Capítulo 4

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A la mañana siguiente estaba sentado en la mesa de la cocina, había un plato con huevos y tocino frente a mi, a penas lo toqué.
- ¿Te dormiste hasta tarde, verdad? - Dijo mi madre mientras ponía un vaso con jugo frente a mi.
- No tenía sueño - dije en voz baja.
- Dios mío, como pueden los jóvenes dormir sólo tres horas, yo estoy más que muerta sí no duermo por lo menos ocho.
Mi madre se sentó frente a mi con su taza de café y una revista en su regazo.
Comencé a comer en silencio hasta que el timbre de la entrada sonó, mi madre abrió.
Desde la cocina podía oír otra voz femenina.
- Ángel, ven a saludar a los nuevos vecinos.
Al salir de la cocina estaba parada junto a mi mamá una mujer de poco más de 40 años, tenía piel blanca y un cabello negro y largo, llevaba un vestido con flores rosas bordadas. Y junto a ella estaba aquel chico, ese chico con el que me había encontrado ayer.
- Buenos días - dije sin ganas.
- Hola, Ángel. Me llamo Rosy, mucho gusto. - me estrechó la mano sonriente.
- A Alex ya lo conoces ¿cierto, hijo? - dijo mi madre.
- No precisamente, sólo nos encontramos en la calle y le tiré sus cosas - dijo Alex.
- Seguro fue un accidente, hijito - le respondió mi madre - Pero bueno, ¿gustan algo de comer? Ángel y yo estábamos desayunando.

Ay, madre. Siempre tan amable y servicial con todo el mundo. Mi madre y la señora Rosy caminaron hasta la cocina, dejándome sólo con Alex.
- No me he presentado formalmente, quería hacerlo ayer pero te fuiste muy rápido, me llamo Alex. - Me dijo mientras me tendía su mano.
- Ángel - dije devolviéndole el saludo.
- Mucho gusto, Ángel. Por lo visto eres de pocas palabras.
¿Quién se creía? No es como sí fuera la primera o la última vez que alguien me dice eso.
- Sí, quizá.
- ¿Tu teléfono está bien? Perdóname por eso.
- Está bien, no te preocupes. ¿Hace cuanto que llegaron a la ciudad? - le pregunté.
- La semana pasada, nunca había estado aquí antes, no es muy diferente a mi pueblo, sólo un poco más ruidoso, eso no me agrada mucho. La comida es un poco diferente también. ¿Conoces un buen lugar? Acabo de descubrir una bonita cafetería a lado de mi casa.

Maldición, habla demasiado.

- Yo nunca he estado en Tlaxcala - dije al fin.
- Es muy bonito, no hay tantas cosas que hacer como en la ciudad, pero es muy calmado, me encanta.
- ¿Y sí te encanta por que vinieron?
- No tuve mucha opción, mi mamá consiguió un mejor empleo aquí. Pero creo que voy a hacer muchas cosas buenas, hay varios lugares que quiero visitar y espero hacer buenos amigos, hay que ver el lado bueno ¿no crees?, eso es emocionante y aterrador a la vez. Perdóname sí hablo demasiado - empezó a reír.
- No te preocupes, yo casi no hablo - le respondí.
- No veo por qué, estoy seguro que tienes muchas cosas buenas que decir.
- En realidad lo dudo. - dije desviando la mirada.
Alex sólo se limitó a reír.
- Bueno. - dijo - Creo que le voy a tomar la palabra a tu madre, estoy hambriento, hemos estado desempacando, ha sido un infierno. ¿Vienes?
- En realidad ya se me hace tarde para ir a clase. Pero ve, siéntate. - le dije señalando el camino a la cocina.
- De acuerdo, suerte en tu clase y buen viaje. - dijo mientras hacía un saludo militar. Que peculiar.
- Gracias, te veo luego. - dije extendiendo mi mano para estrechársela.
- Adiós, Ángel. - estrechó mi mano - Estás muy frío - dijo mientras tomaba mi mano con las suyas, la frotó para calentarla.

Eso fue inesperado, aunque se sintió bien, debo admitirlo. Caminé hacia el subterráneo, sintiendo aún un hormigueo, justo en la mano que Alex había tomado.

Unbreakable Where stories live. Discover now