A este paso perderé la cordura, señor; no puedo concentrarme en sus clases, no puedo prestar atención a lo que dice. Las palabras dejaron de tener significado en cuanto comenzó a pronunciarlas. Ya no me fijo en el contenido de cada conjunto de letras, si no en el ronco, serio y agradable sonido de su voz, al exclamar; en el sensual movimiento de sus labios, al gesticular; y en la severa inclinación de sus pupilas, al acotar.
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Usted, señor.
Short Story«Usted, señor, me desquicia, me revuelve las ideas. Embota mi mente y nubla mis sentidos. ¿Qué me hace señor? ¿Por qué no puedo actuar como una persona normal frente a usted? ¿A dónde se ha ido la pequeña Sky 'mademoiselle insolente'? ¿A dónde la ha...