Hoy nuestros cuerpos chocaron sin querer en mitad de un pasillo, y curiosamente lo que mi imaginación proyectaba tenía mucho que ver con el rostro que este caballero mostraba al levantar el libro que ambos tiramos: su indiferencia era flagrante y la gravedad de su mirada me asustó muchísimo.
Esto no le importó. Se siguió de largo dejándome con un ejemplar Freudiano doblado en la mano y un dolor en el pecho.
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Usted, señor.
Short Story«Usted, señor, me desquicia, me revuelve las ideas. Embota mi mente y nubla mis sentidos. ¿Qué me hace señor? ¿Por qué no puedo actuar como una persona normal frente a usted? ¿A dónde se ha ido la pequeña Sky 'mademoiselle insolente'? ¿A dónde la ha...