Solo 2 meses...

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Luego de una noche de castigos y de un poco de insomnio, ya había amanecido, Ochette se levantó temprano para ver como salía el sol pero se extrañó al no ver a Lockwood, esta vez no se levantó a preparar el desayuno como siempre lo hacía. Ochette dedujo que de seguro no había dormido nada pensando en las palabras del Conde, por lo que decidió ponerse a cocinar.

Luego de un rato, todos los adultos de la casa bajaron las escaleras y luego se sentaron en la mesa, cosa que no era común en esa casa. Gabriela le pidió a Ochette que subiera a buscar a Lockwood para tener la charla que habían pospuesto.

Luego de unos minutos, Ochette bajó con Lockwood quien aún seguía durmiendo.

— Chicos, tenemos algo importante que decirles —dijo Marlinda—

— Como Lock..wo..ud le ha gustado bastante estar en este pueblo, Marlinda ha decidido que se mudaran aquí —dijo Gabriela— En una semana irán a París a empacar y preparar la mudanza y luego se mudaran en la casa de al lado.

— ¡¡¡Genial!!!, ¡ahora podré estar en el bosque toda mi vidaaaa! —gritó Lock el cual se despertó de golpe al escuchar esas palabras— ¡ahora podré estar con Ochette, Alia y conoceré a Philip y Evangely!

— De hecho, Ochette tendrá que salir de tu fantasía —dijo fríamente el padre de Ochette— En este pueblo la educación es muy limitada, dan más días libres de los que dan clases, por eso, en 2 meses Ochette se irá a América a estudiar durante 2 años.

— ¿¡¿¡Qué!?!? —dijeron ambos chicos al unísono—

— Lamento darte una educación, pero es lo correcto, aunque la verdad es que no te lo mereces —dijo Gabriela—

— ¡Entonces no me mandes allá! —reclamó Ochette— te lo pido.

— Lo siento,  pero te irás en dos meses y punto final —dijo fríamente el hombre— ahora debo tomar un vuelo a España, volveré en unas semanas, Adiós.

— ¡Alto! ¡no!, ¡Ochette no puede irse! —gritó Alia—

— ¿Y tú de donde saliste? —preguntó Gabriela—

— Tal vez escuchaba la conversación a través de la puerta y tal vez la escuché desde que todos los adultos se sentaron en la mesa —dijo Alia— pero volviendo al tema, Ochette se queda aquí conmigo y punto final.

— Tú no tienes derecho de decirme a mí que hacer —dijo el padre de Ochette alsando la voz— Ahora cállate o mejor lárgate de aquí.

— Me callaré —dijo Alia entre dientes agachando la cabeza—

— Eso pensé —dijo el hombre para luego darse la vuelta e irse a buscar sus maletas—

Los tres chicos esperaron a que Gabriela y Marlinda se fueran a su oficina para luego poder irse al bosque a buscar a Philip.

Ya en el bosque, los chicos se separaron y comenzaron a buscar por tres rutas diferentes. Mientras buscaba, Ochette estaba muy concentrada pensando en que haría si se iba a América, no sabía que hacer con Philip o que pasaría con Alia, Lock y Eva, quería estar ahí para sus amigos, pero es claro que sus padres querían desacerse de ella por un tiempo.

Estaba tan concentrada pensando que no se fijó por donde caminaba y tropezó con una blanca piedra maligna. Luego de observarla bien se dio cuenta de que esa blanca piedra era un animalito blanco y luego de abrir bien los ojos, se dio cuenta de que era Philip.

El zorrito blanco estaba tirado en el suelo, pero su corazón aún latía, lo que significaba que estaba vivo, por lo que Ochette lo cargó en sus brazos. Cuando observó a su alrededor, notó que había llegado a la profundidad del bosque y dedujo que seguramente Philip se había escapado del Conde Desgarrazón.

El Caballo NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora