XXXI

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Estando en el trabajo todo sudado mientras forjaba una espada, me detengo un momento para retirar el sudor de mi frente con mi brazo.

—¿Qué pasa muchacho, ya te agotaste tan rápido?— preguntó el dueño de la herrería, el cual iba supervisando el trabajo de los demás incluyendo el mio.

—No señor, sólo tengo un poco de calor.

—Hechale ganas a eso hijo, se ve que esta quedando bien.

—Gracias— asentí y volví a lo que estaba haciendo, mientras aquel hombre se marchaba.

Al salír de la herrería esperé a Tommy para irnos a casa y mas tarde ir al bar de Verónica a refrescar la mente.

—Hey Briant, ¿Qué te pasa?— preguntó Tommy llegando de repente.

—Nada, solo que...

—¿Es la violinista verdad?

—Vamos Tom, acepta de una vez a Astrid.

—Sabes que no amigo, y... la verdad es que temo por lo que te pueda pasar con esa...

—No te atrevas a mencionarlo... mejor cambiemos de tema— interrumpí haciendo un ademán y lanzándole una mirada fulminante.

—Pues... Calma viejo.

—¿Qué dices si nos vemos en el bar de Verónica esta noche?

—Está bien Briant, allá te esperare.

Tom y yo nos separamos a mitad del camino.

Seguí caminando como de costumbre y me detuve en una especie de tienda, sentí una curiosidad enorme por entrar, y así mismo lo hice, estaba caminando cerca de una vitrina de joyas, vi un anillo de compromiso muy hermoso, era plateado y tenía un diamante hermoso incrustado, tanto que me fue imposible el no recordar los ojos de Astrid al ver el color de dicha piedra, los cuales tenían el mismo color gris brillante. Le pregunté al vendedor cuanto costaba y el me respondió que era un poco Costoso. Yo estaba realmente dispuesto a comprar aquel anillo de compromiso para proponerle a mi violinista que se casara conmigo aunque fuera muy pronto para pedirle matrimonio pero ambos nos amamos y no esperaríamos mas para unirnos en uno solo.

—Digame ¿cuanto quiere por el anillo?— le pregunté al vendedor.

—Dame 10 monedas de plata y te lo puedes llevar— respondió.

Sin duda alguna ese anillo es muy costoso y no tengo el dinero suficiente para poder llevarmelo, creo que Tom deberá ayudarme con este pequeño detalle que quiero entregarle a mi amada, lo mejor sería... yo mismo forjar uno, lo cual no sería un problema porque de eso vivo, sólo debo conseguir los materiales necesarios para hacerlo y tendrá un valor mas significativo ya que lo habré hecho con mis propias manos.

—Pues, esta bien, no tengo ese dinero para comprarla señor— le dije después de pensar mejor las cosas.

—Es una mala suerte, y lo lamento mucho, pero... usted sabe bien como andan las cosas en este pueblo.

—Si, lo sé, y no podría bajarle un poco el precio?— pregunté serenamente.

—A su prometida le hubiera encantado tener ese anillo en su dedo, pero lo siento mucho.

Yo solo asentí y salí de aquella tienda.

Miré el cielo por un momento y noté lo gris que estaba, el aire estaba algo frío, así que me puse a correr un poco para llegar a mi casa  mas rápido, con la ventaja de que yo abre calentado un poco mi cuerpo. La imagen de los ojos tristes de Astrid inundaron mi mente al llegar a mi casa, me quedé parado por un momento vagando en mi pensamiento, y sólo me preguntaba ¿ por qué Astrid siente emociones? si ella está... bueno, mejor será que me olvide de eso... aunque Tommy nunca me dijo nada sobre su cuerpo, si lo habrán encontrado cuando fue asesinada... si es que realmente la asesinaron, Astrid no debería tener sentimientos, no podría llorar o sentir afecto, aunque su cuerpo sea frío como nieve, se que su alma es cálida.

Luego de pensar en eso, sentí un deseo enorme por ir a ver a mi violinista y hacerle unas cuantas preguntas sobre el día en que ella... bueno, mejor dicho el día en que fue asesinada.

La Chica Del Violín [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora