Su coche tenía el clima encendido con la finalidad de volver el ambiente agradable, alejándonos del viento frío que inundaba el exterior cuan Zyklon B a Auschwitz.
Sin embargo el olor del cuero de los asientos no pudo ser para mí un aroma cálido, la música clásica retumbando en mis oídos no funcionó como relajante muscular. Ni siquiera la visión de los árboles corriendo a toda velocidad al lado nuestro me resultó reconfortante. Y es que mi acompañante se encontraba callado: la única información que me había dado era que nos dirigiríamos a su lugar seguro.
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Usted, señor.
Conto«Usted, señor, me desquicia, me revuelve las ideas. Embota mi mente y nubla mis sentidos. ¿Qué me hace señor? ¿Por qué no puedo actuar como una persona normal frente a usted? ¿A dónde se ha ido la pequeña Sky 'mademoiselle insolente'? ¿A dónde la ha...