Capítulo 24

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Canción: Black Sun - Death Cab for Cutie

Tres semanas fueron más que suficientes, no podía estar más tiempo sin su bebé Ramón

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Tres semanas fueron más que suficientes, no podía estar más tiempo sin su bebé Ramón. Carlos llevó a Verónica a su casa para ver a la bola de pelos. A esa hora no estaba su padre así que logró convencerlo de entrar.

Un ruido, enfatizado por el eco de la sala, casi la dejó sorda. Ramón llegó corriendo y aullando como si estuviera muriendo. Carlos se tapó los oídos mientras Emma y su abuela Susy salieron de la cocina para ver qué le sucedía al animal.

Verónica abrazó a su bebé y lo acarició diciéndole que la disculpara por no haber regresado durante todo ese tiempo.

—Pensé que alguien lo había machucado —dijo Susy—. Me asustó. Condenado este.

Carlos no dejó de reír, se agachó para acariciarlo. Entonces Ramón se puso a la defensiva, le gruñó mostrando todos sus dientes.

—Oh. Diablos. Perdón —Carlos puso las manos en alto, como si le estuviera pidiendo que no disparara—, no me vuelvo a llevar a tu mamá.

Susy y Emma rieron juntas. Esa era la primera vez que Verónica veía a la joven tan alegre.

—Ramón —Verónica le llamó la atención—, no hagas eso.

Josi bajó corriendo las escaleras, traía una toalla en la cabeza.

—¿Qué sucedió?

—Este loco que chilla como si lo fueran a matar y de paso le gruñe a Carlos.

—Pobrecito.

—Sí, por qué me gruñen de esa manera —se quejó Carlos.

—Ash, tú no —dijo Josi—. Pobre de mi niño chiquito. Además lloró mucho por su mamá segunda.

—Ay, mi vida —Verónica abrazó más fuerte a su bebé—. Será mejor que te lleve conmigo a casa.

—Será mejor —aceptó Josi—, si te vas a mudar hay que llevarse a los niños también.

—¿Sí puedo? —le preguntó Verónica, Josi asintió.

—Me odia —murmuró Carlos.

Ña, ya se acostumbrará.

—A ver acércate a ella —pidió Josi, dejó de secarse el cabello (que, de hecho, se le veía increíble, parecía tener un fantástico look moderno con las puntas hacia todas direcciones).

Carlos lo hizo, intentó tocar a Verónica y Ramón brincó de los brazos de su dueña y caminó amenazador hacia él, ladrando y brincando para que se alejara de ella.

—No. No te quiere. Es definitivo.

—Intenta ganártelo —mencionó Verónica. Comenzaba a preocuparse, si se lo iba a llevar sería Carlos quien debía cuidarlo cuando ella no estaba.

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