Capítulo 14

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Canción: Whatever Comes My Way - Vienna Ditto

Canción: Whatever Comes My Way - Vienna Ditto

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La pequeña cafetería estaba casi vacía a esa hora. A parte de Carlos, Vi y Roberto, los que llenaban el espacio eran dos clientes tan frecuentes que ya parecían parte del mobiliario. El dueño ya también conocía a Carlos. Después de que le explicara que había tenido un problema con Verónica y que, quizá ella ya no regresaría, el señor no volvió a mencionarla.

Carlos había repudiado la escuela en la que trabajaba, así que tanto Violeta como Roberto aceptaron encontrarse allí, ya que estaba cerca.

Miró a su colega mientras leía el resto del manuscrito. Fumaba cerca de la puerta. Violeta y Carlos esperaban con su café en mano en una mesita al fondo.

—Te veo un poco más alegre —le comunicó Violeta.

—Igual que siempre.

—Nos va a ir bien. Ya verás que esta es la oportunidad que estábamos esperando.

—No tengo dudas. Roberto es muy buen director y tiene su prestigio.

—Ayer lo escuché hablando con los productores —murmuró Violeta y sonrió como si estuviera anticipando un secreto, bajó la voz—. Ya está el espacio donde vamos a actuar.

—No le hagas.

—Los estoy escuchando —gruñó Roberto, tiró su colilla en el bote cenicero y regresó—. Espérate cuando menos a que lo diga yo.

—Da igual —se quejó Carlos, gruñendo sus palabras—. Ya dime donde.

—Pues no es seguro...

—En el Teatro Insurgentes —se adelantó Violeta. Carlos rió.

—¡Por qué te adelantas! —la regañó Roberto, después rió con ellos.

—¡En el Insurgentes! No ma, qué chido.

—Te dije, ellos están apostando a lo grande.

—¿Y qué tal va el guión?

—Ah, está genial. Lo voy a presentar así. —Roberto bebió el resto de su café de un jalón. Juntó las hojas y las metió a una carpeta—. Tengo qué irme, me quedé de ver con unos compañeros. Los veo mañana. No vayan a llegar tarde con el productor.

—Va, güey, cuídate.

Violeta se despidió de él con un beso en la mejilla y Carlos con un apretón de manos. Violeta lo miró atenta, como si supiera leerle el pensamiento y estuviera sondeando en ese instante. La ignoró, ella solía hacer eso últimamente. Era tan observadora que pequeños gestos le comunicaban mucho y seguro que ya sabía algo más sobre él.

—Necesito hablar contigo —dijo.

—Ajá. Te oigo.

—No, aquí no. Te llevo a tu casa y allí te explico.

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