Capítulo 22

824 106 6
                                    

Canción: Remember The Good Things - Milosh

Canción: Remember The Good Things - Milosh

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sol brillante se coló por entre las cortinas para saludarla y decirle que ya era hora de levantarse. Despegó un ojo, luego el otro y volvió a cerrarlos al sentirse cómoda entre los brazos de Carlos, quien la abrazaba por la espalda. Sintió su respiración haciéndole cosquillas en la nuca.

Escuchó que su teléfono vibraba en alguna parte de la habitación.

Levantó la cabeza y... no, imposible, Carlos pesaba y además no quería despertarlo. Escuchó su respiración relajada.

El teléfono continuó vibrando. Recordó que, si se repetía la llamada una tercera vez, se escucharía el tono. Seguramente era Kitty o Josi hablando desde otro teléfono que no era el suyo, porque si fuera su número no encendería sólo el vibrador del teléfono.

Esperó.

El tono de Kitty se escuchó tan fuerte que despertó a Carlos al instante. El teléfono estaba dentro del bolso y este sobre el buró, al otro lado de la cama.

—¿Es tu teléfono? —preguntó él aún adormilado.

—Ajá. Es Kitty.

—¿Quieres que conteste?

—Por favor.

Él se levantó por el teléfono y contestó.

Verónica ni siquiera se movió.

—Hola.

—Ehh... ¿Se encuentra Verónica?

—Sí, aquí está. ¿Eres Kitty?

—Sí. ¿Con quién tengo el gusto?

—Carlos.

—¿Carlos? ¿Eres su ex?

—No. Soy su esposo.

Verónica rió al escucharlo decir eso.

—Dámelo. Le contesto yo.

Carlos se lo dio sonriendo.

—Hola, Kitty. ¿Qué pasó?

—Hum. Sólo quería preguntarte cómo sigues.

—Un poco mejor. Gracias. ¿Encontraste algo?

—Pues sí. Están todos muertos. Me metí un poco más en la investigación. Por poco echo a perder las cosas, pero tu cuñado es un genio. Y pues sí es, en efecto, nuestro sospechoso. Al parecer estaban cenando. Todavía no hay mucha información, pero se cree que... espera —Kitty revisaba un cuaderno o unas hojas porque Verónica escuchó que las hojeaba—. Al parecer el señor Lobo conocía a quien le disparó porque no hay señales de entrada forzada. Nadie escuchó nada de ruido. Cosa no tan extraña porque un vecino tenía su radio a todo volumen y porque no son ruidos que llamen tanto la atención, dado el lugar y porque los niños suelen jugar con pirotecnia. Así me dijeron. Luego, está el hecho de que un vecino vio entrar a un hombre alto, bien parecido, al inmueble. Pero no vio más. Otro vecino dijo que escuchó los disparos, aunque no sabe bien a qué hora. Se cree que fue en la tarde noche. Como a eso de las cinco o seis.

Volver a ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora