6.-La mansión.

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Capítulo 6-La mansión.

Esa chica, Kessylen, tenía el pelo teñido de color rojo, la ralla del ojo muy marcada, un piercing de acero inoxidable incrustado en un agujero dilatado, estaba sentada con las piernas cruzadas encima de la cama, miraba unas fotos que guardó velozmente cuando nos vio  aparecer. 

-Gracias Carmen, nos apañaremos.-Después de decir esas palabras se levantó, abrió el armario y guardó las fotos, Carmen se marchó y yo me adelanté lentamente hacia la que se suponía que era mi cama, la habitación, la verdad, no me disgustaba, era bastante bonita y luminosa, nada más entrar se veían dos grandes ventanas, debajo de estas, dos camas de madera, con colchas en azul oscuro y sabanas blancas, entre las camas una mesilla de noche con una lámpara y un despertador, dos armarios gigantes y en medio, la puerta de entrada.

Kessylen me miró, me sentía algo disgustada, creía que le iba a caer mal, pero, qué coño, tampoco me importaba. La chica se me acercó.

-Hola, me llamo Kessylen, y bueno creo que mi deber es el de informarte de las instalaciones de la casa.

-Oye tía, que ya se ha ido, buen rollo.

-Buaaah gracias, pareces una tía legal.

-Bueno, depende del sentido que le des a esa palabra, ya que si estoy aquí no lo puedo ser mucho.

Kessylen se empezó a reír a carcajadas, levantó su mano llena de pulseras para que se la chocara, lo hice con gusto, pero que encantadora soy por Dios.

-Y bueno ahora te explico cómo va esta movida.

Kessylen se sentó a mi lado, volvió a cruzar las piernas y comenzó a a hablar:

-La verdad, este antro no está tan mal, la hora de levantarse es una mierda, te dan de desayunar, tenemos que hacer el teatro de nena buena en la mesa, luego te mandan hacer alguna tarea domestica, si la haces bien te dejan salir por la tarde o videoconferencia, pero te digo, que solo te dejan 30 minutos con la cam, es preferible salir, el primer día dejan ir a la calle siempre, a todas las nuevas, ¿te parece si nos vamos un rato? Las clases te las dan solo tres veces por semana, lunes, miércoles y viernes y has tenido suerte, hoy es martes, después de comer nos vamos a dar una vuelta y te enseño todo esto, ¿va?

Kessylen era muy amable y buena, me hacía mucha gracia cuando hablaba, ya que gesticulaba mucho y movía las manos nerviosamente, supongo que tendría mi edad más o menos, me sentía afortunada por estar a su lado en esos momentos, hablaba tanto, me recordaba tanto a Natalia…

-Si queremos salir después de comer, deberíamos bajar ya.

Kessylen asintió alegre, se colocó el uniforme y abrió la puerta, yo la seguí, volví a cruzar el enorme pasillo, pero esta vez corriendo y riendo junto a Kessylen, mientras bajábamos las escaleras Kessylen me advirtió:

-Somos las más pequeñas de la Mansión, hay chicas mayores inofensivas, pero ten cuidado con Ángela y las dos idiotas que le comen el culo.

¿Ángela? No quería tener problemas con ella, ya que largarme de la mansión lo mas pronto posible era mi deseo. Llegamos al gran salón, presidiendo la mesa la directora, en un lado de la mesa 6 alumnas esperando rectas y en silencio a que Carmen les sirviera la sopa, en el otro, otras cuatro alumnas y dos sillas libres, en las que nos sentamos en silencio.

La comida fue normal, justo después de terminar y de que Kessylen se cambiara de ropa (porque llevaba el uniforme ese azul horrendo) nos dirigimos a salir, le enseñamos la autorización al conserje y nos abrió las puertas, no me lo creía, nada más salir se veía la playa, era increíble el color de sus aguas y la alegría de quien se adentraba en ellas para refrescarse en ese caluroso día.

Kessylen sonrió al ver lo fascinada que estaba.

-Te gusta, eh! Cuando yo llegué también me quedé como tú.

-¿Cuánto llevas aquí?

-1 año y 3 meses.

Me quedé perpleja, no quería estar tanto tiempo como Kessylen, pero es lo que me tocaba, por gilipollas y sacar el puto mechero en clase.

-Esta es la zona más lujosa de Rio, y bueno de casi toda Brasil, es un privilegio estar aquí. Oye, ¿te apetece un helado? Yo invito.

-Yo de turrón, gracias tía.

Kessylen se fue y yo me senté en un bordillo, pero me quedé impresionada al ver la casa mas grande que había visto en mi vida, y como ya sabéis, la curiosidad puede conmigo más que matar al gato y la puerta estaba abierta.

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