veintiseis

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Me perdí en su discurso, no pude conmigo.

Me dijo que el deseo era un juego de control, sobre uno mismo y sobre los otros. Le dije que me encantaría jugarlo, me dijo que prefería no hacerlo.

Me dijo, que temía perder
y que temía ganar.

Le dije que, para mí, su derrota significaría ganancia, pero que su victoria sería la gloria.

Sentí el final, al oír su risa.
Quise el principio, al escuchar sus pasos.
Y me comí el presente, al besarlo.

Usted, señor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora