40.-Cruzar los dedos.

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Capítulo 40.-Cruzar los dedos. 

Muy gracioso.-Sonreí.-Estúpido...-Susurré.

Allí seguía él, un Dios, su piel contrastaba con el blanco sillón colocado en el centro de la habitación, observaba mi cuerpo, mientras en su rostro se podía ver una sonrisa, sensual e insolente, preciosa al mismo tiempo, como su mirada, sus masculinos ojos, penetrantes, en ellos, el reflejo del fuego procedente de la chimenea, parecía que el infierno yacía en él, no era raro, pero al mismo tiempo sí, ya que puede ser un ángel cuando se lo propone, avancé despacio, desde la puerta del baño hasta la cama, blanca y enorme, decorada sutilmente, muy moderna, muy Álex, mientras, seguía clavándome la mirada, me sentía incomoda, no sabía cómo reaccionar, me daba la vuelta y bajaba mi camiseta, quería meterme ya entra las sábanas para que dejase de mirarme.

-Ya podrías vestirte así siempre y dejar las gorritas y las camisetas anchas.-Se acomodó y miró hacia el techo.

-Si no te gusta, no mires gilipollas.

-Te aseguro que si me gusta.-Se pasó la lengua por sus apetecibles labios, abrí los ojos en exceso, me di con la pata de la cama, si es que soy gilipollas.

-¡Aaaah! Me cago en la puta.-Me cogí el pie y salté por toda la habitación a la pata coja, chistaba de dolor y me quejaba constantemente, Álex salió detrás de mí y me cogió despacio por las piernas, me llevaba hacia el sillón como a un bebé recién nacido, allí me soltó, abrió los cajones de madera de roble en busca de algo, sacó una manta de terciopelo blanca, siguió tirando de más cajones, poniendo todo patas arriba, agachado se le notaba una espalda de hombre espectacular, se levantó lento, se acercó a mí y me tiró por encima una manta y una almohada.

-Tú duermes ahí.-Señalo al sillón.

-No seas mal educado, yo duermo en la cama.-Me libré como pude de los ropajes que tenia por encima y me tiré en plancha en el colchón de agua, Álex estaba también allí, con los brazos estirados y las manos en la cabeza, me miraba con una expresión rara, negó con la cabeza al verme.

-Fuera Lorena.-Me empujó, retirando malamente la colcha del colchón, le cogí la mano, vamos, que si me caía yo, él iba detrás.

-Que yo duermo en la cama.

-Yo no me voy a mover.

-Pues yo tampoco.

Nos quedamos los dos plantados allí, se oía los chasquidos del fuego cuando quemaba la madera, por lo demás, un eterno y desgarrador silencio, Álex se dio la vuelta, dándome así la espalda, se echó la calentita y mullida colcha por encima y acomodó su cabeza en el almohadón, yo suspiré, la verdad tuve que parar mis brazos, ya que tenían unas ganas irrevocables de abrazarle.

-Lorena.

-¿Qué?-Subí la colcha desde mis pies hasta el cuello, para estar más abrigada.

-¿Qué se siente al estar enamorado?

Sonreí, enamorado, que palabra tan extremadamente bonita, y que pocas personas son capaces de sentirla.

-Es muy difícil dar una respuesta a eso, simplemente se sabe… ¿Pero, nunca has estado enamorado?

-No, tengo 17 años, no estoy preparado para esa clase de sentimientos.

-Yo tampoco. <<En realidad sí, estando a tu lado, eso ni se pregunta>>

-Pero, no sé, imagínatelo, como puede ser.

Toqué mi corazón, di unos golpecitos ordenándole que hablara, el accedió, accedió a hablar de que se siente al estar enamorado, pero para poder hacerlo, tenía que mirar a Álex, me acerqué mas a él.

-No sé, dicen <<No dicen, es lo que siento>> que es un deseo incontrolable, algo irrepetible, muchos afirman que ocurre varias veces en la vida, yo digo, que solo puedes enamorarte una vez, y esa vez, ¿qué pasa? Sientes como te has dividido en dos partes desiguales, la más pequeña sigue en ti, la grande se la regalas a la otra persona, esa con la que anhelas pasar el resto de tu vida, a la que le das todo sin esperar nada a cambio, cuando discutes estás deseando llegar a el momento en el que toca el abrazo de la reconciliación, por mucho que te haga de rabiar, estás dispuesta a perdonarle todo, porque lo único que quieres es tenerle eternamente, todo es más complicado, ya que nuestro estado de ánimo no depende solo de nosotros mismos, porque su dolor es tu dolor, solo pensar que puedes perderle te hace estremecer, por eso lo guardas como tu mejor tesoro, de ahí nacieron los celos.

Sabes que estás enamorado cuando en vez de dedicar canciones, dedicas la vida.

-Joder.-Se dio la vuelta, podía ver como su pelo se había descolocado por el roce de las sabanas, se veía su preciosa frente, sus ojos estaban entrecerrados y al verme, sonrió, crucé los dedos, ¿para qué? Para que se cumpliera el imposible deseo de despertar cada mañana y encontrarme esa imagen.

-Álex, tengo frío.

Sé que me pasaba, pero le cogí la mano, y no me dio vergüenza, el me miró serio, después levantó la mano y bajó la cabeza mirándose los pectorales desnudos, con la otra me acercó a él, y me abrazó, por favor, cuando muera, quiero hacerlo entre sus brazos, me sentía segura, olía la currada colonia tan familiar, Play Boy London, su pelo era suave como la seda, incluso más, desprendía calor y sentirle cerca, lo siento, es que es demasiado perfecto para poder explicarlo.

Escuchamos un portazo, se oían berreos por parte de chavales, iban saltando y armando escándalo, abrieron la puerta, genial, Joel y los demás estaban en la mansión.

-¡Vamos Álexkin! ¡VAMOS A HACER UNA PARTY! 

New Sensation.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora