XIX

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Esperé a que llegara la hora del almuerzo, en donde nos dan un pequeño descanzo para salir a comer.

Cuando voy a buscar  a Briant me doy cuenta de que no estaba en su lugar de trabajo, y en ese momento me llegó a la mente a donde pudo haber ido.

***

—¿Briant que no deberias estar en el trabajo con Tommy?— preguntó Verónica al verme pasar por la cantina.

—Hmm... sí, pero es la hora de Almorzar asi que salí para buscar algo.

—Está bien Briant.

—Nos vemos luego Verónica.

—Adiós— dijo ella haciendo un ademán de despedida.

Seguí corriendo hasta el bosque para ir a ver a mi violinista, la música que ella produce al tocar su violín no sale de mi cabeza, cada vez se me hace mas difícil la idea de estar sin verla o escucharla tocar con sus delicadas y hermosas manos esas melodías que inundan mis sentidos.

Llegué al final del bosque en donde ella suele estar, pero no la veo por ningún lado, ni siquiera escucho su violín, solo oigo el frío viento rozar las hojas secas de los arborles mientras caen al suelo varias de ellas.

—No me iré de aquí hasta ver a mi amada— pensé.

Comenzé a llamarla por su nombre pero nadie respondió, sólo se escuchaba el eco de mi voz pronunciando su nombre.

Cuando estoy a punto de regresar e irme de regreso al pueblo, escucho esa tonada mágica, la dulce melodía de un violín, así que fui directo hacía donde provenía aquél sonido y la ví a ella, mi amada Astrid, La chica del violín.

—Astrid— dije pronunciando suavemente su nombre.

Ella de inmediato se volteó a verme y admito que no pude evitar soltar un leve suspiro cuando la vi.

—Hola Briant— dijo ella cuando me vio.

—Hola Astrid, disculpa que no halla vuelto en todos estos días.

—¿Días? ¿Cuales días?, para mi el tiempo no pasa...

—Ah, está bien— dije mientras puse la  mano en mi nuca.

—Sí, ¿y tu qué haces por aquí?— preguntó la violinista.

—Pues... vine a verte y conversar contigo un rato Astrid, me hace falta compartir tiempo contigo y... Espero no molestarte con eso.

—Está bien, yo no recuerdo la última vez que alguien me halla dicho eso— dijo mientras bajaba su vista un poco y el viento movía su cabello.

—Hmm... Que raro. Todos tenemos a alguien que siempre nos quieren escuchar, sólo que aveces somos muy egoístas para darnos cuenta.

De inmediato saqué un cigarro de mi bolsillo para fumarlo.

—¿Tu fumas?— pregunté.

—No, pero igual  dame un cigarro.

Le di el cigarro y de inmediato lo puso en sus labios, yo saqué un encendedor y lo encendí.

Astrid y yo pasamos la tarde conversando sobre cosas sin sentido y olvidé por completo que yo debía volver a trabajar, pero no me importó, mejor me quedé al lado de mi amada.

—Astrid, ¿y qué edad tienes?

—Tengo 19 años creo— dijo mientras expulsaba el humo de su boca mirando hacía arriba por un momento.

—Ah, yo tengo 20.

—Qué bien briant— dijo haciendo una media sonrisa.

—Sabes, yo desde que te ví por primera vez he tenido esa curiosidad de saber en donde vives y por qué vienes al bosque a tocar tu violín, tu éstas todo el tiempo aquí sola y no se que te parecería la idea de venir a vivir al pueblo o quizás visitarlo, así te presento a mi mejor amigo.

—Tengo viviendo aquí mucho tiempo y mi casa queda muy cerca de aquí, me gusta tocar  el violín  en este lugar, siempre lo he hecho, y... no sabía que tenías amigos, yo nunca los tuve.

La Chica Del Violín [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora