Capítulo 13

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La carretera se veía completamente bonita aquella noche, no había ningún otro auto más que en el que estaba dentro.
Me encontraba sentado en el asiento del copiloto mirando a Isaac, tenía un suéter negro y una camisa blanca debajo, se veía increíblemente guapo concentrado en el camino, todo era perfecto y en la radio tocaban una canción que amaba con toda el alma; era "High Hopes" de Kodaline.

Isaac tenía diecinueve años en ese entonces, su padre es un hijo de puta desempleado y alcohólico, y su madre lo echó de casa cuando el le confesó que era homosexual, horas después de que su padre nos encontró besándonos. Ahora el vivía sólo en un apartamento al norte de la ciudad.

- Me estás observando. - Dijo Isaac con una sonrisa en el rostro sin quitar la vista de la carretera. Cada vez que sonreía unos hermosos hoyuelos se marcaban en sus mejillas.
- No me di cuenta que lo hacía. - Dije sin dejarlo de mirar.
- No, no importa. Tu mirada se siente muy relajante.

Varios minutos después llegamos a un pequeño terreno a las afueras de la ciudad. Estaba completamente oscuro.

Salimos del auto e Isaac sacó del cofre un par de linternas, una manta y un termo, me dio una de las linternas.

- ¿Miedo?. - Preguntó encendiendo una de las linternas y sosteniéndola debajo de el para que la luz le diera en la cara.
- ¿Miedo a que?, ¿A ti?, Claro que no.
- Vamos, entonces. - Dijo el tomando mi mano, entrelazando sus dedos con los míos.

Llegamos un par de minutos después, había una gran roca justo a lado de un acantilado, nos sentamos sobre ella.
Miré el reloj en la pantalla de mi teléfono, pasaban las 6:40 de la madrugada.

Diez horas antes Isaac me recogió en mi casa, fuimos al cine y vimos una estúpida película de acción. Al rededor de la media noche llegamos a un antro por el centro de la ciudad, después salimos de ahí y decidimos entrar a su auto y tomar la carretera.

- ¿Sabías que íbamos a terminar aquí?, Lo digo por el termo y la manta. - Pregunté abrazando mis piernas contra mi pecho.
- Posiblemente, Angi. - Dijo abriendo el termo y bebiendo el líquido dentro de el. Cuando terminó me ofreció tomar también, era chocolate caliente, el sabor contrarrestó el alcohol y los cigarrillos de toda la noche.

Mientras tomaba otro gran sorbo, sentí la manta cubriéndome, Isaac me arropó con ella. Tomó mi mano y la apretó fuerte.
Sólo lo miré y me besó después, así no me había imaginado mi primer beso, de hecho, nunca me había imaginado como sería mi primer beso.
Cuando terminó me miró a los ojos, sus bellos ojos los percibía aún en la oscuridad.

- La mejor noche de todas, Angi. Simplemente perfecta. - Dijo recargando su cabeza en mi hombro.
- Lo se. - Dije para después darle un pequeño beso en la frente. - Perdóname por tantos silencios.
- No necesitas decir nada, con lo que me dicen tus ojitos basta. - Dijo mientras se recostaba poniendo su antebrazo debajo de su cabeza. - Ven, Angi.

Hice lo que dijo, me recosté sobre su pecho, el olía a colonia, alcohol y cigarrillos. Nos quedamos acostados en la gran roca hasta que la luz del sol salió entre las montañas.

• • • • • •

- Hola, Angi. ¿Cómo estás?. - Dijo Isaac dejando sobre mi cama el pequeño dálmata de peluche que el me había regalado.
- Isaac, ¿Por qué estás aquí?. - Pregunté aún sin moverme del umbral de la puerta.
- Pues es claro que no responderás mis mensajes y llamadas, y de verdad necesito hablar contigo, Angi, por favor. - Dijo levantándose de mi cama y caminando hacia mi.
- Dame la pistola. - Dije extendiendo mi mano hacia el.
- ¿De verdad crees que sería capaz de hacerte algún daño?. - Preguntó.
- Si, dámela. - Dije sin bajar mi mano.
- No la traje, Angi, te lo juro. - Dijo extendiendo los brazos sin dejar de mirarme.

Unbreakable Where stories live. Discover now