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Narra Rubencio

Me levanté con ganas de comer, mi instinto de gordo me llamaba. Miré la hora y eran las 9:16, algo temprano. Mangel roncaba en la cama de al lado. Es un milagro que me haya levantado temprano.

Me quedé media hora perdiendo el tiempo con mi móvil, entré a Twitter y todos sabían que ya estaba en Argentina y en el Hotel Panamericano.

Mejor que el FBI es este fandom la verdad.

Aburrido decidí bajar, en el ascensor me encontré a Fernanfloo y a Germán. Llegamos a planta baja y éramos los únicos tres despiertos. Nos acomodamos en una mesa, íbamos a compartir el desayuno. Cada uno eligió lo suyo, en mi caso café con churros bañado en chocolate, 10/10.

Conversábamos de diferentes temas, como videojuegos y eso.

A las 10:30 ya empezaba a venir gente y el lugar se llenaba cada vez, en eso veo a Mangel.

—Rubius—dijo mientras me abrazaba—pensé que te han secuestrado tio, como desapareciste de la nada, tú nunca te despiertas temprano.—

—Mi Mahe—respondí—tenía hambre.—

—No desaparezca así tio.—lloró dramáticamente.

—Nunca lo haré mi Mahe.—

Una escena Rubelangel nunca faltaba.

—Che Rubius—habló Mangel—¿Sabés a donde vamos luego?—

—No lo sé boludo, preguntémosle a Luzu—

—¡Luzu!—gritó mi amigo.

Le dijo algo a Lanita y vino con nosotros.

—¿Sabes que vamos hacer después de desayunar?—

—He escuchado que vamos ir al Caminito o algo así.—

—Vale, gracias.—respondí.

Hoy va a ser una gran día.

Narra _____

—¿Vamos al hotel hoy?—pregunté.

—Si queres vamos.—respondió Camila.

En eso me levanté rápido de la cama y comencé a vestirme al toque. Desayuné algo rápido y me fui junto a mi amiga.

(...)

Cuando llegamos el lugar estaba lleno de gente, re suertudos los que estaban adelante de todo. La única forma para estar en primera fila es empujar, perdón pero no le vas a decir permiso y te den el paso. Nadie cedería. Tardamos unos minutos en llegar adelante. Hoy si tengo suerte conocería a Rubius y a otros youtubers.

Narra Rubencio

—Joder, no nos vieron.—suspiré aliviado.

Creo que si nos hubieran visto saliendo del hotel darían vuelta al auto, el único lugar seguro. Nadie sabe que nos fuimos y volveremos algo tarde.

El recorrido fue tranquilo, la ciudad de Buenos Aires estaba despejada y los rayos del sol iluminaban la zona. De repente llegamos a un sector donde se escuchaba ¿Tango? Las veredas eran altas y algunas casas estaban pintadas.

—¿Dónde estamos?—preguntó Cheeto al chofer.

En la combi estábamos Mangel, Luzu, Lana, Alexby, Cheeto y yo.

—Estamos en el barrio de La Boca.—

—¿La boca?—preguntó Mangel.

—Exactamente, acá se encuentra el estadio de Boca Juniors, uno de los mejores equipos de Argentina y eterno rival de River Plate—