Capítulo 20

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No dejaba de mirarme con una sonrisa felina dibujada en su rostro, como si estuviera sintiendo un gran placer al haberlo asesinado.
Bastardo.

- Por favor, Ángel, no me digas que no sabías que algún día esto pasaría. - Dijo Gaél con una creciente rabia en su rostro, una gota de sudor caía desde su cuello.
- No, por un miserable minuto, pensé que nos íbamos a salvar de esta. - Dije arrastrando cada palabra, como si la intención fuera que él escuchara cada una de ellas.
- Bastante imbécil. - Dijimos al unísono.

Me puse de pie y aún así tuve que alzar la vista para poder sostenerle la mirada. Dios, es enorme.

- No te preocupes, Ángel, lo que acabas de ver no es nada comparado con lo que haré contigo. Hoy vas a morir. - Dijo acercándose lentamente hacía mi.
- Supongo que podrías intentarlo, y después puedes estar seguro que te buscaré en el infierno para darte una golpiza.

Apenas había terminado de hablar cuando ya tenía a Gaél estrellándome contra la pared y presionando su antebrazo en mi cuello, un dolor frío cubrió toda mi espalda.

- Estoy cansado de ti y de tus atrevimientos; ¿Tienes acaso alguna idea de todo lo que hice por ti y todo lo que me costaste?, la ropa, las drogas, las armas, mis autos.
- No olvides la botella de champán que arrojé sobre tu cabeza. - Dije con la voz apenas audible debido a la presión en mi cuello.
- Ya basta, esto se termina hoy. - Dijo sacando nuevamente el arma de su bolsillo. - Aunque podría disfrutarte una vez mas. - Dijo mientras hundía su nariz en mi cuello. - Acepta que te encantaba.

Estaba inmovilizado, pero todo eso lo distrajo para quitar su brazo de mi cuello, lo que me permitió estrellar mi frente con todas mis fuerzas sobre su nariz. Escuché un pequeño crujido.

- Pedazo de basura. - Ladró Gaél apartándose y cubriendo su nariz con ambas manos.
Corrí en dirección opuesta pero no llegué muy lejos, Gaél corrió hacia mi y se lanzó sobre mi como una araña, solté un gruñido de dolor cuando ambos caímos al suelo.

- Estoy harto de ti. - Dijo soltando un fuerte puñetazo en mi rostro, uno, dos, tres, cuatro golpes. El impacto de sus nudillos en mis mejillas y boca fue inmensamente doloroso, ya sentía el sabor a sangre. - ¿Te gusta mas el sexo o los golpes?.
- ¿Tengo que elegir?. - Dije con voz apenas audible, solté un puñetazo en su barbilla, después lo tomé por el cuello de su camisa y lo jalé hacia abajo para estrellar su cabeza en el suelo. Sólo oí un fuerte gruñido, y pude quitármelo de encima.
Hice un esfuerzo para ponerme de pie y correr hacia la otra habitación.
- Tu no vas a salir de aquí vivo. - Dijo él aún en el suelo.

Tantas veces que estuve en esta casa ayudó mucho para poder memorizar los pasillos y habitaciones, era inútil salir por las ventanas pues estaban cubiertas con elegantes barrotes. Fui a la cocina para intentar encontrar la llave de la puerta, o un arma al menos.
No había ni un jodido cuchillo, logré hallar una sartén, podría funcionar.

El sonido de una bala estrellándose contra la pared muy cerca de mi me hizo saltar. Gaél se aproximaba hacia la cocina.
Poniéndome en cuclillas logré ocultarme detrás del gran desayunador de mármol.

- Mierda, mierda. - Dije en voz baja tratando de pensar que hacer ahora mientras apretaba fuertemente el mango del sartén hasta que mis dedos se volvieron blancos.
El sonido de sus enormes botas sobre el suelo se hacían cada vez mas fuertes, hasta que sentí su presencia atravesar el umbral.

- Eres un maldito ingrato, ¿Así es como me pagas todo lo que alguna vez hice por ti?. - Dijo disparando una vez mas a alguna parte de la cocina, el sonido enorme lastimó mis oídos. - Sal ya de ahí, Angelito, y pongámosle fin a nuestros sufrimientos.

No hice el mas mínimo movimiento para que no lograra encontrarme, fue inútil, sentí sus enormes manos en mi cuello, y con una grandiosa fuerza me levantó y me sacó de mi escondite y solté la sartén, levantándome por encima del desayunador para después arrojarme contra el suelo, fue solo un momento cuando sacó nuevamente el arma, apuntándome con ella; su rostro sudoroso estaba tan lleno de furia, y la sangre saliendo de su nariz lo hacía aún mas espeluznante.

Continuará...

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