XXXVII

33 4 0
                                    

Nota: deslicen el contenido multimedia y disfruten la canción mientras leen ♡

Así como había dicho, fui a buscar el cadaver de mi amada Astrid, tomé una pala y al tercer día después que ella me pidió eso tuve el chance para ir a buscar el  cuerpo de la violinista, obviamente no dije nada de esto a Tommy porque sé que tratará de impedirlo pero... nada ni nadie me separa de este amor que siento, ni la muerte podrá con lo nuestro y es una promesa que me hago a mi mismo en nombre de esta pasión que siento.

Me adentré al bosque con la pala en mi hombro, pero antes de salir, me aseguré de que nadie me viera y mucho menos con una pala ya que eso llamaría mucho la atención de alguna u otra  persona que quizás estuviera cerca.

Estando en el medio del bosque, de inmediato se apareció la figura fantasmal de mi amada, sólo que esta vez no dijo nada y me hizo una seña de que la siguiera, ella  me guiaba el camino con su dedo índice. Admito que hoy luce mas pálida de lo normal, pero no lo tomé mucho en cuenta y seguí los pasos que me daba, caminé por un viejo sendero y a lo lejos vi una especie de casa abandonada, cuando puse mis pies en ese terreno pude sentir como un escalofrío invadió mi cuerpo. Seguí caminando hasta la casa abandonada, la noche estaba algo clara por la luz de la luna, pero había mucha niebla y se me era un poco difícil ver el camino; tampoco veía la silueta de Astrid por ningún lado.

Seguí caminando y recordé que ella mencionó una lápida que decía la chica del violín, así que primero me concentré en buscarla, pero había mucha maleza y cizaña.

Sentí un susto enorme al ver la figura de Astrid aparecer de forma tan inesperada al lado mío, pero era algo a lo que me tenía que acostumbrar.

Estuve buscando con la ayuda de la claridad de la luna alguna lápida, hasta que la encontré, estaba algo oculta entre cizañas, pero aún así era visible y removí las malas hierbas con mis manos, se me clavaron unas pequeñas espinas pero no era algo grave ya que la planta no era venenosa. Tomé mi pala y comencé a escavar, utilicé todas mis fuerzas para ello, de vez en cuando miraba a la antigua casa y sentía como se me erizaba la piel porque tenía un aspecto espeluznante y se notaba que tenía varios años sin ser habitada.

***

Luego de un buen rato escavando, al fin encontré el ataúd de Astrid, arrojé la pala y fui a levantar la tapa del ataúd y me sorprendió lo que vi.

El cuerpo de la chica del violín estaba intacto, incluso su violín lucía en perfectas condiciones, su piel se veía tan suave y pálida a la vez, su cara tenía un aspecto de como si estuviese dormida, tan sereno y delicado, su cabello estaba ondulado y un poco despeinado, lo único que tenía diferente era que su vestido no era negro, sino blanco.

Volví a cerrar el ataúd y tratar de hallar la forma de llevarla a casa sin ser vista, no único que se me ocurrió fue volver mañana temprano a buscarla. Cerré bien su ataúd y lo dejé intacto, me fui caminando de regreso al pueblo, ya era muy tarde así que sólo me quedaba irme a dormir para levantarme temprano mañana.

***

Al día siguiente así lo hice, desperté antes del amanecer y salí de mi casa, llevaba puesta mi campera de cuero por el frío que hacía, empecé a correr despacio y luego fui aumentando la velocidad, me detuve a tomar un poco de aire ya que la corrida me hizo entrar en calor y tenía ganas de quitarme la campera, pero igual me la dejé para mantenerme caliente. Seguí caminando un poco rápido hasta el lugar al que fui anoche, alcanzé a ver la misteriosa casa y t hasta que encontré el agujero que yo había escavado, y al lado de este se encontraba la pala, la cual olvide.

Entré al agujero y abrí el ataud, allí estaba el cuerpo frio y sin vida de mi amada, la tomé y la recoste a la mitad sobre mi hombro, admito que para estar muerta aun sigue muy flexible, yo podía sentir su largo cabello sobre mi espalda mientras iba caminando por el bosque, a simple vista pude ver el rocío en las plantas.

Al llegar a mi casa, recosté el cuerpo sobre mi cama y la acomodé, aveces olvidaba que estaba muerta y mi mente me engañaba con el hecho de que esta dormida y que en cualquier momento ella despertaría.

No me alejé de ella en todo el día, de hecho ni si quiera fui a trabajar, hoy es el último día del mes y no puedo dejar pasar la oportunidad de tener a mi amada entre mis brazos.

Llegó la noche y la hora se acercaba, se me hizo fácil llevarla a la iglesia debido a que los 31 de octubre nadie sale de su casa por miedo a brujas o fantasmas según afirman las leyendas y eso me recuerda al El monte de las ánimas, admito que tengo una obsesión con Gustavo Adolfo Becquer, pero es que lo que aquel gran escritor hizo fue escribir fragmentos de mi vida en sus obras.

***

Llevé el cuerpo de Astrid a una especie de sótano y recosté su cuerpo sobre una especie de mesa.

—¿Ya está todo listo sacerdote?— pregunté algo nervioso.

—Sí, ya todo esta preparado— dijo mientras fue a hojear una especie de libro y pronunciaba unas palabras en Latín.

De pronto se pudo ver como un extraño viento apagó parte  de los velones que había, la presencia aquí era algo incómoda, cosas anormales se sentían en este ambiente...

Luego de que el sacerdote término de pronunciar y hacer el ritual, me acerqué al cuerpo de mi amada y pude ver que no reaccionaba ni daba señal de vida, en ese momento una lágrima se escapo de mi ojo y empezé a sollozar levemente, luego mi esperanza volvió cuando de repente vi que Astrid abrió sus grises ojos lentamente.

La Chica Del Violín [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora