Termina la clase y, como siempre, los alumnos parece que huyen.
Pero yo no. Daría lo que fuera por poder quedarme un rato más con usted. Me acerco a despedirlo y siento como mi pulso oscila entre la caída (perpetua caída) y desbocarse como un caballo. Da la impresión de que en cualquier momento me recostaré muerta de una taquicardia, o bien de un paro al corazón. Pero no es así, puesto que estando a esa distancia me siento más viva que nunca.
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Usted, señor.
Conto«Usted, señor, me desquicia, me revuelve las ideas. Embota mi mente y nubla mis sentidos. ¿Qué me hace señor? ¿Por qué no puedo actuar como una persona normal frente a usted? ¿A dónde se ha ido la pequeña Sky 'mademoiselle insolente'? ¿A dónde la ha...