Capítulo 20

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Después de los tantos aplausos y agradecimientos los actores se confinaron en un camerino para brindar por el excelente comienzo

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Después de los tantos aplausos y agradecimientos los actores se confinaron en un camerino para brindar por el excelente comienzo. Roberto les agradeció a todos y los felicitó por las magníficas interpretaciones.

—Jamás pensé que nos iría así de bien —comentó Carlos.

—Pues todo gracias a ti —aceptó Roberto.

—¿Yo? Tú hiciste todo.

—Carlos —lo llamó Violeta, él se acercó a ella bebiendo un trago de champaña—. Mis padres me dicen que vaya a cenar con ellos, para festejar. ¿Quieres ir con nosotros?

—Ah, nena. Tengo que quedarme otro ratito aquí. Pero siento que esto es más para ti, ve con ellos y festejen. Me voy en mi moto.

—Bien. Nos vemos mañana en el ensayo.

—Va. Cuídate. Le das un abrazo a Iris y a Alfredo de mi parte.

—Claro. Bye.

—Bye.

Carlos mordió el vaso que había contenido champaña. Ella lo miró por una milésima de segundo y siguió su camino. De pronto se sintió muy cansado para continuar festejando. Aprovechó que la mayoría comenzó a retirarse y se despidió de sus compañeros.

❀ ❀ ❀

     VERÓNICA SE TERMINÓ el café y se dirigió a los botes de basura para depositarlo allí. Se esperó un poco cubriéndose los brazos con la ligera chalina. El líquido dulce la había calentado, aunque momentáneamente. Decidió esperar a que toda la gente se dispersara para poder abordar el Metrobús o esperar a que pasara un taxi.

Mientras tanto sacó el folleto que contenía el programa. La fotografía de Roberto Méndez, el director, era la primera que se mostraba. Acompañándola estaba su biografía. Abajo estaba la biografía de Carlos. Resultaba un hombre muy fotogénico. Llevaba puesta una bufanda negra que le daba un aire juvenil y elegante. Su sonrisa era contagiosa. Las palabras "joven dramaturgo" llamaron su atención, el texto hacía énfasis en su corta edad: 26 años.

¡26 años!

Alguien le tocó el brazo.

—¿Vero?

Ella levantó la mirada y se topó con la misma sonrisa que había estado viendo hacía unos cortos segundos. Debió parpadear para deshacer la ilusión. No, era real, ahí estaba Carlos frente a ella, igualmente asombrado de verla.

—¿Carlos? Qué haces...

Se le quedó mirando. Él venía ataviado con una genial chamarra de cuero negro y pantalones vaqueros. Sostenía un casco y detrás estaba una flamante moto en color verde con negro.

—¿Viniste a ver la obra? —Él estaba muy sorprendido.

—He —balbuceó, luego sonrió divertida—. ¿Cuál obra? Sólo pasaba por aquí.

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