cara lo hacía lucir hermoso, más humano, más real. No como los chicos que aparecen en las novelas que suelo leer.

- ¿Alex?. - Le llamé
- Dime, ¿Que pasa?. - Me respondió mientras me acariciaba la mejilla una y otra vez.
- Hace un rato me dijiste que amaste a una persona.
- Si, eso dije.
- ¿Quien era? Si no es mucha indiscreción. - Pregunté sin dejar de mirarlo.
- Era un chico, lo conocí en Tlaxcala, era posiblemente de las mejores personas que han estado en mi vida. - Dijo sin apartar sus ojos de mi.
- ¿Es tu novio?. - Pregunté
- No, ya no lo es, Ángel.
- ¿Que pasó?, ¿Por qué terminaron?.

Su mirada decía poco, pero pude ver mucha tristeza en ella.

- Sólo supimos que lo nuestro no podría ser cuando le dije que me mudaría a la Ciudad. - Hizo una pausa para mirarme y humedecer sus labios. - No se que ha sido de el, sólo me dejó de hablar, lo he extrañado bastante.
- ¿Por qué no lo llamas?. - Le pregunté.
- Lo he intentado, no contesta mis llamadas ni mensajes. - Respiró hondo. - Hay que aprender a vivir sin la ayuda de otra persona, Ángel. Lo amo, lo amaré siempre pero si el no me quiere más en su vida pues no puedo hacer nada.
- Te diría que entiendo, pero por lo que me has conocido comprenderás que no he podido superar a Isaac. - Dije con voz ronca.
- Yo tampoco lo he superado a el, pero lo haré, y tu también, Ángel. - Me dijo Alex, con otra sonrisa en su rostro.

No pude evitarlo, se me escapó una pequeña sonrisa. Lo cual hizo sonreír más a Alex.

- No tienes idea de lo hermoso que luces cuando sonríes, hazlo más seguido. - Y se inclinó hacia mi para besarme, fue un beso de un muy bien rato. Al terminar entrelazó sus manos con las mías.
- Que bien me siento. - Le dije.
- ¿En verdad, Ángel?.
- Si, en verdad. Y tu no me has golpeado.
- No digas eso, Ángel, jamás me atrevería a hacer eso, tu tampoco dejes que nadie te haga eso. - Me dijo, después se quedó callado, sólo alargó su mano al tocador de lado de mi cama, apagó la lámpara y me abrazó.

No podía describir la tranquilidad que sentí al estar acostado a su lado, cerré los ojos y me sumergí en la oscuridad.

• • • • • • • •

Tuve un sueño.
Estaba en la cafetería de mi preparatoria sentado solo en una mesa con un libro en mis manos.
- ¿Por qué tan solito?. - Alguien me dijo.
Levanté la mirada, ahí vi a Isaac por primera vez. Siempre vestido de negro y estoperoles.
- Espero a mi siguiente clase. - Le respondí tímidamente.
- ¿Me puedo sentar?. - Me preguntó señalando el asiento junto a mi.
- Si, claro, si quieres.
- Gracias, Ángel. - Dijo con una sonrisa y sentándose.
- ¿Como es que...?.
- Tenemos 2 clases juntos, Ángel. Me llamo Isaac, por cierto- Dijo interrumpiéndome y escapándosele una risita mientras estrechaba mi mano. - Pero tu siempre estás en tu mundo: Llegas, sacas tu libro mientras inicia la clase, suena el timbre y te vas, he tratado de hablarte por meses. - Finalizó
- Oh, la verdad no sabía, discúlpame, no era mi intención. - Dije apenadamente.
- Tranquilo, pequeño. Oye, ¿Te digo algo sin que me golpees?. - Preguntó.
- Si, seguro.
- Eres un niño muy guapo y quiero conocerte si me lo permites, ¿Que harás hoy en la noche?.

Y desperté...

Abrí los ojos lentamente, Alex ya no estaba en la cama. Había una manta roja sobre mi, no estaba ahí cuando me quedé dormido.
Tomé mi teléfono, eran casi las 8 de la noche. Salí del cuarto y bajé la escalera, podía oír voces en la sala, ahí estaban Alex y mi madre riendo.

- ¿Como dormiste, amor?. - Preguntó mi madre al verme llegar al pie de la escalera.
- Bien, ¿A qué hora llegaste?. - Le pregunté a mi mamá pero sin dejar de ver a Alex, quien me veía con una sonrisa.
- Hace como una hora, y me encontré con Alex. - Dijo dirigiendo hacia el su mirada.
- Tu mamá es genial, Ángel.

Mi mamá no dijo nada, sólo se rió aún más.

- Bueno, señora, quería pedirle que me prestara a su hijito un rato. - Dijo Alex levantándose del sillón.
- Claro, váyanse y se divierten, no me lo traigas muy tarde. - Mi mamá sacó un billete de su bolso y me lo dio.
- Claro, señora, se lo traeré temprano. ¿Vamos, Ángel?. - Dijo tomándome la mano.
- Si, vamos. - Dije con voz queda.

• • • • • •

Estábamos en la azotea de su casa, con una bolsa de papas en mi regazo.
Estaba sorprendido de lo precioso que se veía el cielo, tan despejado.

- ¿No ves la luz de las estrellas?. - Dijo enredando sus brazos en mi torso.
- Si, por supuesto, son hermosas. - Dije sin apartar los ojos del cielo.
Alex se incorporó para quedar justo en frente de mi. Lo miré a los ojos.
- No. - Me dijo. - Sigue viendo hacia arriba. - Tomó mi mentón y lo alzó para que viera al cielo.
- Puedo ver las estrellas reflejadas en tus ojitos, Ángel.

Lo volví a mirar, y sorprendentemente, una gran sonrisa se dibujó en mi rostro.

- Que bello, Ángel, sonríe todos los días. - Me tomó por el cuello y me besó.

Continuará...

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