Capítulo 7

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Canción: Don't Go Away - Oasis

Verónica miró a Carlos con los ojos bien abiertos

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Verónica miró a Carlos con los ojos bien abiertos. Estaba tan sorprendida como él por haberle hablado así. Sacudió la cabeza, negando. No fue necesario explicarle que no era cierto que había recordado, él lo comprendió de inmediato.

—Así me decías —murmuró—. ¿Cómo lo supiste?

—Es que... es que lo leí... leí los mensajes del teléfono. —explicó ella, nerviosa. Él asintió—. Pero no sabía.

—Ya. Creí que por fin habías recordado. 

—Lo siento, no sé por qué lo dije. Creo que pensé mucho en eso.

—Está bien. Lo entiendo. ¿Descubriste algo leyendo los mensajes?

—Eh, no. Más bien me confundí.

Él abrió el refrigerador y se inclinó para buscar dentro, habló desde allí.

—¿Quieres que haga pechugas a la plancha?

—Sí, está bien.

—¿Por qué te confundiste? —preguntó él al tiempo en que sacaba los ingredientes del refrigerador.

—¿Volví a enojarme con mi padre antes del accidente?

—Ah, sí. Fuiste a verlo, me dijiste que se había puesto enfermo. Pero tú estabas enojada en lugar de triste.

Carlos dejó la comida sobre la barra y comenzó a preparar el desayuno.

—¿Pero no te dije qué tan enfermo estaba? Cuando fue al hospital se veía bien.

—De hecho, saliste antes de que yo llegara a casa. Cuando te accidentaste estuve yendo a cursos, pero salía temprano. Me marcaste para decirme que ibas a ir a casa de tu padre porque te quería ver.

—Hay un mensaje de Josi donde me explica que mi papá recibió una mala noticia.

—Entonces tienes qué hablar con ella.

Vero asintió mecánicamente. Observó a Carlos un momento, mientras él preparaba el desayuno. Los mensajes que había leído aún flotaban en su cabeza y no pudo evitar sonreír al recordar lo que él había escrito. Carlos la miró de reojo. Verónica sintió que debía explicar el motivo de su risa.

—Oye —comenzó, pero de inmediato calló. ¿Qué había por decir? Sin embargo, él esperó a que ella hablara—. ¿Por qué Sparsa? ¿No se escribe con z?

—Ah... es... —el volvió a rascarse los rizos, bajó la mirada y continuó preparando el desayuno, ahora un ligero rubor le envolvió las mejillas y el cuello. Vero sonrió—. Es un chiste local —murmuró—, me escribiste un mensaje cuando recién nos conocíamos. Escribiste mal y el autocorrector del teléfono puso varias palabras que no eran. Lo dejaste mejor como Sparsa.

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