70.-Ayúdame.

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Capítulo 70-Ayúdame.

Mi nombre estaba escrito en boli bic, con pésima caligrafía pero increíble sentimiento.

Allí, sí, justo en la última frase, la última palabra. 

Sonreí como si nunca antes lo hubiera hecho, estaba tranquila, serena y con ganas de llorar, todos mis pensamientos de aquel momento eran bonitos, únicos y especiales, llenos de buenas vibraciones y risas nerviosas, apreté la sábana y la abracé contenta, mientras con mi mano izquierda iba ojeando frases sueltas de cada página de aquel diario.

“Ella aparece en mis sueños”

“Cada vez recuerdo más momentos en su compañía”

“Ojala estuviera aquí conmigo”

Mis ojos vidriosos explicaban a la perfección mi estado de ánimo, la página número 936 me sorprendió.

Decía que Álex había recuperado la memoria completamente, Elena ya no era su novia, cosa que me alegró enormemente, y que lo primero que había hecho era coger un avión hacía España, en busca de…

En bus… ca de…

El amor de su vida.

Salté de la cama como si de un canguro se tratase, brinqué por mi habitación clavándome trastos que había por el suelo, pero me daba igual, era feliz, realmente feliz y eso nadie iba a cambiarlo, marqué a Álex, e incluso sin memoria, pudo acordarse de mi, pudo valorarme, sabía que no estaba equivocada.

Hice bien al luchar por él.

Abrí mi armario de plástico duro con brutalidad, saqué todas las prendas de guarra de ese espacio, las tiré con desprecio al suelo, no quería sentirme nunca más así, y después de sacar todo aquello, en el fondo del armario, debajo de un plástico transparente polvoriento, se encontraba mi ropa, la de verdad.

La saqué con dificultad, todo el polvo se esparció por la habitación y me dio una ataque de tos, que se me pasó en cuento retiré el plástico.

Me ilusioné como una niña pija con i-phone nuevo.

Mis camisetas de los Celtics, Lakers, Dodger, Yankees, Bulls, Giants, más los pantalones cortos, de pitillos, de marca, las gorras, las blusas, las camisetas de tirantes.

Que felicidad, en serio.

Me puse algo al azar, nunca me ha gustado mucho elegir la ropa, pero me sentí cómoda, no se me veía medio culo y un pezón.

Tomé asiento en el sillón, desgastado de tanto uso, y cogí el fijo, todavía me acordaba de aquel número al que llamaba a todas horas.

-¿Quién es?-Respondió.

-Natalia… Soy Lorena.

-¡No me hagas que llame a la policía!.-Dijo nerviosa.

Me puse a reír, no podía contenerme.

-Nata, no seas tonta.

-Qué quieres, ¿pegarme otra vez?

Mi sonrisa se apagó al instante.

-No te pegué, solo quiero decirme que he vuelto, voy a dejar el trabajo, y bueno, si quedas conmigo te explico, ya que ahora también vives en Benid…

-Haber-Me interrumpió-¿Qué necesitas?

-Encontrar a Álex. 

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