La Chica Del Violín [COMPLETA]

XXXII

En ese momento me dirigí corriendo al bosque en donde habitaba mi amada, olvidé lo demás que tenía que hacer, Tommy me matará por esto, pero de todas formas iré.

Luego de un buen rato corriendo por dicho lugar, me detengo en medio del bosque para tomar aire, aunque hacía una brisa fría, igual me sentía agotado pero no sudado.

—Hola amor— dijo la violinista apareciendo de la nada en frente de el, cosa que no le sorprende a Briant, ya que el se había acostumbrado a su forma de ser.

—Astrid, no sabes lo mucho que me alegra el alma ver tus ojos otra vez.

—Viniste a verme, amado mio tal y como prometiste— dijo tomando a Briant del mentón y sonriéndole de una forma extraña, dándole un frío y suave beso que el no esperaba y sólo se dispuso a continuar, poniendo sus manos en la cintura de la violinista.

En ese momento se despertaron millones de emociones que nunca antes Briant había sentido. Era como si atravesara el paraíso a través de los suaves labios de Astrid, haciendo de ese momento el mas apasionado de su vida.

***

Luego de un rato separamos nuestros labios y ambos nos miramos a los ojos, admito que este beso no me lo esperaba y quedé sin palabra alguna ante semejante acto.

—¿Quë pasa? ¿Acaso no te gustó el beso?— preguntó tras sentir mi indiferencia.

—Por supuesto que si, sólo que no se que decir...

—Ya, calma, no fue nada, solo quise hacerlo— dijo poniendo su dedo en mi boca.

—Admito, que me dejaste sin palabras— le dije sujetando su mano.

—Entiendo amor mío.

—Sólo... quiero preguntarte algo, y... no quiero que te moleste.

—Adelante, ¿qué me quieres preguntar?

—Sólo quiero saber... si...

—Vamos, no tengas miedo— dijo serenamente.

No pude evitar soltar un suspiro.

—Se, que pasó una tragedia contigo y quiero saber como logras tener emociones si tu...

—Briant, ya se y entiendo lo que me quieres decir. Yo no sentía nada, ni siquiera cuando respiraba, en mi vida nunca conocí la felicidad,  después de aquella trágica noche mi alma ha vagado por este bosque durante años, aunque para mi el tiempo no pase se que ha sido así. Tocando mi triste violín, hasta que te conocí, la primera vez que me hablaste, vi algo en tus ojos que me hizo olvidarme un poco de la condena en la que estoy y por primera vez alguien me enseñó sobre el amor, tu me enzeñaste a amar Briant.

—Pero se supone que debes o debías encontrar el camino hacia la Luz de la que tanto hablan los ancianos.

—Briant, mi alma esta condenada— dijo con un nudo en si garganta y una expresión de tristeza en sus grises ojos.

—Ah, lo siento, de verdad perdoname.

—Hay una forma de que yo descanse y tu eres la solución.

—¿Yo? Pero.. ¿cómo?— pregunté.

—El destino te lo mostrará el día indicado.

—Eso espero, aunque no podamos vivir juntos, yo te buscaré en la otra vida amor mío.

Luego de un rato hablando con mi amada recordé que debía irme, ya que Tommy, me esperaba en la cantina. Así lo hice, me despedí de ella y admito que era la parte que mas lastimaba un poco mi corazón, ya que cada vez que tenía que regresar al pueblo, me iba con el deseo de quedarme con ella y tenerla a mi lado, pero no podía.

Empecé a correr lo mas rápido que pude, ya que era tarde, no dudo en lo absoluto en que Tommy estuviera esperandome, eso no me preocupa, Verónica sabe como entretenerlo, aunque el no admita los encantos que ella tenga, en el fondo sé que el también está enamorado de ella sólo que el suele ser un poco orgulloso y nunca demostraría lo que siente en realidad.

Al salir del bosque me detuve a tomar aire, no es fácil ir corriendo a mitad de un bosque, corriendo el riesgo de encontrarme con algún vagabundo rondando por ese lugar, sólo me preocupa que ellos normalmente andan armados con algún puñal para atacar a su víctima y despojarla de algo que ellos quieran.

Seguí caminando un poco rápido para llegar hasta la cantina, el frio ya se empezaba a sentir pero se me quitará cuando tome un poco de agua ardiente.

***

Llegué al lugar y de inmediato fui hasta donde imaginé que estaría Tom junto a Verónica conversando sobre algo que al parecer a el le gustaba, ya que lo vi riendo.

—Hola— dije saludando a ambos.

—Briant, ya estaba imaginando que te ibas a quedar en casa— dijo Tom, con un pequeño vaso en su mano.