XXVIII

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—Briant, me temo que eso no se podrá ahora... eso de ser tu prometida aunque si lo acepte.

—Pero ¿por qué? ¡si besar tus labios es lo que mas quiero!

—Creo que ya es hora de irte supongo porque no se cuando pasan las horas, perdí el sentido del tiempo hace mucho.

—Entiendo amada mía, tienes razón— en ese momento ella me tomó el mentón con sus frías manos y me dio un frío beso en la mejilla.

—No te imaginas lo mucho que yo deseo que nada te hubiese pasado nunca, si te hubiera conocido antes, si tan sólo hubiese tenido la oportunidad de haberte salvado... hoy no estubieras...

—No te lamentes Briant, nadie aun tiene la capacidad de predecir el futuro y si tu y yo estamos juntos ahora, es por mera casualidad del destino— dijo ella mientras me puso su dedo índice en mi boca indicándome que guardara silencio.

Yo sólo me quedé callando con un nudo en la garganta que no podía tragar.

—Astrid, volveré mañana a verte.

—Siempre te estaré esperando.

***
T

om iba caminando con el rostro lleno de preocupación por las polvorientas calles de aquel pueblo y Verónica apareció para saludarlo como ya es de costumbre.

—Tommy, y esa cara que llevas ¿Pasa algo?— preguntó Verónica  .

—Es Briant.

—¿¡Le sucedió algo a Briant?!— expresó ella abriendo  los ojos como platos  

—Por ahora no, pero si no lo dentego ahora será inevitable la desgracia que le espera.

—¿Tommy de que estás hablando? me estás asustando, yo vi a Briant esta mañana comprando unas manzanas muy normalmente, no creo que el esté corriendo algún peligro como dices o... ¿acaso hay algo que yo no sepa? ¿Briant está haciendo negocios con bandoleros?

—Nada de eso Verónica, es algo diferente.

—Pero... ¿no me puedes decir que es?

—Por ahora es mejor que olvides el asunto no quiero que a ti tampoco te llegue a pasar algo.

—De verdad, está bien entonces.

—¿Qué haces por estos lados? creo que deberías estar en el bar a estas horas.

—Ehmm si... ya me voy— asintió la pelirroja mientras ya se marchaba.

—Cuidate Verónica— dije mientras me despedí de ella.

Tommy despues de unos momentos fue a la casa de Robert para pedirle prestado uno de sus caballos.

—Robert, necesito que me prestes uno de tus caballos por favor.

—¿Para que lo quieres?— preguntó con cinismo.

—Vamos viejo, no tengo tiempo de explicaciones, en realidad es para una emergencia.

—Esta bien muchacho pero...

—Gracias Robert— interrumpió Tom antes de que este terminara de hablar.

Tommy fue y tomó uno de sus animales, aquel viejo tenia una yegua y dos caballos, Tommy tomó al que se veía mas fuerte y salio a toda velocidad de allí. mientras Robert sólo se arreglo el sombrero de alas anchas mirando a Tom dirigirse al bosque.

***

—Briant, quiero que sepas, que nunca antes nadie me había hecho sentir esto que siento ahora, solo que es algo difícil el que estemos juntos por que estoy condenada a vagar en este mundo— dijo la violinista serenamente mirandolo a los ojos.

—Amada mía aunque todo parezca imposible lo que sentimos es algo que sobre pasa los limites de este o el otro mundo, lo único que me importa y hasta olvido la realidad y siento como si en realidad te tengo a mi lado, como si nunca nada malo te ha sucedido por que siento una paz que no siento ni sentiria con nadie mas.

—Eh estado sola todo el tiempo y  también quiero decirte que siento lo mismo pero... cuando me tocas siento algo en tus manos que es extraño, aparte de que tu sangre es especial.

—Astrid ya tengo irme, iré por mi caballo, adios amada mia— dije mientras me despedia con un dolor en el alma de aquella violinista la cual no quiero apartarme jamas.

Caminé hasta donde yo había dejado mi caballo y en cuanto me vio se dio un pequeño susto, solté la cuerda y me subí sobre el, comencé a cabalgar lo mas rápido que podía, pero escuché a otro caballo aproximarse, debo de tener cuidado de que no sea algún bandido que esté dispuesto a atacarme.

La Chica Del Violín [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora